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Ojo al 2022 (I) (20 enero 2023)

Este es un ejercicio de prospección política, inédito, en el que trato de mostrar el estado del movimiento petrista y explico las razones por las cuales pensé que podría traducirse en un triunfo de su movimiento en 2022. No fue publicado en abril del año 2021 porque debía respetar la inhabilidad que tenía como funcionario público.

Se que para muchas personas resulta difícil aceptar que lo que está sucediendo en Colombia se parece a una trama con visos de complot o conjura. No tengo pruebas sobre qué personalidades, entidades y movimientos estarían integrando y dirigiendo un proceso que, a todas luces, quieren hacer desembocar en la instauración de un “nuevo” régimen y un “nuevo” modelo económico y social.

Dirijamos nuestra mirada al pasado para tratar de conocer dónde y cómo se fraguó, no como una operación de ataque sorpresa (como suelen darse los complots clásicos) sino como expresión de una línea de acción que contempla la prisa y la espera, la explosión y la pausa, la clandestinidad y la militancia abierta, la dureza y la transacción, dar la cara y enmascararse, en fin, todo lo que se hace con miras a alcanzar la meta suprema, para lo cual se requiere la aplicación metódica de la máxima leninista de la combinación de todas las formas de lucha.

Empecemos por el hecho histórico que ha tenido una gran influencia en Latinoamérica, la revolución castrista en Cuba, que, una vez declaró su adhesión al comunismo soviético, decidió impulsar la estrategia continental de esta ideología consistente en extender las lenguas del fuego revolucionario a toda América Latina. Primero crearon un partido único en Cuba en observancia de la tesis marxista de la dictadura del proletariado para sustituir por la violencia el capitalismo por el socialismo. El partido comunista cubano, a su vez, creó en su Comité Central, el Departamento América, que aún existe y opera con sus agentes-espía y con su diplomacia, en varios países de la región. En principio impulsó la creación de guerrillas en varios países, incluida Colombia, bajo la consigna guevarista de buscar la liberación nacional contra el imperialismo yanki creando muchos VietNam.

No me detendré en detallar hechos relativos a los fracasos y a los pocos éxitos de tal estrategia política. Sin embargo, no puedo dejar de recordarles a los jóvenes de hoy que en Cuba se preparó, política y militarmente, una pequeña brigada de estudiantes universitarios y activistas del MRL que fueron a la Isla en función supuestamente solidaria y a su retorno, fundaron el ELN en 1965. 

Con el paso de los años y ante el fracaso económico del socialismo castrista y de varias guerrillas, recibieron el aliento del triunfo sandinista en Nicaragua a finales de los años 70, fue breve la emoción de ese momento pues a finales de la década de los ochenta se produjo el derrumbe del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, lo que dejó a Cuba expuesta a la orfandad y en situación de agobio, pues siempre dependió de la URSS para sobrevivir. Fue entonces cuando Fidel Castro optó por un cambio de estrategia en el continente acogiendo la lucha democrática para la toma del poder. Con tal fin, convocó un congreso de partidos y movimientos políticos y sociales, que concluyó con la fundación del Foro de Sao Paulo desde el cual, bajo asesoría de la inteligencia cubana y el Departamento América del partido comunista cubano, diseñó la táctica a emplear en cada país para conquistar el poder por vías legales y utilizando medios electorales.

De esa forma, se facilitó en El Salvador y Guatemala que antiguas y poderosas guerrillas negociaran la paz, se reintegraran a la vida civil y participaran en la lucha electoral. No ocurrió lo mismo en Colombia, en donde la existencia del fenómeno boyante del narcotráfico y la práctica sistemática del secuestro de empresarios nacionales y extranjeros, así como de métodos de extorsión, les proporcionó a las guerrillas comunista de las Farc y a la guevarista del Eln, los recursos financieros para continuar su lucha armada.

El viraje dio buenos resultados más pronto y más fácil de lo esperado. Con el triunfo del excoronel golpista, Hugo Chávez Frías, en Venezuela a fines de 1998, se inició una serie de cambios drásticos de orientación del modelo y en algunos casos de supresión de la democracia como ocurrió, además de Venezuela, en Nicaragua, más matizado en Bolivia, Ecuador, Argentina y El Salvador. Triunfó el socialista Ignacio Lula Da Silva en Brasil, Néstor Kirchner y luego su viuda Cristina en Argentina, en Uruguay el Frente Amplio, en Ecuador Rafael Correa. 

Latinoamérica, por vez primera, se teñía, con pocas excepciones, de rojo y todo había ocurrido por la vía electoral. Claro que el dinero del petróleo venezolano irrigó esos movimientos a la vez que le dio oxígeno al régimen castrista que, desde entonces, sobrevive gracias a un supuesto intercambio de petróleo por las misiones médicas, educativas y deportivas compuestas por miles de agentes de la dictadura y uno que otro profesional tratados como esclavos del estado cubano.

¿Qué tiene que ver Colombia en este escenario? Nada más y nada menos el hecho de ser un país geopolíticamente importante, gran aliado de los EE. UU. de América, con inmensos recursos naturales, y en el apogeo del socialismo bolivariano, gobernado por un líder carismático y claramente conocedor del peligro que acechaba a Colombia, y unas guerrillas atentas a las órdenes del ya instalado fenómeno y movimiento castro-chavista envuelto en la bandera del socialismo del siglo XXI, un producto adobado con una alta dosis de propaganda y dinero a borbotones.

Alvaro Uribe Vélez (2002-2010) se erigió en el mayor obstáculo a la expansión del nuevo movimiento, fue una piedra en el zapato, el “lunar”, y eso no se lo iban a perdonar. El nombre de Colombia figuró en lugar prominente en las declaraciones y conclusiones de las reuniones de dicho Foro (FSP). Fue el gobierno Uribe con su política de seguridad democrática -desmovilizar a los grupos paramilitares, derrotar a las guerrillas sin detrimento de la democracia y las libertades, recuperar el territorio y la seguridad- el que propinó duros golpes a las Farc generando las condiciones para una negociación favorable al estado colombiano.

Ojo al 2022 (II) El Calvario nacional. Así le podríamos llamar a los eventos que se han sucedido en el país tras los dos mandatos presidenciales de Juan Manuel Santos. No fue con él con quien comenzó la estrategia golpista de las fuerzas de extremaizquierda a las que, de a pocos, se han ido sumando partidos, grupos, personalidades, académicos e intelectuales y hasta sectores de las clases altas que se presentan como “progresistas”, “decentes”, “verdes”, “pacifistas”, etc., que arrastran consigo la idea de que es posible coexistir con el totalitarismo comunista, creyendo que este no es un peligro, que en aras de la paz hay que sacrificar la Justicia, o que se tragan la acusación de que hay una deuda histórica, que las guerrillas son producto de la exclusión y la carencia de oportunidades y por eso, estos sectores desarrollan un sentimiento de culpa.

Para no hacerme demasiado extenso citaré los hechos y acciones que confluyen a la coyuntura actual y se proyectan a las elecciones de 2022:

 

Ojo al 2022, El Calvario nacional (III)

Los daños que deja la pandemia del covid 19, están siendo recogidos y convertidos en bandera de ataque e insumo de listados de exigencias por parte de impúdicos aspirantes a la presidencia el año entrante, la fila de aparecidos y ganosos de la progresía y el mamertismo multicolor se acerca a la decena.

Pero, continuemos con la enumeración de hechos que deben preocuparnos a todos los demócratas.

 

17:36 | Permalink | Comentarios (0) | Tags: gustavo petro, ego, demagogia, populismo, posible triunfo, campaña presidencial 2022 |  Facebook |  Imprimir | | | | | | Dario Acevedo Carmona |