https://elpais.com/deportes/resultados/futbol/champions/

Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

gustavo petro

  • No subestimar a Petro

    Imprimir

    Casos se han visto en la historia y en el presente, de gobernantes sobre los que amplios sectores tenían una imagen de menosprecio, incapacidad y eran objeto de burlas que, sin saberse cómo, alcanzaron un poder inmenso e incontrolable desde el que hicieron gravísimo daño a sus países y a la humanidad.

    En el siglo XX, para no ir más lejos, hay varios ejemplos patéticos de ese tipo de personas a las que en principio no se les daba mayor credibilidad para ejercer poderes y dirigir multitudes. En este breve escrito me referiré a algunos casos en los que hubo una manifiesta subestimación del peligro que ellos representaban.

    En Alemania, por ejemplo, luego de la república de Weimar de los años veinte del siglo pasado, venida a menos por el que significó un humillante tratado (Versalles, Francia) fin de la primera guerra mundial, surgió un personaje risible que predicaba la superioridad de la raza aria y una ideología redentora de la grandeza perdida. Adolfo Hitler, un simple suboficial del ejército prusiano creó el partido nacional socialista (nazi) cuyos miembros se uniformaban, desfilaban a la manera militar, eran agresivos y se guiaban por unas cuantas consignas. Pocos vieron en él y en su partido un peligro. En las elecciones de 1933 ningún partido tradicional alcanzó a formar gobierno (sistema parlamentario). El presidente de entonces, Paul Hindenburg designó canciller a Hitler. Sabemos lo que vino después.

    Otro caso en el que un personaje de baja reputación en su partido, el marxista bolchevique de la Rusia zarista accede al poder por una vía inesperada fue José Stalin. Nombrado secretario general del partido que gobernaba dictatorialmente desde 1917, en un cargo administrativo considerado de menor rango. En el partido, a la muerte de su jefe indiscutido, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, en 1924, se disputaban el poder, dirigentes prestigiosos como León Trotsky, Nicolás Bujarin, Kamenev, Rádek, Sinoviev, etc. La lista de sucesores que hacían parte del politburó era de 19 en total, y Stalin que no era ruso sino georgiano, de origen muy humilde, poco educado, malos modales, asaltante de caminos para la revolución, ocupaba el último lugar. Ese hombre preso en su paranoia se encargó de eliminar a más de 300 miembros del Comité Central en el lapso de 13 años, decapitó el ejército en 1937-38 dejando expuesta a la URSS al ataque de las tropas hitlerianas. Su poder fue tan enorme y violento que se le responsabilizó de la muerte de seis millones de ucranianos por hambre en los años 32 y 33, de miles de adversarios de su entorno y de muchas otras atrocidades. Un don nadie se tornó en arquitecto del nuevo orden mundial de la posguerra de los años 40 y artífice de la derrota del nazismo, junto con Churchill y Roossevelt.

    Hay más casos en el mundo de infravalorados que se tornaron en líderes supremos y que causaron innumerables daños a sus países, cito ejemplos latinoamericanos.

    A mi mente viene la trágica experiencia de Cuba, que, siendo gobernada por el dictador Fulgencio Batista, pasó a manos de un hombre cuya máxima virtud radicó en su espíritu aventurero y en su desbordada lengua. Fidel Castro intentó tomarse el poder en un burdo ataque al cuartel Moncada, fue enjuiciado y condenado, pero, subestimado, recibió la gracia del indulto. Una vez en libertad organizó una guerrilla para derrocar a Batista. Atrajo a la dirigencia liberal y demócrata con un discurso martiano. Su triunfo el 1° de enero de 1959 fue recibido con júbilo, pero, a poco andar dio comienzo a una dictadura socialista que aún subsiste y que llevó a su pueblo a vivir en la miseria, sin libertades y sin democracia hasta el presente, 64 años de oprobio.

    América Latina ha sido territorio fértil para todo tipo de dictaduras y dictadores, fenómeno que ha sido registrado en obras de reputados literatos. Entre quienes fueron subestimados y luego se convirtieron en tiranos exhibiendo una gran capacidad destructiva e impusieron ideas y proyectos económicos fracasados, el campeón es Hugo Chávez Frías quien fue indultado por el presidente Rafael Caldera después de haber sido condenado por su intento de golpe de estado en 1992. Nadie le podrá disputar el pedestal de haber convertido, con ayuda de su sucesor, el inepto, corrupto e ignaro, también subestimado, Nicolás Maduro, el país más rico en petróleo en el mundo en uno de los más pobres de América, donde escasea lo que más abunda.

    Podríamos incluir en esa deshonrosa lista a personajes como Ortega, Correa, los Kirchner, López Obrador, pero, es suficiente con los mencionados para demostrar cómo se han equivocado los pueblos al recibir con aclamaciones, votos y fervor el verbo redentor de esos falsos profetas. Y para que en Colombia se entienda el peligro latente que vivimos bajo el mando de Gustavo Petro, quien se insinúa con claridad, como uno de los más letales demoledores de nuestro estado e institucionalidad y quien llegó donde está, gracias a la ingenuidad de quienes subestimaron su capacidad destructora, su desbocada verborragia, su habilidad para crear cortinas de humo sobre sus fracasos y acusaciones por corrupción. Estamos advertidos, pero aún no condenados, siempre y cuando no lo subestimemos.

    Darío Acevedo Carmona, 17 de diciembre de 2023

    Esta columna reaparecerá en enero de 2024, entretanto feliz Navidad y prosperidad en el Año Nuevo les deseo a mis lectores.

  • Petro iguala el terrorismo de Hamas con la legítima defensa de Israel

    Imprimir

    La posición del presidente de Colombia, Gustavo Petro, sobre el atentado terrorista del grupo Hamas contra Israel ha causado estupor, rechazo y desconcierto en el mundo libre y democrático. Lo que yo pueda opinar tanto frente al hecho como ante las afirmaciones de Petro no dejan de ser opiniones, igual que las de muchos analistas que han dado su parecer. Pero, es ahí donde reside la diferencia entre una persona que ostenta una dignidad y la refrenda al presentarse como el “representante constitucional del pueblo colombiano”, y quienes carecemos de esa calidad.

    El presidente colombiano ha demostrado en varios escenarios y eventos una actitud  de desprecio y subvaloración de a quien representa. Es, en tal sentido, un irresponsable, en cuanto en sus discursos ha hecho valer su punto de vista u opinión desconociendo que todo lo que dice y hace compromete al estado de Colombia y a su población. No es un problema simple o inocuo ya que arriesga y pone en entredicho la política de alianzas y relaciones tradicionales establecidas en el largo tiempo y humilla el sentimiento de identidad nacional.

    Su posición respecto de la invasión rusa a Ucrania suscitó temores de ruptura de unidad con la OTAN organización a la que nuestro país fue admitido en calidad de observador. Igual se ve en su política de acercamiento hacia regímenes dictatoriales como los de Maduro en Venezuela y el castrista de Cuba, hacia Rusia e Irán, su posición permisiva ante el delito internacional de narcotráfico, dejando un mensaje de  destrucción de políticas de estado que han sido altamente beneficiosas para Colombia.

    Coincido con quienes sostienen que las políticas de Petro, aunque puedan mirarse como disparates, imprudencias, ligerezas, indiscreción, insensatez, temeridad, descuido, negligencia, necedad o atrevimiento, en esencia hacen parte de lo que para él significa ser y comportarse como un revolucionario.

    Esto nos remite al Petro que no ha dejado de ser lo que siempre ha sido, un guerrillero, y a su soñada revolución socialista. En su comportamiento y forma de ser se puede detectar el desprecio por las instituciones, la burda utilización de la democracia, la trivialización de los valores, la banalización de vicios políticos como el de repartir mermelada (antiguamente llamado clientelismo), el ultraje de los símbolos patrios, a su contemporización con autores de delitos atroces, por las tradiciones y las creencias de la población y la justificación reactiva de las acusaciones por presunta corrupción por señalamientos de sus familiares y alfiles que ya son objeto de intervención judicial.

    En su alocada avalancha de escándalos aflora algo muy particular que él mismo se encargó de sintetizar cuando dijo que el problema del incremento de la criminalidad revelado en encuestas y estadísticas se podía resolver: “si dejamos de llamar crimen al crimen, pues entonces este delito desaparece de las estadísticas” palabras que espetó sin sonrojo.

    Y lo que observamos de ahí en adelante es la consolidación del vicio de inversión del sentido normal de las cosas, de trastrocamiento semántico y de supresión de las diferencias entre dos opuestos, de poses de científico y de profeta del fin del mundo. Esto último es lo que el mundo libre y democrático, incluso gobernantes de izquierda, ha visto con estupor en labios de Petro. No solo no actuó como jefe de estado sino como revolucionario de cafetín, borrando de un tajo la diferencia entre acción de guerra y acción de terror que, con toda claridad, está expuesta en el derecho internacional humanitario y consagrado en el estatuto de la Corte Penal Internacional. Y ubicarse, a sí mismo y a Colombia, del lado de dictaduras, de movimientos terroríficos como Hezbollá, Hamas, Isis, gobiernos de Afganistán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, etc.

    Da lo mismo, en su arrevesada lógica, atacar con terror que defenderse, la muerte de civiles por error o daños colaterales en un combate que el asesinato a ciencia y conciencia, con propósito y conocimiento del hecho. No es sensato que iguale el estatus de un grupo terrorista cuyo objetivo es destruir el estado de Israel y que no representa al pueblo palestino con un estado que desde su fundación ha enfrentado varias guerras de agresión por países que querían y aún desean, como la dictadura iraní, borrarlo del mapa, un estado que, pese a todo, ha intentado negociar con ellos y firmados acuerdos con distintas facciones y sectores palestinos, siempre saboteados por extremistas y fanáticos.

    El terror no es lo mismo que la guerra, es muy grave que eso se confunda. Pues simple y llanamente ser arrasa con años de trabajo de estados que dedicaron recursos y energías a establecer el significado de cada uno de tales eventos.

    Estamos ante la más vulgar destrucción de sentido que permite a los humanos entendernos. ¿Acaso no fue él y sus conmilitones los que, a punta de propaganda, convirtieron el estado y los militares en los victimarios y en héroes a los autores de la atrocidad?

    Coda: La dictadura castrista de Cuba, país sin libertades y sin democracia, que tiene encarcelados a miles de opositores, fue reelecta con apoyo de 146 países, miembro de la Comisión de Derechos de la ONU. ¡Como para re-pensar… ¡

    Darío Acevedo Carmona, 15 de octubre de 2023.

    Darío Acevedo Carmona, 15 de octubre de 2023.

  • Petro amenaza la democracia colombiana

    Imprimir

    El presidente Petro es un gran conjugador de verbos, pero tiene una gran dificultad para hacerlo con el más importante de su misión, gobernar, para la cual fue elegido y por la cual se posesionó hace ya nueve meses. Sobresale su actividad de emular a la fanática ambientalista Greta Thunberg cuyo máximo acercamiento tuvo lugar en la Universidad de Stanford al dejar estupefactos a los asistentes, según versión de un profesor colombiano que allá enseña.

    Su tóxica e indigerible disertación, para algunos columnistas y twitteros muy cantinflesca, es el lógico resultado de acomodar, mejor, enmascarar, su idea de marxismo, muy exótica, por cierto, con la causa ambientalista. Ante el desprestigio universal del marxismo y la doctrina comunista creada por Marx y Engels, se ha desencadenado el revisionismo desaforado entre sus seguidores para no dejarse clasificar, sin dejar de serlo, mezclándose con las llamadas neoreligiones, el cambio climático, la neolengua, la poshistoria, el feminismo, el poliamor, la indiferenciación sexual, etc.

    No obstante, lo que está causando mayor preocupación en diversos sectores de la sociedad colombiana, no solo tiene que ver con el carácter desastroso de sus proyectos de reforma pensional, de tierras, de la salud, el Plan Nacional de Desarrollo y del trabajo, sino con su reacción de furia y desespero ante los debates críticos y modificatorios por parte de la oposición e incluso de socios del Pacto Histórico.

    El tono de sus discursos es alarmante, pues, así como amenaza con un nuevo “estallido social como el de 2021”, el cual fue un auténtico ensayo insurreccional, también lo hace con la idea  de convocar una asamblea constituyente y llamar a la expropiación exprés de tierras y bienes con el fin de financiar su reforma agraria basada en el minifundio.

    Petro no habla de “revolución” aunque en esencia es hacia donde conduce el país, prefiere hablar del “cambio”, acatando, a lo mejor, a sus consejeros que le deben advertir del alto costo de su imagen si usa esa palabra tan desprestigiada. Su política de “cambio” es radical e irrespetuosa de los límites que le impone la democracia que, orondo niega. Para Petro, las líneas rojas son caprichosas, formalidades u obstáculos esgrimidos por la “oligarquía”, otra de las palabrejas que adorna su neo vocabulario. No es que no entienda que la democracia está cimentada en formalidades y procedimientos, es que no las admite y le fastidia el llamado a respetarlas,

    El problema con Petro no es que desconozca o ignore el modelo que se inspira en la separación de los tres grandes poderes públicos propio de las repúblicas contemporáneas, es que él actúa en consecuencia con su pulsión revolucionaria y considera esos principios como obstáculos que impiden el “cambio”.

    Esa manera de pensar y actuar deriva, necesariamente, en la anulación de la función deliberante del congreso. Función que el practicó a sus anchas y gozando de todas las garantías en su larga trayectoria de congresista. Así mismo procedió desde España ante uno de los altos magistrados del poder judicial, el Fiscal General declarando que es su jefe.

    Petro conoce que los tres poderes concurren e interactúan en la formación de las leyes, que es lo que conocemos como el equilibrio, la interacción y el sistema de contrapesos establecido en nuestra constitución política.

    Y como sus amenazas no son fruto de su ignorancia, no hay otra explicación de que lo suyo es un atropello al orden establecido. De manera que el despelote político y económico que está causando está en línea con su ideología comunista posmoderna y con el programa del Foro de Sao Paulo que, indefectiblemente, deriva en el autoritarismo, cuando no en la dictadura y la pauperización de la población.

    De contera, en su rol amenazador, Petro llama a la formación de guardias sectoriales como la campesina, adueñándose de ser el representante de los campesinos de Colombia y haciendo a un lado otro principio constitucional, a saber, que el presidente es el representante de la nación y ha de gobernar según los intereses de ella y no de uno o unos sectores designados a capricho o por interés revolucionario.

    Colombia no ha tenido un día, semana ni mes de pausa desde que Petro asumió la presidencia, no falta el escándalo, el susto, el peligro, el daño que deja una estela de desesperanza y pesimismo en los hogares. Su insostenible propuesta de eliminar la exploración de gas, carbón y petróleo dizque para salvar a la humanidad de su desaparición, se queda sin piso al asumir funciones de canciller de la dictadura de Maduro con el claro objetivo de que pueda volver a comerciar petróleo con el mundo libre.

    Si hubiere un espejo en el cual mirar el camino al abismo hacia el que Petro conduce a la nación, nada más parecido que el de las dictaduras de Nicaragua, Venezuela y Cuba, cuyos tiranos carecen de toda vergüenza para coartar las libertades, anular la democracia y empobrecer a las gentes en el marco de una retórica del odio de clases, de revisión del pasado y de reclamarse representante del “pueblo”.

     

    Darío Acevedo Carmona, 7 de mayo de 2023

  • No son “micos” sino gorilas en el Plan de Desarrollo de Petro

    Imprimir

    Análisis sobre propuesta de Justicia Transicional en borrador del Plan Nacional de Desarrollo del gobierno Petro y de cómo la distorsión del Mecanismo no Judicial que se pretende aplicar es una distorsión del original de Justicia y Paz e iguala delitos atroces con delitos  que no lo son.

    Leer más ...

  • Ojo al 2022 (I)

    Imprimir

    Este es un ejercicio de prospección política, inédito, en el que trato de mostrar el estado del movimiento petrista y explico las razones por las cuales pensé que podría traducirse en un triunfo de su movimiento en 2022. No fue publicado en abril del año 2021 porque debía respetar la inhabilidad que tenía como funcionario público.

    Leer más ...