Un tal y desconocido “Congreso de los Pueblos” está reunido esta semana en Bogotá. Los “delegados” se han tomado instalaciones de entidades oficiales, entre ellas la Universidad Nacional de Colombia, UN, a la que han dado en llamar la “casa de los pueblos”, sugiriendo de esa manera que ellos son el “pueblo”.
Y como son “el pueblo” no necesitaban autorización de nadie para tomarse la UN y unos desconocidos dicen sin titubeos: “No pedimos permiso porque esta es la casa de los pueblos. Para entrar a tu casa no se necesita autorización”.
Según esos “voceros del “pueblo”, su presencia “busca visibilizar las difíciles condiciones que viven comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes en distintas regiones del país”, pero, claro que no demuestran en que parte de los estatutos que la rigen se consagra esa función.
Entonces, para enterrar esa pregunta, declaran con absoluta seriedad, que también se tomaron la UN para “defender el papel histórico de la Universidad Nacional como una expresión viva del movimiento popular.” Y según la crónica de la Doble W Radio de la que extraigo los entrecomillados, esos “representantes de los pueblos consideran que ”el carácter público de la universidad no es un regalo institucional, sino el resultado de luchas sociales y estudiantiles. “Que hoy la Nacional sea una de las mejores universidades del país se debe al esfuerzo del movimiento social y no a quienes quieren convertirla en una empresa”, señalaron, sin especificar quiénes son esos “quienes”.”
Ante esta situación forzada solo se ha escuchado la tímida declaración del rector Leopoldo Múnera, instalado en el cargo gracias a maniobras del presidente Petro y de su ministro de Educación, en el sentido de que dicho ingreso se hizo sin su autorización. En igual sentido habló la vicerrectora de la Sede Bogotá, llamando a los intrusos a no alterar el curso de las actividades académicas. Y listo, creen haber salvado la faena.
Se entiende que no es fácil lidiar con una multitud si se tiene en cuenta que la fuerza pública no puede ingresar a los predios para desalojarla en virtud de un veto histórico. Además, porque esa multitud de desconocidos que no solo es reconocida por sus integrantes, que no ha sido elegida por ningún pueblo en concreto, a través de actos comprobables, cuyos estatutos se desconocen, así como sus fueros, sus deberes, su financiación, etc. Solo sabemos de ellos por la bulla que hacen, por sus trilladas consignas, por sus arbitrarias acciones, por sus discursos reciclados de los altos funcionarios del gobierno y del presidente para los cuales la noción de “pueblo” se ha convertido en comodín que mágicamente explica automáticamente y por sí misma lo inexplicable, que valida lo ilegal, que autoriza la violación de la norma.
Y causa alarma que la academia, la que se supone tiene por misión sagrada la creación y divulgación de saberes y conocimientos, así como la formación de profesionales y de esa forma, contribuir a la cultura y a la construcción de nación, y todo lo demás que le está asignado en textos, normas y leyes, fruto de la experiencia y de discusiones amplias y profundas de sus estamentos y de entidades oficiales, se trastoquen en burdas y demagógicas frases de cajón, se cambien por narrativas usurpadoras que se imponen a la fuerza.
Y más alarmante es el silencio que a este respecto y sobre asuntos de tanto valor y estima, guardan las directivas actuales y la intelectualidad marxista y de la izquierda decente. No sabemos si esa “cordura” frente a tamaña agresión desde la que se intenta deformar la misión de la Universidad, tenga alguna relación con el intento, también silenciado por aquellos, de realizar una “Constituyente Universitaria” para entrar en el modo de asamblea popular constituyente
Mientras tanto, los integrantes del Congreso de los Pueblos insisten en que su permanencia en el campus no busca generar conflictos, sino servir como un espacio de encuentro, denuncia y reflexión sobre los problemas sociales que enfrentan los territorios. Muy loables y considerados con sus capaces que se alojan en hoteles de buena cama mientras relegan a su “pueblo” a las friolentas instalaciones de la UN.
Darío Acevedo Carmona 19 de octubre de 2025