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OPINION

  • Juicio por Indignidad no es golpe

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    Es el presidente Petro quien, en su afán de nunca responder o explicar los escándalos provocados por sus familiares, conmilitones y aliados, escudándose en su vaporosa ideología y remitiendo todas las culpas al pasado, ha instalado en el ambiente político el fantasma de un golpe de estado detrás del cual estarían la oligarquía, los poderosos, los medios, los políticos tradicionales, los en verdad corruptos, etc., etc.

    Y prevalido de ese artificio propagandístico se dirige a las comunidades diciéndoles que deben estar alerta para enfrentar ese “golpe” y amenazando a sus supuestos organizadores con el “ni se atrevan”, “que no se les ocurra” porque entonces, sugiere, el pueblo que considera de su propiedad, “mi pueblo”, se lanzará a las calles como en ocasiones anteriores, para evitarlo.

    De esa burda y malintencionada manera, Petro, a la vez que evade su responsabilidad en los hechos de dominio público notifica a los colombianos que él es un inamovible e inimputable, Es decir, que está por encima de la ley.

    Los hechos de amplio dominio público van desde las declaraciones de ingreso y manejo de altas sumas de dinero de origen dudoso que ingresaron a su campaña como a los bolsillos de su hijo Nicolás, hasta el relativo al miserable engaño y robo de recursos destinados a la sedienta población guajira.

    En el curso de los hechos, un abogado experto en denunciar a quienes violan las normas electorales y a quienes ocupan con indignidad cargos de elección popular, el Doctor José Miguel Abuchaibe, guajiro él, ajeno a la actividad proselitista, fue el que interpuso en mayo del 2023 una demanda por INDIGNIDAD contra la campaña presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez. Lo hizo después de examinar las cuentas presentadas por el gerente de esta, el actual presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, y descubrir que se había sobrepasado los topes de gastos contemplados en la ley electoral. La suma descubierta hasta ese momento no era muy considerable, pero, era suficiente para justificar el inicio de una investigación por parte de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes.

    El sr Roa, corrió a revisar y a hacer ajustes al informe de gastos, pretendiendo desactivar la denuncia. Sin embargo, en este año transcurrido varias cosas que es pertinente mencionar, ocurrieron. Lo primero es que, en la susodicha Comisión de Acusaciones, el presidente Petro cuenta con una aplastante mayoría de congresistas que se dedicaron a traspapela y a dilatar la investigación, violando el debido proceso.

    En segundo lugar, varias nuevas irregularidades salieron a flote: aportes  de sindicato de maestros, Fecode, de la USO y pagos a centenares de testigos electorales no declarados, y el más reciente del avión enredado en temas de narcotráfico puesto al servicio de a campaña Petro Presidente y a las de algunos congresistas del Pacto Histórico. También, la intervención del Consejo Nacional Electoral que está ad-portas de presentar un documento de acusación contra la campaña por superación de los topes. La denuncia tomó, entonces, mayor validez a los ojos de la opinión pública.

    Pero, lo que le ha dado celeridad al trámite investigativo en la Comisión de Acusaciones, fue la denuncia interpuesta por el Dr Abuchaibe ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, por violación del debido proceso, que se hizo sentir en Corte Suprema de Justicia. Este órgano judicial, encargado de procesar a los miembros del Congreso, inició proceso contra los integrantes de dicha Comisión por prevaricato y obstrucción del debido proceso. Las marchas  masivas de gentes de todas las clases y condiciones en todo el país, a su vez, han dejado sentir su peso.

    La consecuencia es que la Comisión de Acusaciones avanza por estos días en lo que es su deber, llamar a testigos, revisar cuentas, recibir el informe del Consejo Nacional Electoral y preparar el informe, no su juicio, a la Cámara de Representantes en pleno que habrá de tomar una decisión.

    El juicio, cabe aclarar, no es de carácter penal, sino que es un juicio por indignidad, por violación del artículo 109 de la Constitución que, de resultar condenatorio obligaría a la renuncia del primer mandatario. Siendo así las cosas, lo que se insinúa contra el presidente como un hecho indetenible no es un golpe blando, mucho menos, duro, sino un procedimiento legal contemplado en la Carta de Derechos del país.

    He aquí el contenido del artículo 109 modificado por el artículo 3 del Acto Legislativo 1 de 2003, que además nos da la sensación certera de que nadie, absolutamente nadie, en una democracia, puede considerarse por encima de la Ley: “…la violación de los topes máximos de financiación de las campañas, debidamente comprobada, será sancionada con la pérdida de investidura o del cargo…”

    Darío Acevedo Carmona, 8 de mayo de 2024

  • Petro imita a Chávez, constitución en peligro inminente y Dìa del trabajo distorsionado

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    Petro con su apelación demagógica al "pueblo" pretende abolir de facto varios artículos de nuestra Constitución 109 relativo a violación de topes de campaña, 374 a 379 sobre requisitos, y formalidades para reformar la constitución. Petro se autonombra intérprete de ese pueblo que va a las plazas para hacer añicos la constitución vigente. ¿Estará ensayando, como en 2021, un golpe de estado apoyado por lo que él llama "un proceso constituyente popular" que según él, está por encima de la Carta que nos rige.

    La irresponsable, aventurera, revolucionaria e incitadora intervención de Petro hoy 1° de mayo, debe ser vista y recibida como la más clara prueba de su intención de mantenerse en el poder más allá de 2026. ¿Necesitan algo más contundente los que aún dudan de la catadura dictatorial de Petro, quienes aún no se deciden o no quieren entender que llegó el momento de sumarse a la lucha contra la imposición del fracasado socialismo bolivariano en Colombia?

    Una marcha o una concentración, por masiva y vocinglera que sea, no podrá absolver los abrumadores hechos de corrupción en que están involucrados el presidente y varios de sus más altos funcionarios. En Colombia, la masa no reemplazará a los tribunales y a los jueces.

    Darío Acevedo C. 1° de mayo de 2024

     

    Día del trabajo distorsionado

    El primero de mayo en Colombia y en la mayor parte del mundo es un día dedicado a los trabajadores, a la clase obrera y al trabajo a través del cual se honra la memoria de las víctimas masacradas durante una huelga en Chicago, USA, en 1886. Es, por tanto, una jornada conmemorativa en la que los asalariados desfilan con sus consignas, sus banderas y sus cánticos.

    En nuestro país se reconoció como día festivo de carácter cívico en el año 1937 por iniciativa del senador, intelectual socialista y liberal Gerardo Molina. Quiero resaltar un hecho inmodificable que da cuenta de la singularidad de dicha fiesta, la misma que es aplicable a cada día-homenaje a muy definidas personas y hechos a los que se les otorga un gran valor o significancia histórica

     Quiero decir, el 1° de mayo es el día del trabajador o del trabajo y no el día de la raza o el de la independencia nacional o el de una batalla. Esas características son inalterables.

    De modo que, la pretensión convertida en hecho por el presidente Petro de hacerse presente en los actos de ese día al lado de los sindicatos es una absoluta intromisión en cuanto el cargo que él representa nada tiene que ver con lo que se evoca y rememora. Significa, ni más ni menos que Petro al alterar con su presencia oportunista con la que busca generar apoyos populares a su fallida y desastrosa gestión, no solo distorsiona la esencia de esa jornada, si no que termina siendo un insulto a sus verdaderos protagonistas.

    Como si fuera poco el daño que ocasiona con su burdo papel de agitador de masas, Petro, el gran neocolonizador de comunidades indígenas a las que ha corrompido con su ideología trasnochada y fracasada, trae, otra vez, a Bogotá, a la guardia indígena que nada tiene que ver con la efeméride de los obreros. De esa manera, es múltiple el daño y el insulto que se encierra al impregnar el festivo en beneficio personal.

    Por ello, merece un aplauso la Confederación General del Trabajo, CGT, por su digna decisión de no marchar con el presidente y no dejar desdibujar un día que es de los trabajadores y solo de ellos.

    Darío Acevedo Carmona, 30 de abril de 2024

  • La retórica de Petro es basura

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    ¿Es posible y necesario que los colombianos tengamos a la mano una caracterización satisfactoria de lo que expresa constantemente, en todo tipo de auditorios y de públicos el presidente Gustavo Petro? Por parte de dirigentes políticos, analistas y columnistas y en redes, en marchas y recintos académicos se han lanzado apreciaciones u opiniones que describen el contenido de su parlamento como demagógico, populista, verborrágico, culebrero, mitómano, indecoroso, diletante, ofensivo, provocador, entre otros calificativos.

    Considero que quienes gozan de un alto o mediano nivel de formación educativa y cultural no están obligados a refutar cada frase pronunciada de manera ligera, sin demostración, sin asidero o inspirada en momentos de ebullición de los jugos gástricos y de los bajos instintos. Por ejemplo, no hay por qué escribir un texto muy elaborado para refutar a quien dice que el mundo esta gobernado por dos tribus de extraterrestres, o a quien, como en el caso de Petro, preso de su rabia con las marchas del 21A sale a descalificarlas asociándolas con el paramilitarismo, el narcotráfico, la corrupción, la violación de los derechos humanos, etc. 

    Sin duda, es necesaria la crítica elaborada ante tantas arbitrariedades y estupideces justificadas con pobre retórica. Y a fe que quienes lo han hecho, han demostrado la incoherencia, la falta de seriedad, el deseo de enredar, de distraer, el ánimo de pelea, la insensatez, la irresponsabilidad, la grosería que, de forma sistemática, exhibe el presidente Petro en todo tipo de intervenciones.

    Petro echa discursos contra los hidrocarburos, cual profeta advierte el fin del mundo, posa de científico, de líder mundial contra el cambio climático, de profesor que con lápiz en mano educa a su auditorio, de economista, de filósofo, de historiador que destruye de un plumazo nuestro relato fundacional.

    No es improcedente demostrar la falsedad e impertinencia de sus teorías y decires, para hacer ver las devastadoras consecuencias de sus locos y extraviados empeños.

    Opino que todo lo que sale de su boca está impregnado de un vacío de sustento, de ligereza y de espontaneidad que encubre su altísimo grado de ignorancia, y así mismo, de irresponsabilidad cuando desliza el insulto y la mentira en el debate político.

    Petro usa y abusa del lenguaje como cualquier charlatán de cafetín, no alcanza la altura de la retórica de un presidente, se contenta con el empleo de adjetivos y fraseología disociadora para ofender y distraer. Día por día lanza elucubraciones que suscitan escándalo. Cada vez se parece más a Chávez y a Maduro cuyos discursos abundan en diatribas, difamaciones, estrechez de pensamiento y en banalización del lenguaje. A este estilo debemos llamarlo adecuadamente: retórica basura, no sirve para nada bueno, estorba, es desagradable y puede ser dañina para la salud.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de abril de 2024

  • No subestimar a Petro

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    Casos se han visto en la historia y en el presente, de gobernantes sobre los que amplios sectores tenían una imagen de menosprecio, incapacidad y eran objeto de burlas que, sin saberse cómo, alcanzaron un poder inmenso e incontrolable desde el que hicieron gravísimo daño a sus países y a la humanidad.

    En el siglo XX, para no ir más lejos, hay varios ejemplos patéticos de ese tipo de personas a las que en principio no se les daba mayor credibilidad para ejercer poderes y dirigir multitudes. En este breve escrito me referiré a algunos casos en los que hubo una manifiesta subestimación del peligro que ellos representaban.

    En Alemania, por ejemplo, luego de la república de Weimar de los años veinte del siglo pasado, venida a menos por el que significó un humillante tratado (Versalles, Francia) fin de la primera guerra mundial, surgió un personaje risible que predicaba la superioridad de la raza aria y una ideología redentora de la grandeza perdida. Adolfo Hitler, un simple suboficial del ejército prusiano creó el partido nacional socialista (nazi) cuyos miembros se uniformaban, desfilaban a la manera militar, eran agresivos y se guiaban por unas cuantas consignas. Pocos vieron en él y en su partido un peligro. En las elecciones de 1933 ningún partido tradicional alcanzó a formar gobierno (sistema parlamentario). El presidente de entonces, Paul Hindenburg designó canciller a Hitler. Sabemos lo que vino después.

    Otro caso en el que un personaje de baja reputación en su partido, el marxista bolchevique de la Rusia zarista accede al poder por una vía inesperada fue José Stalin. Nombrado secretario general del partido que gobernaba dictatorialmente desde 1917, en un cargo administrativo considerado de menor rango. En el partido, a la muerte de su jefe indiscutido, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, en 1924, se disputaban el poder, dirigentes prestigiosos como León Trotsky, Nicolás Bujarin, Kamenev, Rádek, Sinoviev, etc. La lista de sucesores que hacían parte del politburó era de 19 en total, y Stalin que no era ruso sino georgiano, de origen muy humilde, poco educado, malos modales, asaltante de caminos para la revolución, ocupaba el último lugar. Ese hombre preso en su paranoia se encargó de eliminar a más de 300 miembros del Comité Central en el lapso de 13 años, decapitó el ejército en 1937-38 dejando expuesta a la URSS al ataque de las tropas hitlerianas. Su poder fue tan enorme y violento que se le responsabilizó de la muerte de seis millones de ucranianos por hambre en los años 32 y 33, de miles de adversarios de su entorno y de muchas otras atrocidades. Un don nadie se tornó en arquitecto del nuevo orden mundial de la posguerra de los años 40 y artífice de la derrota del nazismo, junto con Churchill y Roossevelt.

    Hay más casos en el mundo de infravalorados que se tornaron en líderes supremos y que causaron innumerables daños a sus países, cito ejemplos latinoamericanos.

    A mi mente viene la trágica experiencia de Cuba, que, siendo gobernada por el dictador Fulgencio Batista, pasó a manos de un hombre cuya máxima virtud radicó en su espíritu aventurero y en su desbordada lengua. Fidel Castro intentó tomarse el poder en un burdo ataque al cuartel Moncada, fue enjuiciado y condenado, pero, subestimado, recibió la gracia del indulto. Una vez en libertad organizó una guerrilla para derrocar a Batista. Atrajo a la dirigencia liberal y demócrata con un discurso martiano. Su triunfo el 1° de enero de 1959 fue recibido con júbilo, pero, a poco andar dio comienzo a una dictadura socialista que aún subsiste y que llevó a su pueblo a vivir en la miseria, sin libertades y sin democracia hasta el presente, 64 años de oprobio.

    América Latina ha sido territorio fértil para todo tipo de dictaduras y dictadores, fenómeno que ha sido registrado en obras de reputados literatos. Entre quienes fueron subestimados y luego se convirtieron en tiranos exhibiendo una gran capacidad destructiva e impusieron ideas y proyectos económicos fracasados, el campeón es Hugo Chávez Frías quien fue indultado por el presidente Rafael Caldera después de haber sido condenado por su intento de golpe de estado en 1992. Nadie le podrá disputar el pedestal de haber convertido, con ayuda de su sucesor, el inepto, corrupto e ignaro, también subestimado, Nicolás Maduro, el país más rico en petróleo en el mundo en uno de los más pobres de América, donde escasea lo que más abunda.

    Podríamos incluir en esa deshonrosa lista a personajes como Ortega, Correa, los Kirchner, López Obrador, pero, es suficiente con los mencionados para demostrar cómo se han equivocado los pueblos al recibir con aclamaciones, votos y fervor el verbo redentor de esos falsos profetas. Y para que en Colombia se entienda el peligro latente que vivimos bajo el mando de Gustavo Petro, quien se insinúa con claridad, como uno de los más letales demoledores de nuestro estado e institucionalidad y quien llegó donde está, gracias a la ingenuidad de quienes subestimaron su capacidad destructora, su desbocada verborragia, su habilidad para crear cortinas de humo sobre sus fracasos y acusaciones por corrupción. Estamos advertidos, pero aún no condenados, siempre y cuando no lo subestimemos.

    Darío Acevedo Carmona, 17 de diciembre de 2023

    Esta columna reaparecerá en enero de 2024, entretanto feliz Navidad y prosperidad en el Año Nuevo les deseo a mis lectores.

  • La jerga resentida e hipócrita de Gustavo Petro y Francia Márquez

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    De manera reiterada congresistas de sectores de izquierda, ministros del actual gobierno, el presidente Petro y la vicepresidente Francia Márquez, se refieren en muchas de sus intervenciones públicas, con desdén, rabia y odio a las elites y a los poderosos de Colombia a quienes responsabilizan de lo que ellos llaman “las injusticias sociales”, “la esclavitud”, “la gran desigualdad social” y otras atrocidades.

    Como si por ser gobierno no estuvieran obligados por taxativas normas constitucionales a gobernar y proceder en todos sus actos con un espíritu de unidad nacional, de entender que somos una sociedad diversa y democrática y como si no fuera por tales condiciones que han llegado a donde están, precisamente, por ellas.

    En las campañas políticas de plaza pública es muy común que se apele a ese tipo  de lenguaje  que abre brechas y crea una atmósfera de combate. Es el esfuerzo por diferenciarse del otro, de ese otro al que se le achacan todos los males y todo lo negativo.

    A lo que quiero llegar es a que entendamos el significado de esos términos en cuanto nos permite ver todo lo que hay de falsedad, hipocresía y doble moral en los discursos de los primeros mandatarios del país.

    Elites quiere decir sectores destacados de diferentes grupos de personas que ejercen un liderazgo, que marcan derroteros, señalan metas precisas, explican o muestran cómo es posible alcanzarlas. Aunque no faltan aquellos que se aprovechan del liderazgo para generar todo lo contrario, para dividir, para violentar al adversario o degradarlo, para estigmatizarlo, que es lo que la mayoría de los colombianos vemos casi a diario en las actuaciones del presidente y la vicepresidente.

    Ellos se regodean hablando contra las elites sin reconocer que son parte de ellas, el presidente Petro, por ejemplo, se ha colocado al frente de una amplia convergencia de agrupaciones y tendencias de izquierda, y, la vicepresidente Francia Márquez lo es de las comunidades afro, aunque varios sectores la han desautorizado en razón de sus poses de falsa víctima y por el engreimiento que trasluce al hablar, además, con un tono de resentimiento.

    Sobre la referencia despreciativa a lo “poderosos”, o también los “riquitos blancos”, a los banqueros, los grandes finqueros, los ganaderos, los azucareros, los caficultores, últimamente a los de El Poblado de Medellín y empresarios de Barranquilla, en particular, el presidente Petro se deleita impulsando sentimientos de odio de clase. En actitud a todas luces irresponsable les achaca crímenes, robos, alianzas con el narcotráfico, creación del paramilitarismo, generación de miseria y hasta de esclavitud, autoliberándose de la obligación de demostrar lo que afirma. Es decir, quiere hacer ver que sus temerarias afirmaciones son ciertas porque él las dice.

    Tanto Petro como Francia sostienen un discurso sobre nuestra historia a la que despachan en una frase de cajón, se consideran “el cambio” en contra de 200 años (según Petro) o 500 (según Francia) en los que “as elites y la oligarquía” gobernaron sin “hacer nada”. Ellos ahora dicen ser el “pueblo” al que dicen representar y defender porque ellos lo declaran, y lo empoderan demagógicamente otorgándole poderes constituyentes y fuente legitima de su deseada continuidad en el poder más allá de 2026.

    En este punto, podemos detectar una posición hipócrita ya que ambos, claramente, hacen parte de ese sector que nombran como los poderosos que, en ocasiones llaman “oligarquía”, ellos dos, en particular Petro, reciben un salario que solo se les reconoce a los más altos dignatarios del estado, cuentan con el apoyo de numerosos empleados, tienen equipos humanos para su seguridad, naves aéreas y vehículos para sus desplazamientos, iguales a las de aquellos que critican en plazas públicas. Petro no le ha dado un golpe a la tierra, pero es un poderoso de la clase política y como congresista se ha lucrado por más de 30 años.

    Ofenden el pudor público con su lengua incendiaria, con su falta de coherencia y consistencia cuando por ejemplo se refieren a la corrupción siendo que recibe dineros en bolsas a hurtadillas, y han sido señalados de recibir sumas de dudosa procedencia  de personas relacionadas con el narcotráfico como el “hombre Marlboro”, han violado los topes de gastos de su campaña presidencial con dineros de sindicalistas y aportes de un gran capitalista y contratista del estado, el señor Torres, cabeza de un “poderoso” clan.

    Y aunque Petro se infla diciendo que todos sus opositores son aliados del narcotráfico y el paramilitarismo, nombra gestores de paz a jóvenes bandidos para que no maten, limpia el rostro de miembros de la primera línea, debilita a la Fuerza Pública y anuncia que invitará al palacio de Nariño a uno de los más crueles jefes del paramilitarismo que no ha reparado una sola de las víctimas que por miles causó.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de marzo de 2024

  • La destrucción del relato fundacional y la historia

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    El proyecto del Foro de Sao Paulo al que aludí en columna anterior, orienta a sus integrantes a revisar las versiones históricas de carácter fundacional de sus países. Por historia o relato fundacional, entendemos algo que todo país y nación poseen, un conjunto de elaboraciones míticas y rituales que procuran establecer y afirmar lo que hay de común en sentido identitario a una población.

    Ahí encontramos personajes reales específicos, acontecimientos heroicos, fechas de especial significación y recordación, símbolos como la bandera, el escudo y el himno nacional cuyas notas y letras son específicas, distintivas en cada país. En general, estos elementos no están sujetos al debate, pues no se cambia de nacionalidad de manera caprichosa como no se cambia de familia ni de lugar de nacimiento. Como afirmó el filósofo francés Ernest Renán, la nación es una historia común, es un sentimiento, es un alma, un principio espiritual, un rico legado en recuerdos, un deseo de vivir juntos, la voluntad de continuar haciendo valer la herencia que se ha recibido indivisa, es la consecuencia de un largo pasado de esfuerzos, de sacrificios y de desvelos. El reconocimiento a los antepasados nos ha hecho lo que somos. Algunos la llaman historia patria o cívica y se educa a los niños desde la temprana infancia en la escuela primaria.

    Esa historia es diferente a la historia académica que requiere una formación profesional o una dedicación profunda de parte de personas con algún grado de preparación. En las universidades del mundo se otorga grado universitario básico, de magíster y de doctorado.

    Esta es una disciplina de las ciencias humanas que se caracteriza, entre otras cosas, por su dinamismo, por estar sujeta a contrastación, constatación y por supuesto a debate. La especulación en ella está reglada por requisitos establecidos en el campo disciplinar y siempre sus productos en tesis, libros o ensayos deben estar soportados en fuentes y elaborados en un estilo dialéctico, demostrativo. También se basa en hechos, fechas, lugares, personajes, sociedades y países.

    Dicho esto, que no es, ni de cerca, todo lo que se ha dicho al respecto, a donde quiero llegar es a mostrar el atropello que, desde distintas corrientes de izquierda, de inspiración marxista, y hoy en día desde el gobierno de Gustavo Petro, se pretende imponer al revisar, cuestionar y hasta destrozar tanto nuestra historia fundacional como la naturaleza abierta y científica de la historia académica.

    El primer gran pecado o absurdo cognitivo del marxismo radica en pretender mirar y entender el pasado a la luz del paradigma de la lucha de clases. No hay duda sobre la gran influencia de distintas formas de entender el marxismo entre la comunidad de historiadores colombianos e incluso de otros países. En ese manantial beben los que cometen la arbitrariedad reduccionista de referirse al pasado para plantear una revisión moralista de lo sucedido décadas y siglos atrás para concluir en la consigna de la deuda histórica. Recordemos el discurso de Petro sobre ese asunto en España. Una actitud anacrónica pues busca aplicar a otras épocas ideas, valores y principios de creación y aceptación reciente.

    El presidente Petro, que no es, ni de lejos, mucho menos de cerca, un historiador, omitiendo que su voz tiene carácter oficial, algo que él parece no haber entendido, ha lanzado tesis asombrosas por desquiciadas que terminan borrando las profundas diferencias entre los tiempos, de ahí que sigamos siendo “esclavistas”, que la independencia fue obra de una “oligarquía”, que la violencia liberal conservadora fue motivada por el tema de la propiedad de la tierra, su negacionismo de una de las más grandes evidencias de crímenes incomparables por su crueldad como lo fue el holocausto judío, abuso que conduce a revictimizar al pueblo judío.

    Petro y su élite asesora no pierden ocasión para causar estropicios tanto al relato fundacional, es decir, a nuestros sentimientos comunes de identidad, como para fungir de historiadores académicos y lucir galas en sus mediocres, simplistas y absurdos discursos ante públicos respetables. Ellos no entienden o no lo quieren aceptar que, al proceder de esa forma, están creando verdades oficiales propias de regímenes dictatoriales.

    Y ahí sí nos tenemos que remitir a la historia reciente de dictaduras comunistas que se caracterizan por establecer verdades oficiales que circulan como dogmas inobjetables, desde los cuales se justifica borrar personas y hechos, se recrean o inventan otros, se crean nuevos héroes y algunos hechos son magnificados para deslumbrar y suscitar odios y falsos hitos. Stalin, p.e. borró a Trotsky, a Bujarin y a otros dirigentes bolcheviques de la historia de la revolución rusa de 1917. Fidel Castro hizo lo mismo con decenas de intelectuales, empresarios y escritores que fueron encarcelados o tuvieron que huir de la persecución por sus opiniones. Acá en Colombia, nos quieren hacer creer que el surgimiento de las guerrillas fue causado por la exclusión de la dictadura del Frente Nacional y no como expresión de proyectos políticos influenciados por experiencias revolucionarias comunistas de distintos centros de poder como la URSS, China y Cuba.

    Temas de gran trascendencia a los que prestamos poca atención. Nos voltean la bandera al revés en la cara y nos quedamos impávidos

    Darío Acevedo Carmona, 10 de diciembre de 2023

  • Colombia en demolición

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    En medio de la tragedia que vivimos los colombianos reconforta que estemos despertando del letargo y sacudiéndonos de falsas expectativas con respecto al gobierno de Gustavo Petro, no solo por lo que dicen las encuestas sino también por el ingenio popular para hacer sentir su descontento desde los estadios, los eventos multitudinarios, las reuniones, y otros espacios.

    La porfía de este presidente que, en mala hora llegó al palacio de Nariño, parece no tener límites. Ha sido manifiesta en múltiples acciones, medidas, proyectos y declaraciones que, para muchos, es una demostración de locura propia de un iluminado que ya no solo quiere “salvar” a Colombia sino al mundo. Aunque algo de ello es real, no podemos contentarnos con ese diagnóstico que se revela insuficiente.

    No voy a mencionar una vez más lo que muchos comentaristas ya han dejado en claro acerca del proceder de quien se ha aliado con sectores de la casta política enemiga, se ha aprovechado de sus mayorías en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes para evadir el juicio que se merece por hechos de corrupción mencionados por su hermano, uno de sus hijos y su jefe de campaña, Armando Benedetti. Por los dineros encaletados con suicidado de por medio y rehabilitación de la funcionaria comprometida en esas maniobras. Tampoco es necesario hablar de sus ausencias que han dado lugar a cartas como la enviada por María Jimena Duzán.

    Son muchas las aberraciones, abusos de poder y arbitrariedades en que ha incurrido y son de tal calado que, amerita el juicio político de destitución. Pero ¿qué es lo que representa este personaje con ínfulas de líder mundial de la causa del combate al cambio climático? No basta decir “es un lunático”, o un “sicópata” o “un corrupto” o que tiene adicciones como algunos han afirmado.

    Petro es ante todo un líder en el campo de la izquierda marxista, de esos que no se quieren etiquetar como tal y por ello se asume cual profeta del desastre de la humanidad culpando a los países imperialistas y los ricos del planeta.

    Petro es el portaestandarte en Colombia del proyecto estatista y socializante del Foro de Sao Paulo, forjado por Fidel Castro y Luis Ignacio Lula Da Silva en los años noventa como alternativa latinoamericana al desastre del comunismo.

    Por tanto y por ello, debemos entender que Petro es una ficha, relevante, de ese proyecto en Colombia, el cual señalaba la vía democrática y electoral en la lucha el poder e iniciar desde ahí una paulatina o acelerada, según las condiciones, demolición del viejo orden, la institucionalidad, de concentración del poder con amaños y fraudes electorales, de dividir o fracturar el campo enemigo, de estatizar la economía.

    Esa película la estamos viendo con diversos niveles de logros y momentos, en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, México y ahora Colombia.

    Sus líderes dominan la teoría leninista del poder. Entienden que las fuerzas armadas son el sostén de los regímenes imperantes y temen ver malogrado su ascenso por golpes de estado, aunque utilizan como ventaja que hoy en día no son viables por razones geopolíticas. Ponen en marcha medidas para anular cualquier posibilidad de levantamientos armados en su contra, lo hacen promoviendo su debilitamiento a través de medidas desmoralizantes, también de la decapitación de los mandos más capacitados y de mayor liderazgo o si se quiere, de la corrupción rampante como ha ocurrido en Venezuela.

    Petro ha contado con Iván Velásquez, un personaje funesto pero eficaz en la misión de humillar las Fuerzas Armadas no solo en su combate a los grupos armados irregulares, sino llamando a calificar servicios a varias decenas de altos oficiales, ganando el favor de oficiales incondicionales como el director de la Policía y el del Ejército, con su proyecto de “paz Total” y con los primeros ensayos de adoctrinamiento con sus discursos ofensivos y atizadores del odio de clases cuando les habla a las tropas.

    No es que sea un loco a secas, un corrupto o un inepto, de lo que ya nos ha dado pruebas, sino que es el agente de un proyecto revolucionario con el que está adelantando, contra viento y marea, la tarea de demolición del estado, de la economía, de la institucionalidad, de la separación de poderes, y, abriéndoles espacios al Eln, a las neo Farc, a grupos criminales, al designar gestores de paz a comandantes del antiguo paramilitarismo y financiar a jóvenes para que no maten, que más tarde podrían ser usados en estructuras paramilitares revolucionarias. Trata de controlar ideológicamente la educación, de hacer ensayos de estatización de empresas, de empobrecer a la clase media en el marco de su teoría del decrecimiento y de quebrantar la política exterior del país. En suma, arrasar todo lo “viejo”, cosa que en otras palabras significa, hacer una revolución.

    Darío Acevedo Carmona, 3 de diciembre de 2023

  • ¿Nace una nueva internacional roja de capa gris?

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    Ucrania, Hamas, Irán, Israel, USA¿Qué es lo que está uniendo a las izquierdas en el mundo? ¿Estaremos en presencia de la refundación de una internacional, no comunista porque hoy es motivo de desprestigio, pero sí roja en todo caso? En las asambleas generales de las Naciones Unidas, desde hace años los pocos estados y gobiernos que se definen como marxistas logran reunir en su favor a otros en sus propuestas de apoyo a la Cuba comunista y en contra del llamado “bloqueo imperialista”, al que culpan de la miseria reinante en la isla al cabo de seis décadas de socialismo.

    Después de la caída del Muro de Berlín (1989) y la implosión de la URSS (1991) las tendencias comunistas entraron en franca disolución. Pero no faltaron dirigentes y movimientos procomunistas que se negaron a aceptar tal derrumbe. En América Latina, Fidel Castro, uno de los más perjudicados, se unió a Lula da Silva para crear el Foro de Sao Paulo, una especie de tabla salvavidas que debía mostrar una nueva cara a los pueblos de la región. Sin renunciar a la doctrina, optaron por acercarse a movimientos e idearios con los que eran adversos años atrás, por ejemplo, con la llamada ola LGTB, con ecologistas, globalistas, socialdemócratas y en general con tendencias que se hacen llamar progresistas.

    El Foro de Sao Paulo ha sido exitoso en cuanto bajo sus banderas antineoliberales, reformistas, estatizantes han llegado al poder en varios países, iniciando con Chávez en Venezuela y Lula en Brasil.

    En un plano más amplio, la nueva izquierda que, solapadamente sigue siendo comunista, se alía o se acerca a gobiernos dictatoriales como el de China, Corea del Norte, también a otros que no son rojos, pero sí claros enemigos de Occidente y en especial de los Estados Unidos como Irán y Rusia, bajo cuya sombra obtienen armas a la vez que les abren sus economías y firman acuerdos de cooperación militar.

    En la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania no han dudado en apoyar o cuando mucho, pasar de agache ante la invasión rusa y sus graves crímenes de guerra. De nuevo, el criterio que los mueve es el odio a USA y a la OTAN.

    La reciente operación terrorista del grupo fundamentalista islámico Hamás que gobernaba la franja de Gaza, es un evento en el que esta nueva internacional roja y progre ha dejado en claro su doble racero moral sobre el carácter universal de los derechos humanos.

    Pocos países han condenado el artero ataque contra Israel. Como lo recuerda la analista  Marina Rosenberg al preguntar “¿A dónde se encamina la brújula moral de los líderes en Latinoamérica tras la barbarie de Hamas?” En su interesante escrito, ella ilustra y exalta la posición de unos pocos países que se pronunciaron condenando el brutal ataque de Hamas. Pero, también señala que se escuchan “… ¡voces (que) matizan, relativizan o justifican la matanza del 7 de octubre. ¡Y hasta la han apoyado!” y se lamenta por las de Brasil Nicaragua, Cuba, Venezuela y Colombia que han condenado el derecho de Israel a defenderse.

    En la pantalla mundial se va aclarando lo que antes era impensable, como que comunistas tipo Melenchon en Francia y los dictadores Maduro y Ortega, se unan a gobiernos ultra religiosos y violadores de principios vigentes como las libertades individuales, el rechazo a la discriminación por razón de género, raza o religión, como los de Irán, el emirato de Qatar y la dictadura de Siria que tienen por meta la destrucción del estado de Israel. Están con el eje del mal: Rusia, Irán, China, Corea del Norte

    Se ha conocido una carta cercana a un millar de académicos e intelectuales advirtiendo del supuesto peligro que para la democracia y las libertades representaría el triunfo de Javier Milei en las presidenciales de Argentina. Hay que reconocer que las firmas hacia estas causas han crecido, el rojo atrae como el imán a quienes creen que el saber está del lado de ese color. Sostienen, entre otras razones que: ““Ante la posibilidad real del fin de la democracia, de los derechos humanos y de la educación como recurso y horizonte, ya no caben la neutralidad o el voto en blanco que terminará favoreciendo al candidato de ultraderecha”, que comparada con la realidad es un total absurdo, va contra toda evidencia en cuanto quien ha defraudado a ese país, el que ha llevado a una hiperinflación del 140%, el que ha causado empobrecimiento de más del 40%, el que ha agigantado el estado a base de subsidios y corrompido el estado hasta los tuétanos, es el populismo kirchnerista. Estos académicos que no han dicho una palabra ni expresado una crítica contra los dictadores de Nicaragua, Cuba y Venezuela, ¿dónde tienen el norte moral?

    En síntesis, esta nueva internacional nos muestra la antes impensable unión de países de cultura Occidental con gobiernos musulmanes en sus expresiones más ortodoxas, así, mismo, esa rara alianza tiene en común que se teje en el odio visceral a los Estados Unidos, en el rechazo a la economía de libre mercado, en sus tendencias dictatoriales, en el antisemitismo y odio a Israel, en la destrucción de nuestra historia y en la pretensión de crear un mundo de fantasía.  

    Ver artículo completo de M. Rosenberg: https://www.infobae.com/america/opinion/2023/11/12/a-donde-se-encamina-la-brujula-moral-de-los-lideres-en-latinoamerica-tras-la-barbarie-de-hamas/

    Darío Acevedo Carmona, 19 de noviembre de 2023

  • Niños y civiles escudos de grupos ilegales

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    Desde la década anterior la sociedad colombiana ha visto escenas en las que grupos de pobladores, indígenas, campesinos y otros, rodean, acorralan, insultan, humillan, amenazan, hieren y hasta asesinan a soldados y policías que entran a territorios en cumplimiento de misiones oficiales.

    No existe disposición legal que les impida hacer sus operativos, es todo lo contrario, las unidades tienen un mandato legal, es parte de sus funciones y no hacerlo puede derivar en sanciones. No hay territorio ni población ni puede haberla, vedada a operativos oficiales de los agentes del estado.

    Pero, los cercamientos a los agentes oficiales se han convertido en algo común, incluso, ha habido casos en los que son robados en sus pertenencias, sus armas y amenazados con garrotes y armas cortopunzantes.

    Tarde, pero, al fin de cuentas, más vale, existe la suficiente evidencia de la manipulación que grupos armados ilegales como guerrillas o bandas criminales ejercen sobre los pobladores para que hagan este tipo de asonadas so pena de ser castigados.

    Esta percepción del problema explicaría su repetición en zonas altamente conflictivas o allí donde se  llevan a cabo cultivos ilícitos y dichos grupos tienen intereses directos para su financiación y demás actividades de confrontación con la Fuerza Pública. Y es grave porque de tiempo atrás dichas guerrillas y grupos o bandas han buscado ser reconocidos como contrapartes del estado en el marco de un conflicto armado.

    En medios académicos, políticos y en programas de opinión se alega a fondo para caracterizar la situación de violencia en el país como un conflicto armado. El estado, con fines de legitimar negociaciones con guerrillas ha aceptado tal calificación. Sin embargo, sectores afines o simpatizantes de esas guerrillas, históricamente, no han cesado de mostrar que dichas agrupaciones son encarnación de los intereses de la población y que son víctimas del estado, actitud que contradice, de hecho, la noción de conflicto armado que en términos del DIH, es definido como la confrontación entre dos partes armadas, con mando y cierto control de la población y sobre el territorio.

    De acuerdo con las estipulaciones del DIH, una prohibición cuya violación conduce a un crimen de guerra es que se recluten menores de edad, y peor, que esos menores sean uniformados, reciban instrucción militar y sean puesto en primera línea en una confrontación con el enemigo. Sobre el tema abundan las evidencias de que tal proceder es un hábito de las guerrillas colombianas. Como lo viene siendo, también, la instrumentalización de población civil para rodear, inutilizar, vejar, secuestrar y expulsar a unidades de la Fuerza Pública.

    Como quiera que esos hechos nada tienen que ver con la protesta social o con la lucha por reivindicaciones puntuales, sino con el hecho militar en sí, es decir, con la expulsión de soldados y policías de sus zonas y que ello favorece a esos grupos armados para obtener ventajas en sus acciones ilegales, es claro que al igual que ocurre con los menores instrumentalizados, que son convertidos en objetivo militar, ahí la responsabilidad o culpa no es del estado sino de esas agrupaciones armadas ilegales, pues son ellas las que forzan a menores y a civiles adultos a proceder agresivamente contra los agentes del estado y convertirlos en escudos para no ser atacados, ganar posiciones, asegurar ocupación y control de áreas e infraestructura, que, en casos de conflicto armado, pueden dar lugar a pensar que esas acciones manipuladas por las guerrillas sean vistas como actos de guerra.

    Un soldado o policía, en zona de combates, donde se supone está presente el enemigo armado, puede verse obligado a defender su integridad y su arma, de la que depende su vida, como una amenaza o un ataque fraguado por las guerrillas.

    Por fortuna, los agentes oficiales han aguantado con gran estoicismo hechos tan graves en vez de hacer uso de sus armas, lo cual habla muy bien del espíritu humanitario en el que se han formado. Pero, es muy alto el riesgo de que en alguna de esas situaciones se desencadene una tragedia, en cuyo caso, los colombianos no nos podemos equivocar en señalar a los culpables de lo que suceda que, no son otros que las guerrillas ya acostumbradas a escudar su accionar o su presencia entre los pobladores infiltrándose o disfrazando de indígenas y campesinos a guerrilleros.

    Que quede claro pues, que es por disposiciones del derecho internacional humanitario que, reclutar, alistar y llevar a combates a menores de edad u obligar a civiles a que lo hagan, bajo amenazas, constituye un crimen de guerra de las guerrillas que ponen en peligro la vida e integridad de esos menores y civiles al conducirlas a encarar y agredir a miembros de la Fuerza Pública.

    Ojalá tomen nota de estos delitos las oficinas de la ONU, la OEA, las misiones de Derechos Humanos y ONGs y exijan a quienes así están procediendo cesar en tales conductas criminales.

    Darío Acevedo Carmona, 12 de noviembre de 2023

  • Resultados electorales, euforia y perspectivas

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    Las circunstancias del momento que vive el país hicieron de las elecciones del pasado 29 de octubre una especie de prueba de fuego sobre la gestión del presidente Petro. En efecto hubo señales en tal sentido, conviene ser muy puntuales en reconocer los eventos en los que las disímiles y numerosas fuerzas opositoras lograron victorias contundentes e impactantes.

    Sin duda, la derrota en Bogotá de Gustavo Bolívar principal aliado del presidente tiene un significado muy especial dados los esfuerzos y abiertos apoyos del gobierno en pro de su candidatura. Todo un fiasco perder a Bogotá, la ciudad capital en la que las izquierdas siempre han sido decisivas y en varias ocasiones triunfantes. Las consecuencias se han empezado a ver desde ya, fuego amigo, divisiones, inculpaciones y, pérdida de influencia y poder sobre la alcaldía.

    Casi en el mismo nivel de frustración para el petrismo son los resultados negativos en Medellín y Cali, más aplastantes en la capital antioqueña, pero en ambas con el inequívoco mensaje de descontento popular con la gestión de dos alcaldes que naufragan en corrupción, arbitrariedades e ineptitud.

    Sumemos el triunfo de Char en Barranquilla y de candidatos adversos al petrismo en Bucaramanga, Cartagena, Manizales y otras capitales, y, las victorias en departamentos como Antioquia, Cundinamarca, Valle, Atlántico, Santander, Meta, entre otros.

    Existe una gran dificultad para establecer las cifras exactas obtenidas por cada partido o movimiento de presencia nacional por al menos dos razones, la primera tiene que ver con el carácter regional y local del evento electoral en el que grupos muy diversos de rango circunscrito a un municipio o una región o departamento no articulados con fuerzas nacionales, participan en la disputa. La segunda, con las numerosas y multiformes alianzas en torno a candidatos de unidad no siempre identificados por su apoyo o cercanía con el gobierno. Distinguir cuántos votos aportó cada grupo o partido es imposible.

    Sin embargo, lo que si se pudo definir con cierto grado de error es que en varios departamentos y ciudades capitales triunfaron tendencias claramente opositoras y solo unas pocas fueron favorables al petrismo.

    No debe sorprendernos que Petro, acorde con su manía distorsionadora, haya salido a invertir los resultados reclamando un triunfo en una contienda en la que salió ampliamente derrotado.

    Ahora bien, en cuanto a las conclusiones y perspectivas que podemos desprender del pasado certamen electoral, una excesiva actitud triunfalista no es recomendable, no solo por la naturaleza y el alcance político definido institucionalmente, sino porque la contundencia debe mirarse en concreto en localidades como las señaladas en principio, pero, también, porque a pesar de haberse puesto a prueba la favorabilidad del presidente, no se trató de un referendo o plebiscito que condujera a la renuncia del primer mandatario.

    Por tanto, las fuerzas opositoras, no todas ellas en el mismo nivel de definición y compromiso e incluso con grandes diferencias entre algunas de ellas, están retadas a pensar y evaluar una estrategia común con miras a las elecciones para Congreso y Presidencia en 2026. No debe haber disculpas sobre la distancia por recorrer ya que los asuntos a acordar no son de menor monta.

    El plan  estratégico debe conllevar a la conformación de un amplio frente unitario, es decir, a reunir, bajo la sombrilla de la unidad y la organización, sin la cual estaríamos perdidos, a tan numerosas agrupaciones. Basta solo con reconocer su atomización reinante en el campo democrático-institucional. Habrá que definir también los temas centrales del programa, el plan de acción inmediato, el papel de la calle, de la movilización de sectores, jornadas nacionales, campañas mediáticas, la estructuración de un frente legislativo de rechazo a los funestos proyectos del gobierno.

    Porque si hay algo claro en el horizonte es que Petro y su Pacto Histórico obtendrán más poder con los próximos nombramientos de fiscal y procurador, que continuará llamando a alianzas sin eco, que insistirán hasta el final en los proyectos que han causado tanta alarma económica y social y que Petro estará cada vez más blindado ante la amenaza de un juicio político

    Es decir, esta no es una pelea de toche con guayaba madura, ni para él ni para la oposición. Por ello, las fuerzas opositoras afectadas por su gran dispersión política y orgánica tienen que despertar y encarar el desafío, y por eso se justifica preguntarnos ¿quién o quiénes van a liderar la inmensa responsabilidad de iniciar el tejido de esa alianza. Podría darse desde una reunión exploratoria entre los jefes tradicionales de los movimientos y partidos que tienen mayor claridad respecto del peligro de una extensión del proyecto petrista más allá de 2026.

    O que los expresidentes Uribe, Pastrana, Gaviria, con jefes políticos como Gómez, Vargas Lleras, verdes, etc., se reúnan para dar unas primeras puntadas. Todo ello pasa por acotar el campo de competidores para evitar la repetición de lo sucedido en 2022, convocar organizaciones y gremios de la sociedad civil, empresarios, retirados de la fuerza pública, cleros, artistas, etc.

    Darío Acevedo Carmona, 4 de noviembre de 2023