El derrumbe del campo socialista y la URSS en los años noventa del siglo XX significó el fin de la llamada "guerra fría" o en otras palabras del mundo bipolar, realidad marcada por el inmenso poderío nuclear de la Unión Soviética y los EE. UU. que competían entre sí sin enfrentarse directamente para ensanchar sus intereses e influencias. De esa forma, el mutuo y no declarado chantaje nuclear para evitar un enfrentamiento en el que no habría vencedores sino vencidos, todos en el orbe, fue conocido como la política de la disuasión.
Al caos en que se sumió la potencia comunista con la desaparición de la Unión Soviética, la conversión de la China comunista al capitalismo de libre mercado y el desmonte del temible Pacto de Varsovia, convirtió, por unos pocos años a EE. UU. en la gran potencia nuclear dominante
No obstante, el peligro de una guerra nuclear en vez de cesar resurgió con gran ímpetu porque tanto Rusia logró recuperar su economía y la China alcanzó niveles sorprendentes de desarrollo, en ambos países gracias a la aplicación de políticas capitalistas entre otras razones.
Así que hoy en día no solo no es bipolar sinó que tampoco es unipolar. China ha emergido de tal forma que adquirió el estatus de superpotencia y por tanto es considerado un tercer actor.
Esas tres potencias se diputan hoy la supremacía mundial mientras llegan a entender y construir acuerdos explícitos y no tan explícitos para evitar una guerra que puede destruir la civilización y la vida en toda la tierra y generar confianza para un nuevo tipo de disuasión.
Ahí, opino, podríamos encontrar una explicación, que aunque insatisfactoria, nos da luces para entender los grandes peligros de conflictividad en el mundo: la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, la de Israel contra Hamas, Hezbollá y otros grupos y países que patrocinan los ataques antisionistas, las ansias de adquirir poder nuclear de Irán y Corea del Norte, el ascenso de la India y su vecino Pakistán y la expansión sigilosa pero contundente de China y su latente amenaza de atacar Taiwán.
Y también puede sernos útil para entender que la propuesta de paz del presidente Trump sobre la guerra Rusia contra Ucrania, con todo y sus dolorosos contenidos y lacerante aceptación de concesiones que no deberían hacerse, hay que aceptarlas en la lógica geopolítica de que se debe evitar el desenlace hacia una nueva guerra mundial.
Aunque muy diferente en muchos sentidos, no dejo de pensar en la Conferencia de Yalta en la que se reunieron en persona Roosevelt, Stalin y Churchill y se repartieron el mundo en áreas de influencia, con perjuicios graves para muchos países, todo para evitar que la victoria contra el nazismo abriera la puerta a una nueva entre los Aliados (EE. UU. Inglaterra y Francia) y la Unión Soviética.
Darío Acevedo Carmona, 22 de marzo de 2025