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  • El sentido de la incendiaria provocación de Petro contra EE. UU.

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    Para entender hacia dónde camina el presidente Gustavo Petro es recomendable tener en cuenta algunos factores que aunque elementales y, en general descartados por el grueso público, dan luces acerca de lo que se propone el presidente, veamos:

    Lo primero es reiterar el muy consensuado diagnóstico sobre el tipo de persona que gobierna (desgobierna o destruye) a Colombia. Él es un revolucionario y un guerrillero sin fúsil y que tiene la lengua por tal. Ahí reside su talante destructivo de todo aquello que encontró, que es todo. Luego está el tema de su personalidad: un líder que usa la silla presidencial, trono piensa él, para pelear y dividir a los colombianos a todo momento, día y noche, sin desmayo.

    De ahí pasamos a su táctica en la que es todo un maestro, tapar los escándalos que por corrupción, desgobierno, vicios, ausencias y andanzas que justifica con salidas retóricas insulsas, fantasiosas, viajes galácticos, causas planetarias, la vida, salvación del planeta y demás ocurrencias con las que trata de posicionarse como un profeta mundial.

    Visto en su conjunto, hay que reconocer su astucia para sobreponerse a sus desaciertos, mentiras e ineptitud para gobernar, para evadir la ley, la Constitución y reírse de la ciudadanía cazando peleas quijotescas con las Cortes, el Congreso, los medios, los empresarios, la Oposición y hasta con sus aliados. Así, en ese vaivén del que ha salido maltrecho pero victorioso según su autocultivada imagen, lo sufrimos en estos días en que, a tientas, encontró el elixir que le hacía falta.

    Encontrar al fin, la ocasión de aplicar la lección de Fidel, el enemigo y la causa apropiada para recuperar terreno y avanzar en su proyecto totalitario de mantenerse en el poder arrasando con todo tipo de obstáculos que interponen con exceso de confianza sus opositores.

    No es un invento ni menos una ocurrencia. Figuraba en sus planes, el desafío a los poderes establecidos tanto en lo interno como en lo internacional. Acá, contra la oligarquía, la esclavitud impuesta por los empresarios, los ricos y blancos, porque además de la lucha de clases ve lucha de razas, el presente, él, contra el pasado, los que no han hecho nada.

    Y en lo internacional, su salsa, maduró la infaltable pelea con el “imperialismo yanki”, claro, de a pocos, mientras afilaba sus uñas, omisión deliberada sobre la agresión rusa contra Ucrania, acercamientos con la China comunista-capitalista, buscando mercados y un paraguas. Visitas al viejo amiguis Maduro que feliz lo recibía con flores y regurgitadas afrentas a los enemigos comunes, cero reclamos por el apoyo a las guerrillas violadoras de derechos humanos y del DIH.

    De paso y como caído del cielo le cayó en su, no digamos escritorio porque tiene es un atril las 24 horas del día, sino en su cabeza, la guerra de Israel contra el grupo terrorista Hamás que luego se extendió a Hezbolá, a Irán, a los Hutíes de Yémen, a Irán gran alimentador de ellos, y a grupúsculos, todos empeñados en borrar del mapa a Israel. Pero sus ojos programados no podían sino mirar al pueblo semita como el culpable, y por eso, sumarse a la causa palestina que no figuraba ni en los planes de Israel ni en la agenda internacional.

    Ahí vino el primer palazo a nuestras relaciones internacionales, romper relaciones con un socio estratégico en muchos campos y salir en defensa de grupos terroristas en nombre de la causa palestina que los progres del mundo levantaron con bulla y gran alboroto, aunque no era ese el motivo de la guerra de Israel contra Hamás.

    Y, como decía algún comentarista refiriéndose al ministro de la Policía del emperador Napoleón, Joseph Fouché, que era muy bueno para hacer bien lo malo, y muy malo para hacer el bien, que a Petro le cae como anillo al dedo.

    Planeaba una jugada maestra que nadie se la esperaba: pronunciar una arenga en las calles de New York llamando a los soldados norteamericanos a desobedecer la orden de un “asesino” como se refirió al presidente Donald Trump. Un desafío a ojos vistas, una ofensa al país que ha facilitado y financiado a la ONU, hacer algo peor a lo que hizo Fidel en los años primaverales de su revolución comunista que solo caminó por las calles de la capital del mundo y conversó con algunos paisanos.

    Petro tenía que saber que la consecuencia inmediata de su atrevimiento era la eliminación de su visa, ni tontos que fueran los dignatarios estadounidenses. Eso fue para él, la cereza del pastel, para los colombianos una puñalada trapera contra el socio histórico de Colombia, y así, iniciar un lance que no ha parado ni va a detenerse, hacia la ruptura total de relaciones, a imagen y semejanza de lo hecho por la dictadura Chávez-Maduro.

    Es parte de su libreto, se trató de una maniobra pensada y preparada hasta en sus más mínimos detalles. Lo que se nos viene, y ya no digan que es especulación o alarmismo, es una avalancha que anegará en el pantano del malévolo proceder de Petro, a toda la nación, a su economía, a su democracia, a las libertades que se pueden perder, mientras él dictador volará por Caracas, Managua, Moscú, Ramala, Teherán, Pyongyang, Beijing, Puerto Príncipe, La Habana, Oslo y una que otra capital diseminada en “el polvo de las estrellas”.

    Darío Acevedo Carmona, 5 de octubre de 2025

  • Peligro: Colombia alto voltaje

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    Por cuenta de la descertificación de Colombia por los Estados Unidos en razón de sus bajos resultados en la lucha contra el narcotráfico, el país entra en una situación de mayor tensión que la que venía enfrentando por la perturbadora y destructiva gestión interna del gobierno petrista y la cercanía de procesos electorales claves para su futuro.

    Sobre el tema del narcotráfico se debe tener en cuenta que es un asunto internacional que involucra a varios países del mundo desarrollado y de países en desarrollo que sirven, los primeros como mercados demandantes y los segundos como productores, puentes de tránsito y hasta consumidores en menor escala.

    Simplificar el problema a una relación tipo imperialismo-colonialismo como oportunistamente hacen mandatarios de la izquierda radical del Foro de Sao Paulo, Evo Morales, Correa, Chávez, López Obrador, y ahora Gustavo Petro, no solo deforma la naturaleza y complejidad del fenómeno sino que lo convierte en insumo de su trillado antiimperialismo para posar como víctimas del consumismo de las naciones capitalistas.

    De esa forma, Petro aprovecha la descertificación para posar de víctima y de paso azuzar su visión clasista, pobres productores contra ricos consumidores. Que significa un paso atrás respecto de una política internacional que diversos gobiernos afectados y organismos internacionales han acordado denominarlo como delito internacional que permea negativamente la economía mundo, las culturas, la política, la justicia y genera violencias por doquier.

    Es decir, un rango mucho mayor de daño que el insinuado por personajes como Evo Morales y hoy Gustavo Petro, pues en efecto y de modo constatado, las mafias que se configuran alrededor del fenómeno ejercen un papel disolvente de la economía, las costumbres, las normas, las reglas del juego y hasta las relaciones familiares.

    Esas mafias tejen redes corrompiendo sistemas policiales y gobiernos como se ha podido observar en las últimas décadas en las américas y su infiltración está soportada en sofisticadas y a la vez brutales mecanismos de presión y soborno.

    Ese es el marco en el que Estados Unidos y países latinoamericanos han acordado programas de control de los cultivos de la coca, y la producción y comercialización de la cocaína y otras hierbas y drogas. Es una política que contempla insumos y compromisos que se pueden resumir en una relación en la que los Estados Unidos aportan recursos financieros, armas, dotación, y los productores y comercializadores  preparan fuerzas policiales y de investigación, se comprometen a establecer políticas de sustitución de cultivos ilícitos por productos de pancoger, interdicción, investigación y extradición de capos y altos funcionarios corruptos.

    La política de combate al narcotráfico no es ni de cerca ni de lejos, una imposición imperialista pues los afectados en todo sentido aunque lo sean en diferente formatos y magnitudes, la han forjado a través de años de conversaciones.

    Por tanto, la certificación o descertificación es una medida adoptada por Estados Unidos acordada por diversos países que sufren el flagelo de una u otra forma. Significa un compromiso en el que Estados Unidos destina una cantidad de dólares para que se cumplan las metas acordadas. O sea, no debe ser vista como un premio o como una donación bonachona. Por supuesto, en dicha relación hay y pueden expresarse dificultades, quejas y desacuerdos entre los compromisarios.

    Lo que nos puede ayudar a entender la reacción del presidente Petro ante la descertificación puede ser leída como un acto de irresponsabilidad que se quiere justificar en una actitud complaciente hacia los pobres campesinos e indígenas que a su vez se ha traducido en una presencia orgánica de mafias centroamericanas y mexicanas en el país y por ende en un aumento de la violencia, la delincuencia, la corrupción oficial en razón del aumento desmesurado de los cultivos ilícitos y de la producción de cocaína.

    Las afanosas medidas anunciadas por Petro develan un trasfondo muy propio de mandatarios desprestigiados, ahogados en su impopularidad y fracasados en su gestión gubernamental. Opta por convertir la descertificación en su salvavidas de cara a las próximas elecciones y por eso reverdece el antiimperialismo, una carta de batalla útil para dar un paso gigantesco hacia la dictadura socialcomunista del siglo XXI. Él ve esa medida como una salvación de su proyecto que supone la ruptura de lo poco que queda de la histórica relación con los Estados Unidos y el viraje hacia la Rusia imperial y la China comunista.

    Darío Acevedo Carmona, 21 de septiembre de 2025

  • Petro desnuda su verdadero plan

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    En ceremonia oficial de la Policía Nacional y en presencia del alto mando de las Fuerzas Militares a quienes, siendo congresista persiguió, denigró y denunció, Gustavo Petro habló de muchas cosas a la vez, en un discurso deshilvanado en el que insistió en usar la figura e imagen de Simón Bolívar para vomitar sus insolencias y ocurrencias sobre la historia del país.

    Como el más curtido pacifista y dando cátedra de paz con su infaltable lápiz con el que busca ser visto como un doctor sabio e intelectual, habló contra el odio político como si él no fuera el mayor promotor del odio de clases, del odio a los empresarios, a los ricos, a la oligarquía, como si su odio al expresidente Álvaro Uribe Vélez no fuera tan evidente y enfermizo.

    Y, en alarde de valiente defensor de la soberanía nacional, amenazó a los Estados Unidos con el alzamiento de todos los países latinoamericanos si se atreve a intervenir o hacer efectivo el operativo contra el dictador Maduro.

    Se le despertó su vieja monserga antiyanki, antiimperialista, proponiendo a cambio la solidaridad con un tirano, con  el ladrón de las elecciones presidenciales de Venezuela donde reina la alianza del círculo gobernante con el narcotráfico.

    Es decir, ni más ni menos, disponer, como si se tratase de una entidad a la que puede manejar a su antojo, el humillante papel de ser solidaria con quienes arrasaron la riqueza, la democracia y la libertad en Venezuela.

    Pero, el señor Petro no se detiene ahí, vale preguntarnos entonces, qué es lo que busca atizando la bandera nacionalsocialista contra los Estados Unidos el principal aliado de Colombia?

    Todo parece indicar que Petro se la jugará totalmente a crear un ambiente de guerra y de amenazas para desestabilizar de tal manera el país que le sirva de pretexto para declarar la conmoción interior, gobernar por decreto, o sea, como un auténtico dictador y suspender las elecciones y asegurar su permanencia en el poder desde el cual convocaría su anhelada asamblea constituyente.

    No sé si esas decenas de oficiales, suboficiales, agentes y sus familias, entenderían el mensaje real que su presidente y primer comandante les planteó de forma entrecubierta en sus repentinas y delirantes ocurrencias.

    Y que él haya desafiado su inteligencia  y burlado su disciplina y respeto para reiterarles la subversiva orden de respaldar sus planes golpistas.

     

    Sobre el asesinato de Miguel Uribe Turbay

    Lo que se ha dicho por personas y sectores del petrismo sobre el asesinato de Miguel Uribe Turbay revela la miseria humana en sus más bajos instintos, veamos:

    Empecemos por el jefe de ellos, el guerrillero presidente amenazó con borrar del Congreso a aquellos que se opusieran a sus proyectos y en concreto dijo que Uribe Turbay “ya no podrá” denunciar su proyecto de convocatoria de una asamblea constituyente porque el pueblo los va a borrar de la historia.

    Por otra parte, el gran desfalcador del erario de Medellín, especialista en propagar mendacidades y estupideces, temerariamente atribuyó el asesinato a sus copartidarios de la extrema derecha que lo habrían hecho para acusar al gobierno y desestabilizar el país.

    Las bodegas y los contratista de imagen de presidencia descargaron en las redes una conseja tanto más vil e infame al afirmar sin titubeos que la prolongada hospitalización de Uribe Turbay era falsa, que él estaba vivo y escondido en acto teatral victimizándose con fines publicitarios.

    El pastor Saade consecuente con su brutal desparpajo aseveró que el asesinato del Senador se asimila a un riesgo que corren los políticos así como lo corren los que montan en bicicleta, o sea, normalizó su asesinato.

    Amenaza, distorsión y mentira a la vez para enredar y evitar que emerja la verdad.

    Es inexplicable la lentitud de la Fiscalía en el proceso de investigación. Es sospechosa que un menor de edad haya salido de la detención como si saliera de su residencia. Es demasiado sospechoso que el supuesto ejecutor del plan contra Uribe Turbay, mano derecha de alias Iván Márquez, haya sido asesinado al parecer por sus jefes.

    Toda la madeja no se desenreda aún y todos los indicios apuntan a la hipótesis de que se trató de un crimen de estado.

    Darío Acevedo Carmona, 13 de agosto de 2025