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consecuencias

  • Peligro: Colombia alto voltaje

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    Por cuenta de la descertificación de Colombia por los Estados Unidos en razón de sus bajos resultados en la lucha contra el narcotráfico, el país entra en una situación de mayor tensión que la que venía enfrentando por la perturbadora y destructiva gestión interna del gobierno petrista y la cercanía de procesos electorales claves para su futuro.

    Sobre el tema del narcotráfico se debe tener en cuenta que es un asunto internacional que involucra a varios países del mundo desarrollado y de países en desarrollo que sirven, los primeros como mercados demandantes y los segundos como productores, puentes de tránsito y hasta consumidores en menor escala.

    Simplificar el problema a una relación tipo imperialismo-colonialismo como oportunistamente hacen mandatarios de la izquierda radical del Foro de Sao Paulo, Evo Morales, Correa, Chávez, López Obrador, y ahora Gustavo Petro, no solo deforma la naturaleza y complejidad del fenómeno sino que lo convierte en insumo de su trillado antiimperialismo para posar como víctimas del consumismo de las naciones capitalistas.

    De esa forma, Petro aprovecha la descertificación para posar de víctima y de paso azuzar su visión clasista, pobres productores contra ricos consumidores. Que significa un paso atrás respecto de una política internacional que diversos gobiernos afectados y organismos internacionales han acordado denominarlo como delito internacional que permea negativamente la economía mundo, las culturas, la política, la justicia y genera violencias por doquier.

    Es decir, un rango mucho mayor de daño que el insinuado por personajes como Evo Morales y hoy Gustavo Petro, pues en efecto y de modo constatado, las mafias que se configuran alrededor del fenómeno ejercen un papel disolvente de la economía, las costumbres, las normas, las reglas del juego y hasta las relaciones familiares.

    Esas mafias tejen redes corrompiendo sistemas policiales y gobiernos como se ha podido observar en las últimas décadas en las américas y su infiltración está soportada en sofisticadas y a la vez brutales mecanismos de presión y soborno.

    Ese es el marco en el que Estados Unidos y países latinoamericanos han acordado programas de control de los cultivos de la coca, y la producción y comercialización de la cocaína y otras hierbas y drogas. Es una política que contempla insumos y compromisos que se pueden resumir en una relación en la que los Estados Unidos aportan recursos financieros, armas, dotación, y los productores y comercializadores  preparan fuerzas policiales y de investigación, se comprometen a establecer políticas de sustitución de cultivos ilícitos por productos de pancoger, interdicción, investigación y extradición de capos y altos funcionarios corruptos.

    La política de combate al narcotráfico no es ni de cerca ni de lejos, una imposición imperialista pues los afectados en todo sentido aunque lo sean en diferente formatos y magnitudes, la han forjado a través de años de conversaciones.

    Por tanto, la certificación o descertificación es una medida adoptada por Estados Unidos acordada por diversos países que sufren el flagelo de una u otra forma. Significa un compromiso en el que Estados Unidos destina una cantidad de dólares para que se cumplan las metas acordadas. O sea, no debe ser vista como un premio o como una donación bonachona. Por supuesto, en dicha relación hay y pueden expresarse dificultades, quejas y desacuerdos entre los compromisarios.

    Lo que nos puede ayudar a entender la reacción del presidente Petro ante la descertificación puede ser leída como un acto de irresponsabilidad que se quiere justificar en una actitud complaciente hacia los pobres campesinos e indígenas que a su vez se ha traducido en una presencia orgánica de mafias centroamericanas y mexicanas en el país y por ende en un aumento de la violencia, la delincuencia, la corrupción oficial en razón del aumento desmesurado de los cultivos ilícitos y de la producción de cocaína.

    Las afanosas medidas anunciadas por Petro develan un trasfondo muy propio de mandatarios desprestigiados, ahogados en su impopularidad y fracasados en su gestión gubernamental. Opta por convertir la descertificación en su salvavidas de cara a las próximas elecciones y por eso reverdece el antiimperialismo, una carta de batalla útil para dar un paso gigantesco hacia la dictadura socialcomunista del siglo XXI. Él ve esa medida como una salvación de su proyecto que supone la ruptura de lo poco que queda de la histórica relación con los Estados Unidos y el viraje hacia la Rusia imperial y la China comunista.

    Darío Acevedo Carmona, 21 de septiembre de 2025