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OPINION - Page 3

  • Tres temas:(1) Las cifras de la JEP y las del CNMH sobre falsos positivos. (2) Petro hace trizas el estado y la democracia colombianas. (3) El profesor Petro denuncia amenaza de muerte

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    En el siguiente link del Observatorio de la Memoria y el Conflicto (OMC) del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)

    https://micrositios.centrodememoriahistorica.gov.co/observatorio/download/estadistica-falsos-positivos/, se puede consultar el informe: Estadística Falsos Positivos, Fecha de Publicación: 13/05/2022. Sistema de Información de Eventos de Violencia del Conflicto Armado (SIEVCAC). (Fecha de corte: 30/04/2022) y constatar que la cifra 6402 es incorrecta, que las cifras que acepta la JEP tal como se desprende de las principales fuentes, carecen de soporte creíble, que esa cifra ha sido inflada con fines políticos propagandísticos.

    “Principales fuentes de falsos positivos 1978-2020, en negrilla el # de víctimas.

    FISCALIA GENERAL DE LA NACION: 841

    DEFENSORIA DEL PUEBLO: 26

    COORDINACION COLOMBIA EUROPA ESTADOS UNIDOS: 33

    CORPORACION REINICIAR: 35

    COMITE PERMANENTE PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS: 45

    CPDH OFICINA DEL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ: 46

    COMISION INTERCONGREGACIONAL JUSTICIA Y PAZ: 110

    UARIV: 489

    CINEP: 715

    OTRAS FUENTES: 508

    Para los 1.318 casos (No sé si es lo que la JEP llama "universo provisional de hechos”) de falsos positivos hay 155 fuentes y un total de 2.848 documentos.

     

    (2) Petro hace trizas el estado y la democracia colombianas

    Enardecido y desbordado en su palabrería incitadora Petro pretende evadir la justicia y ahuyentar las investigaciones por corrupción y exceso en los topes de campaña amenazando con nuevos estallidos sociales, convocando "asambleas populares" en la principal universidad del país, en las que, según da a entender, se escribirá el "nuevo orden" de Colombia. Sabemos que quiere sembrar miedo, al estilo de sus camaradas dictadores venezolanos, Maduro y Cabello. Sabemos que victimizarse es un ardid, que atribuir lo que le sucede a un plan de una "oligarquía" a la que, en buena parte tiene de su lado, es una cortina de humo para no responder por los delitos en que él, su familia y su entorno han sido involucrados. Y como no parece tener un límite para despistar a la opinión, ahora sale con el cuento, de que lo van a asesinar en un plazo de tres meses, o, lo van a destituir (por el 109) queriendo hacer ver el proceso por violación de topes de campaña como un complot

    Tomémoslo en serio, aunque suene a cañazo, porque es presa del desespero al verse acorralado por sus evidentes acciones contra el orden, la constitución, los medios y los otros dos poderes de la república. Colombia sabe que él puede hacer mucho daño, mucho más del que ya ha hecho.

     

    (3) El profesor Petro denuncia amenaza de muerte

    Dándoselas de filósofo y de profesor, en alocución desde Armenia, el presidente Petro lanza una nueva tesis sobre la "violencia en Colombia", la causa del "genocidio permanente" es "la ausencia de comunicación social... solo ha habido asesinados, 700mil..." Así que los llamados violentólogos de Colombia y del extranjero que han estudiado nuestros problemas, deben callar y postrarse ante su alarde de cientificidad.

    En su alocución, Petro se refiere a una vasta cantidad de complejos temas internacionales y nacionales, sociales, políticos, filosóficos, históricos, etc., que despacha con deshilvanadas y desordenadas afirmaciones carentes de lógica y demostración, frases de autoridad, incontrovertibles. Habla del poder en abstracto, del filósofo alemán, Habermas, de la constitución de 1881(sic), del genocidio por 75 años en Colombia acusando a la oligarquía y por supuesto, sin mencionar a las organizaciones  guerrilleras que auparon el terror, la desgracia y el dolor de millones de personas.

    Su verborrea conduce a decir, sin prueba alguna, solo por su propia deducción, por su propia elucubración, que es víctima de una amenaza de muerte, a señalar que el CNE lo quiere destituir siendo que es un órgano administrativo y que el presidente solo puede serlo por causa penal, y es ahí donde recurre a su fallida destitución cuando era alcalde de Bogotá.

    Pero, su comparación es falsa porque el Consejo Nacional Electoral no es el que lo va a procesar ni a destituir, el CNE es apto y así lo reconoció el Consejo de Estado, para investigar por violación de topes su campaña electoral, y quien lo ha de juzgar por indignidad (violación del art. 109 de la Constitución) es su juez natural y constitucional, el Congreso de la República.

    De citarse a juicio, como insinúan las evidencias, puede salir absuelto o condenado a dejar el cargo sin consecuencias penales.

    La sociedad colombiana está al tanto de los escándalos por corrupción de Petro, para no hablar de otros desastres, y de cómo, haciendo gala de una astucia inagotable distrae a la opinión pública con sus disparatados temas traídos de los cabellos cuyo único fin es el de no dar la cara para responder por la violación de topes en la campaña que lo instaló en el poder.

    Nada que ver con disquisiciones sobre el poder o sobre la guerra civil española o sobre Antonio Nariño ni Santander, nada que ver con Hitler o con Jürgen Habermas ni el calentamiento global ni con los derechos de las mujeres, ni las tendencias sexuales ni con el polvo de las estrellas.

    Petro se escuda en un supuesto golpe de estado u orden de asesinarlo y así desprestigiar la investigación y ya sí la muy posible decisión del CNE de condenar su campaña electoral, y, por ende, de que tal decisión sea compulsada a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes.

    Darío Acevedo Carmona, septiembre de 2024

  • La falsa asamblea de Petro y el "golpe de estado"

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    En la falsa “asamblea del pueblo” el sábado pasado (14 septiembre 2024) en la Universidad Nacional, Gustavo Petro se despojó de su investidura presidencial para vestirse con el ropaje de revolucionario, el que mejor le queda. Petro incitó a esa concentración de activistas e incondicionales seguidores a tomarse los espacios del poder.

    Estamos pues notificados de la decisión de convertir unas acusaciones en su contra en pretexto para imponer su dictadura bajo el pomposo y falso nombre de “poder del pueblo”.

    Sabemos que Petro es hábil y astuto, que está dispuesto a provocar una sangrienta revolución con tal de salvarse de la acción de la justicia, sabemos que no tiene reatos morales que no respeta líneas rojas.

    Estamos los colombianos conscientes del grave desafío que nos plantea este personaje? Dejaremos que el país se ahogue en un mar de sangre con el que pretende ante todo zafarse de su obligación de responder por los delitos que se le imputan?

    Qué están pensando las instituciones centrales de Colombia?: la Corte Constitucional, la Corte Suprema, el Congreso, la Procuraduría, las Fuerzas Armadas? Van a agachar la cabeza, a acatar un llamado a la violencia revolucionaria, a la insurrección? Nos vamos a dejar chantajear por las amenazas de un iluminado?

    Petro, la oligarquía y el golpe

    En su anémica y repetitiva retórica, el presidente Petro echa mano de la palabra Oligarquía para referirse a quienes, según su oráculo: “Se han organizado para dar el golpe de estado..."

    Veamos lo que dice la Real Academia de la Lengua sobre la socorrida oligarquía: "Forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario. Grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político."

    En concordancia, Petro está en la obligación de explicar quiénes son esas pocas personas que integran ese pequeño grupo que lo quiere derrocar.

    No lo hará porque él usa ese término en sentido  abstracto y con fines desviacionistas, para evitar dar explicaciones que le pueden causar malos momentos, romper con aliados y victimizarse.

    Por ejemplo, tendría que decirles a los colombianos si  Juan Manuel Santos, Ernesto Samper, Juan Fernando Cristo, Álvaro Leyva, varios ministros y exministros de su gabinete, si los expresidentes de Senado, Náme y Cámara, Calle, si los dueños del Clan Torres y otros poderosos empresarios, y hasta mafiosos y jefes paramilitares que hoy están de su lado, hacen parte de esa oligarquía.

    ¿Nos dirá que ellos no son parte de esa odiosa oligarquía? o ¿que ellos son buenos oligarcas? Estoy seguro de que no los reconocerá y que seguirá metiendo miedo para amenazar que en su defensa, el "pueblo", otra noción de la que se ha adueñado como si fuese un objeto, saldrá a evitarlo: "Del pueblo que me eligió dependerá que el designio oligárquico se vuelva realidad o los derrotemos de nuevo. Esta no será una votación parlamentaria de nuestros enemigos para sacarnos. Esto será una lucha popular”

    Petro no deja de ser un desatinado imitador de Jorge Eliécer Gaitán, quien en versión del historiador norteamericano Herbert Braun en su libro Mataron a Gaitán, lo devela como un político actor, que se miraba en el espejo para ensayar y pulir sus actos públicos, que buscaba siempre "mostrarse lo más feo posible" y preparaba de antemano las cadencias de sus discursos y que fue el que usó, de manera impactante, la figura retórica de la oligarquía opresora del "pueblo".  Amenazante, Gaitán llegó a decir algo así como, si me persiguen defendedme, seguidme, si me matan vengadme, y ante pregunta de por qué caminaba tranquilo sin guardaespaldas, circunstancia que podía facilitar que atentaran contra su vida decía no creer que se atrevieran porque de hacerlo no quedaría piedra sobre piedra.

    Pienso que Petro quiere meternos mucho miedo al evocar el trágico ensayo insurreccional del 2021, que en la Colombia actual, el único responsable de su derrocamiento sería él mismo. Pero, él necesita y desea pasar a la historia como víctima de la oligarquía.

    Petro tiene temor de ser enjuiciado por su juez natural y constitucional, el Congreso de la República. Amenaza con rebelarse y convocar a "una lucha popular" que todos sabemos conduce a lo mismo que su camarada Maduro le anunció a los venezolanos, a un baño de sangre. Ambos coinciden en desconocer procedimientos legítimos de la democracia. Esto quiere decir, ni más ni menos, que Petro nos notifica que el delito cometido en su campaña (la violación de topes que tiene por consecuencia su enjuiciamiento por indignidad), está por encima de lo que dispone la Constitución en su artículo 109.

    El bochinche, la asonada, el secuestro de policías y soldados por las "comunidades" para inutilizar la autoridad y la Ley.

    Estamos advertidos, quien amenaza y quiere un golpe de estado insurreccional es Petro, nadie más.

    Darío Acevedo Carmona, 15 de septiembre de 2024

  • Brillante triunfo judicial del historiador Darío Acevedo Carmona

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    A continuación reproduzco el escrito del periodista e historiador Eduardo Mackenzie sobre el significado del fallo de la PGN y anexo el archivo que contiene la decisión de la Procuraduría en el cual se sustenta la inexistencia de méritos para sancionarme por cuatro supuestas infracciones disciplinarias que en mi contra fueron interpuestas por cuatro congresistas: Iván Cepeda Castro, Feliciano Valencia, Antonio Sanguino y María José Pizarro en 2019, con las cuales pretendieron hacerme renunciar a  la dirección del Centro Nacional de Memoria Histórica. El sistemático e intenso hostigamiento al que fui sometido durante el ejercicio del cargo por parte de ellos y sus seguidores en diversos espacios judiciales, institucionales y entre organizaciones de víctimas, causando grave daño a mi reputación y profesionalismo, fracasó en razón, precisamente, por carecer de soporte fáctico y por haberse basado en infundios que demostraron el espíritu macartizador y censurador de mi forma de pensar contraria a la de ellos. Menos mal queda demostrado que de lo que se trataba era de una persecusión ideológica.

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  • Juicio por Indignidad no es golpe

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    Es el presidente Petro quien, en su afán de nunca responder o explicar los escándalos provocados por sus familiares, conmilitones y aliados, escudándose en su vaporosa ideología y remitiendo todas las culpas al pasado, ha instalado en el ambiente político el fantasma de un golpe de estado detrás del cual estarían la oligarquía, los poderosos, los medios, los políticos tradicionales, los en verdad corruptos, etc., etc.

    Y prevalido de ese artificio propagandístico se dirige a las comunidades diciéndoles que deben estar alerta para enfrentar ese “golpe” y amenazando a sus supuestos organizadores con el “ni se atrevan”, “que no se les ocurra” porque entonces, sugiere, el pueblo que considera de su propiedad, “mi pueblo”, se lanzará a las calles como en ocasiones anteriores, para evitarlo.

    De esa burda y malintencionada manera, Petro, a la vez que evade su responsabilidad en los hechos de dominio público notifica a los colombianos que él es un inamovible e inimputable, Es decir, que está por encima de la ley.

    Los hechos de amplio dominio público van desde las declaraciones de ingreso y manejo de altas sumas de dinero de origen dudoso que ingresaron a su campaña como a los bolsillos de su hijo Nicolás, hasta el relativo al miserable engaño y robo de recursos destinados a la sedienta población guajira.

    En el curso de los hechos, un abogado experto en denunciar a quienes violan las normas electorales y a quienes ocupan con indignidad cargos de elección popular, el Doctor José Miguel Abuchaibe, guajiro él, ajeno a la actividad proselitista, fue el que interpuso en mayo del 2023 una demanda por INDIGNIDAD contra la campaña presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez. Lo hizo después de examinar las cuentas presentadas por el gerente de esta, el actual presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, y descubrir que se había sobrepasado los topes de gastos contemplados en la ley electoral. La suma descubierta hasta ese momento no era muy considerable, pero, era suficiente para justificar el inicio de una investigación por parte de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes.

    El sr Roa, corrió a revisar y a hacer ajustes al informe de gastos, pretendiendo desactivar la denuncia. Sin embargo, en este año transcurrido varias cosas que es pertinente mencionar, ocurrieron. Lo primero es que, en la susodicha Comisión de Acusaciones, el presidente Petro cuenta con una aplastante mayoría de congresistas que se dedicaron a traspapela y a dilatar la investigación, violando el debido proceso.

    En segundo lugar, varias nuevas irregularidades salieron a flote: aportes  de sindicato de maestros, Fecode, de la USO y pagos a centenares de testigos electorales no declarados, y el más reciente del avión enredado en temas de narcotráfico puesto al servicio de a campaña Petro Presidente y a las de algunos congresistas del Pacto Histórico. También, la intervención del Consejo Nacional Electoral que está ad-portas de presentar un documento de acusación contra la campaña por superación de los topes. La denuncia tomó, entonces, mayor validez a los ojos de la opinión pública.

    Pero, lo que le ha dado celeridad al trámite investigativo en la Comisión de Acusaciones, fue la denuncia interpuesta por el Dr Abuchaibe ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, por violación del debido proceso, que se hizo sentir en Corte Suprema de Justicia. Este órgano judicial, encargado de procesar a los miembros del Congreso, inició proceso contra los integrantes de dicha Comisión por prevaricato y obstrucción del debido proceso. Las marchas  masivas de gentes de todas las clases y condiciones en todo el país, a su vez, han dejado sentir su peso.

    La consecuencia es que la Comisión de Acusaciones avanza por estos días en lo que es su deber, llamar a testigos, revisar cuentas, recibir el informe del Consejo Nacional Electoral y preparar el informe, no su juicio, a la Cámara de Representantes en pleno que habrá de tomar una decisión.

    El juicio, cabe aclarar, no es de carácter penal, sino que es un juicio por indignidad, por violación del artículo 109 de la Constitución que, de resultar condenatorio obligaría a la renuncia del primer mandatario. Siendo así las cosas, lo que se insinúa contra el presidente como un hecho indetenible no es un golpe blando, mucho menos, duro, sino un procedimiento legal contemplado en la Carta de Derechos del país.

    He aquí el contenido del artículo 109 modificado por el artículo 3 del Acto Legislativo 1 de 2003, que además nos da la sensación certera de que nadie, absolutamente nadie, en una democracia, puede considerarse por encima de la Ley: “…la violación de los topes máximos de financiación de las campañas, debidamente comprobada, será sancionada con la pérdida de investidura o del cargo…”

    Darío Acevedo Carmona, 8 de mayo de 2024

  • Petro imita a Chávez, constitución en peligro inminente y Dìa del trabajo distorsionado

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    Petro con su apelación demagógica al "pueblo" pretende abolir de facto varios artículos de nuestra Constitución 109 relativo a violación de topes de campaña, 374 a 379 sobre requisitos, y formalidades para reformar la constitución. Petro se autonombra intérprete de ese pueblo que va a las plazas para hacer añicos la constitución vigente. ¿Estará ensayando, como en 2021, un golpe de estado apoyado por lo que él llama "un proceso constituyente popular" que según él, está por encima de la Carta que nos rige.

    La irresponsable, aventurera, revolucionaria e incitadora intervención de Petro hoy 1° de mayo, debe ser vista y recibida como la más clara prueba de su intención de mantenerse en el poder más allá de 2026. ¿Necesitan algo más contundente los que aún dudan de la catadura dictatorial de Petro, quienes aún no se deciden o no quieren entender que llegó el momento de sumarse a la lucha contra la imposición del fracasado socialismo bolivariano en Colombia?

    Una marcha o una concentración, por masiva y vocinglera que sea, no podrá absolver los abrumadores hechos de corrupción en que están involucrados el presidente y varios de sus más altos funcionarios. En Colombia, la masa no reemplazará a los tribunales y a los jueces.

    Darío Acevedo C. 1° de mayo de 2024

     

    Día del trabajo distorsionado

    El primero de mayo en Colombia y en la mayor parte del mundo es un día dedicado a los trabajadores, a la clase obrera y al trabajo a través del cual se honra la memoria de las víctimas masacradas durante una huelga en Chicago, USA, en 1886. Es, por tanto, una jornada conmemorativa en la que los asalariados desfilan con sus consignas, sus banderas y sus cánticos.

    En nuestro país se reconoció como día festivo de carácter cívico en el año 1937 por iniciativa del senador, intelectual socialista y liberal Gerardo Molina. Quiero resaltar un hecho inmodificable que da cuenta de la singularidad de dicha fiesta, la misma que es aplicable a cada día-homenaje a muy definidas personas y hechos a los que se les otorga un gran valor o significancia histórica

     Quiero decir, el 1° de mayo es el día del trabajador o del trabajo y no el día de la raza o el de la independencia nacional o el de una batalla. Esas características son inalterables.

    De modo que, la pretensión convertida en hecho por el presidente Petro de hacerse presente en los actos de ese día al lado de los sindicatos es una absoluta intromisión en cuanto el cargo que él representa nada tiene que ver con lo que se evoca y rememora. Significa, ni más ni menos que Petro al alterar con su presencia oportunista con la que busca generar apoyos populares a su fallida y desastrosa gestión, no solo distorsiona la esencia de esa jornada, si no que termina siendo un insulto a sus verdaderos protagonistas.

    Como si fuera poco el daño que ocasiona con su burdo papel de agitador de masas, Petro, el gran neocolonizador de comunidades indígenas a las que ha corrompido con su ideología trasnochada y fracasada, trae, otra vez, a Bogotá, a la guardia indígena que nada tiene que ver con la efeméride de los obreros. De esa manera, es múltiple el daño y el insulto que se encierra al impregnar el festivo en beneficio personal.

    Por ello, merece un aplauso la Confederación General del Trabajo, CGT, por su digna decisión de no marchar con el presidente y no dejar desdibujar un día que es de los trabajadores y solo de ellos.

    Darío Acevedo Carmona, 30 de abril de 2024

  • La retórica de Petro es basura

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    ¿Es posible y necesario que los colombianos tengamos a la mano una caracterización satisfactoria de lo que expresa constantemente, en todo tipo de auditorios y de públicos el presidente Gustavo Petro? Por parte de dirigentes políticos, analistas y columnistas y en redes, en marchas y recintos académicos se han lanzado apreciaciones u opiniones que describen el contenido de su parlamento como demagógico, populista, verborrágico, culebrero, mitómano, indecoroso, diletante, ofensivo, provocador, entre otros calificativos.

    Considero que quienes gozan de un alto o mediano nivel de formación educativa y cultural no están obligados a refutar cada frase pronunciada de manera ligera, sin demostración, sin asidero o inspirada en momentos de ebullición de los jugos gástricos y de los bajos instintos. Por ejemplo, no hay por qué escribir un texto muy elaborado para refutar a quien dice que el mundo esta gobernado por dos tribus de extraterrestres, o a quien, como en el caso de Petro, preso de su rabia con las marchas del 21A sale a descalificarlas asociándolas con el paramilitarismo, el narcotráfico, la corrupción, la violación de los derechos humanos, etc. 

    Sin duda, es necesaria la crítica elaborada ante tantas arbitrariedades y estupideces justificadas con pobre retórica. Y a fe que quienes lo han hecho, han demostrado la incoherencia, la falta de seriedad, el deseo de enredar, de distraer, el ánimo de pelea, la insensatez, la irresponsabilidad, la grosería que, de forma sistemática, exhibe el presidente Petro en todo tipo de intervenciones.

    Petro echa discursos contra los hidrocarburos, cual profeta advierte el fin del mundo, posa de científico, de líder mundial contra el cambio climático, de profesor que con lápiz en mano educa a su auditorio, de economista, de filósofo, de historiador que destruye de un plumazo nuestro relato fundacional.

    No es improcedente demostrar la falsedad e impertinencia de sus teorías y decires, para hacer ver las devastadoras consecuencias de sus locos y extraviados empeños.

    Opino que todo lo que sale de su boca está impregnado de un vacío de sustento, de ligereza y de espontaneidad que encubre su altísimo grado de ignorancia, y así mismo, de irresponsabilidad cuando desliza el insulto y la mentira en el debate político.

    Petro usa y abusa del lenguaje como cualquier charlatán de cafetín, no alcanza la altura de la retórica de un presidente, se contenta con el empleo de adjetivos y fraseología disociadora para ofender y distraer. Día por día lanza elucubraciones que suscitan escándalo. Cada vez se parece más a Chávez y a Maduro cuyos discursos abundan en diatribas, difamaciones, estrechez de pensamiento y en banalización del lenguaje. A este estilo debemos llamarlo adecuadamente: retórica basura, no sirve para nada bueno, estorba, es desagradable y puede ser dañina para la salud.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de abril de 2024

  • No subestimar a Petro

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    Casos se han visto en la historia y en el presente, de gobernantes sobre los que amplios sectores tenían una imagen de menosprecio, incapacidad y eran objeto de burlas que, sin saberse cómo, alcanzaron un poder inmenso e incontrolable desde el que hicieron gravísimo daño a sus países y a la humanidad.

    En el siglo XX, para no ir más lejos, hay varios ejemplos patéticos de ese tipo de personas a las que en principio no se les daba mayor credibilidad para ejercer poderes y dirigir multitudes. En este breve escrito me referiré a algunos casos en los que hubo una manifiesta subestimación del peligro que ellos representaban.

    En Alemania, por ejemplo, luego de la república de Weimar de los años veinte del siglo pasado, venida a menos por el que significó un humillante tratado (Versalles, Francia) fin de la primera guerra mundial, surgió un personaje risible que predicaba la superioridad de la raza aria y una ideología redentora de la grandeza perdida. Adolfo Hitler, un simple suboficial del ejército prusiano creó el partido nacional socialista (nazi) cuyos miembros se uniformaban, desfilaban a la manera militar, eran agresivos y se guiaban por unas cuantas consignas. Pocos vieron en él y en su partido un peligro. En las elecciones de 1933 ningún partido tradicional alcanzó a formar gobierno (sistema parlamentario). El presidente de entonces, Paul Hindenburg designó canciller a Hitler. Sabemos lo que vino después.

    Otro caso en el que un personaje de baja reputación en su partido, el marxista bolchevique de la Rusia zarista accede al poder por una vía inesperada fue José Stalin. Nombrado secretario general del partido que gobernaba dictatorialmente desde 1917, en un cargo administrativo considerado de menor rango. En el partido, a la muerte de su jefe indiscutido, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, en 1924, se disputaban el poder, dirigentes prestigiosos como León Trotsky, Nicolás Bujarin, Kamenev, Rádek, Sinoviev, etc. La lista de sucesores que hacían parte del politburó era de 19 en total, y Stalin que no era ruso sino georgiano, de origen muy humilde, poco educado, malos modales, asaltante de caminos para la revolución, ocupaba el último lugar. Ese hombre preso en su paranoia se encargó de eliminar a más de 300 miembros del Comité Central en el lapso de 13 años, decapitó el ejército en 1937-38 dejando expuesta a la URSS al ataque de las tropas hitlerianas. Su poder fue tan enorme y violento que se le responsabilizó de la muerte de seis millones de ucranianos por hambre en los años 32 y 33, de miles de adversarios de su entorno y de muchas otras atrocidades. Un don nadie se tornó en arquitecto del nuevo orden mundial de la posguerra de los años 40 y artífice de la derrota del nazismo, junto con Churchill y Roossevelt.

    Hay más casos en el mundo de infravalorados que se tornaron en líderes supremos y que causaron innumerables daños a sus países, cito ejemplos latinoamericanos.

    A mi mente viene la trágica experiencia de Cuba, que, siendo gobernada por el dictador Fulgencio Batista, pasó a manos de un hombre cuya máxima virtud radicó en su espíritu aventurero y en su desbordada lengua. Fidel Castro intentó tomarse el poder en un burdo ataque al cuartel Moncada, fue enjuiciado y condenado, pero, subestimado, recibió la gracia del indulto. Una vez en libertad organizó una guerrilla para derrocar a Batista. Atrajo a la dirigencia liberal y demócrata con un discurso martiano. Su triunfo el 1° de enero de 1959 fue recibido con júbilo, pero, a poco andar dio comienzo a una dictadura socialista que aún subsiste y que llevó a su pueblo a vivir en la miseria, sin libertades y sin democracia hasta el presente, 64 años de oprobio.

    América Latina ha sido territorio fértil para todo tipo de dictaduras y dictadores, fenómeno que ha sido registrado en obras de reputados literatos. Entre quienes fueron subestimados y luego se convirtieron en tiranos exhibiendo una gran capacidad destructiva e impusieron ideas y proyectos económicos fracasados, el campeón es Hugo Chávez Frías quien fue indultado por el presidente Rafael Caldera después de haber sido condenado por su intento de golpe de estado en 1992. Nadie le podrá disputar el pedestal de haber convertido, con ayuda de su sucesor, el inepto, corrupto e ignaro, también subestimado, Nicolás Maduro, el país más rico en petróleo en el mundo en uno de los más pobres de América, donde escasea lo que más abunda.

    Podríamos incluir en esa deshonrosa lista a personajes como Ortega, Correa, los Kirchner, López Obrador, pero, es suficiente con los mencionados para demostrar cómo se han equivocado los pueblos al recibir con aclamaciones, votos y fervor el verbo redentor de esos falsos profetas. Y para que en Colombia se entienda el peligro latente que vivimos bajo el mando de Gustavo Petro, quien se insinúa con claridad, como uno de los más letales demoledores de nuestro estado e institucionalidad y quien llegó donde está, gracias a la ingenuidad de quienes subestimaron su capacidad destructora, su desbocada verborragia, su habilidad para crear cortinas de humo sobre sus fracasos y acusaciones por corrupción. Estamos advertidos, pero aún no condenados, siempre y cuando no lo subestimemos.

    Darío Acevedo Carmona, 17 de diciembre de 2023

    Esta columna reaparecerá en enero de 2024, entretanto feliz Navidad y prosperidad en el Año Nuevo les deseo a mis lectores.

  • La jerga resentida e hipócrita de Gustavo Petro y Francia Márquez

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    De manera reiterada congresistas de sectores de izquierda, ministros del actual gobierno, el presidente Petro y la vicepresidente Francia Márquez, se refieren en muchas de sus intervenciones públicas, con desdén, rabia y odio a las elites y a los poderosos de Colombia a quienes responsabilizan de lo que ellos llaman “las injusticias sociales”, “la esclavitud”, “la gran desigualdad social” y otras atrocidades.

    Como si por ser gobierno no estuvieran obligados por taxativas normas constitucionales a gobernar y proceder en todos sus actos con un espíritu de unidad nacional, de entender que somos una sociedad diversa y democrática y como si no fuera por tales condiciones que han llegado a donde están, precisamente, por ellas.

    En las campañas políticas de plaza pública es muy común que se apele a ese tipo  de lenguaje  que abre brechas y crea una atmósfera de combate. Es el esfuerzo por diferenciarse del otro, de ese otro al que se le achacan todos los males y todo lo negativo.

    A lo que quiero llegar es a que entendamos el significado de esos términos en cuanto nos permite ver todo lo que hay de falsedad, hipocresía y doble moral en los discursos de los primeros mandatarios del país.

    Elites quiere decir sectores destacados de diferentes grupos de personas que ejercen un liderazgo, que marcan derroteros, señalan metas precisas, explican o muestran cómo es posible alcanzarlas. Aunque no faltan aquellos que se aprovechan del liderazgo para generar todo lo contrario, para dividir, para violentar al adversario o degradarlo, para estigmatizarlo, que es lo que la mayoría de los colombianos vemos casi a diario en las actuaciones del presidente y la vicepresidente.

    Ellos se regodean hablando contra las elites sin reconocer que son parte de ellas, el presidente Petro, por ejemplo, se ha colocado al frente de una amplia convergencia de agrupaciones y tendencias de izquierda, y, la vicepresidente Francia Márquez lo es de las comunidades afro, aunque varios sectores la han desautorizado en razón de sus poses de falsa víctima y por el engreimiento que trasluce al hablar, además, con un tono de resentimiento.

    Sobre la referencia despreciativa a lo “poderosos”, o también los “riquitos blancos”, a los banqueros, los grandes finqueros, los ganaderos, los azucareros, los caficultores, últimamente a los de El Poblado de Medellín y empresarios de Barranquilla, en particular, el presidente Petro se deleita impulsando sentimientos de odio de clase. En actitud a todas luces irresponsable les achaca crímenes, robos, alianzas con el narcotráfico, creación del paramilitarismo, generación de miseria y hasta de esclavitud, autoliberándose de la obligación de demostrar lo que afirma. Es decir, quiere hacer ver que sus temerarias afirmaciones son ciertas porque él las dice.

    Tanto Petro como Francia sostienen un discurso sobre nuestra historia a la que despachan en una frase de cajón, se consideran “el cambio” en contra de 200 años (según Petro) o 500 (según Francia) en los que “as elites y la oligarquía” gobernaron sin “hacer nada”. Ellos ahora dicen ser el “pueblo” al que dicen representar y defender porque ellos lo declaran, y lo empoderan demagógicamente otorgándole poderes constituyentes y fuente legitima de su deseada continuidad en el poder más allá de 2026.

    En este punto, podemos detectar una posición hipócrita ya que ambos, claramente, hacen parte de ese sector que nombran como los poderosos que, en ocasiones llaman “oligarquía”, ellos dos, en particular Petro, reciben un salario que solo se les reconoce a los más altos dignatarios del estado, cuentan con el apoyo de numerosos empleados, tienen equipos humanos para su seguridad, naves aéreas y vehículos para sus desplazamientos, iguales a las de aquellos que critican en plazas públicas. Petro no le ha dado un golpe a la tierra, pero es un poderoso de la clase política y como congresista se ha lucrado por más de 30 años.

    Ofenden el pudor público con su lengua incendiaria, con su falta de coherencia y consistencia cuando por ejemplo se refieren a la corrupción siendo que recibe dineros en bolsas a hurtadillas, y han sido señalados de recibir sumas de dudosa procedencia  de personas relacionadas con el narcotráfico como el “hombre Marlboro”, han violado los topes de gastos de su campaña presidencial con dineros de sindicalistas y aportes de un gran capitalista y contratista del estado, el señor Torres, cabeza de un “poderoso” clan.

    Y aunque Petro se infla diciendo que todos sus opositores son aliados del narcotráfico y el paramilitarismo, nombra gestores de paz a jóvenes bandidos para que no maten, limpia el rostro de miembros de la primera línea, debilita a la Fuerza Pública y anuncia que invitará al palacio de Nariño a uno de los más crueles jefes del paramilitarismo que no ha reparado una sola de las víctimas que por miles causó.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de marzo de 2024

  • La destrucción del relato fundacional y la historia

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    El proyecto del Foro de Sao Paulo al que aludí en columna anterior, orienta a sus integrantes a revisar las versiones históricas de carácter fundacional de sus países. Por historia o relato fundacional, entendemos algo que todo país y nación poseen, un conjunto de elaboraciones míticas y rituales que procuran establecer y afirmar lo que hay de común en sentido identitario a una población.

    Ahí encontramos personajes reales específicos, acontecimientos heroicos, fechas de especial significación y recordación, símbolos como la bandera, el escudo y el himno nacional cuyas notas y letras son específicas, distintivas en cada país. En general, estos elementos no están sujetos al debate, pues no se cambia de nacionalidad de manera caprichosa como no se cambia de familia ni de lugar de nacimiento. Como afirmó el filósofo francés Ernest Renán, la nación es una historia común, es un sentimiento, es un alma, un principio espiritual, un rico legado en recuerdos, un deseo de vivir juntos, la voluntad de continuar haciendo valer la herencia que se ha recibido indivisa, es la consecuencia de un largo pasado de esfuerzos, de sacrificios y de desvelos. El reconocimiento a los antepasados nos ha hecho lo que somos. Algunos la llaman historia patria o cívica y se educa a los niños desde la temprana infancia en la escuela primaria.

    Esa historia es diferente a la historia académica que requiere una formación profesional o una dedicación profunda de parte de personas con algún grado de preparación. En las universidades del mundo se otorga grado universitario básico, de magíster y de doctorado.

    Esta es una disciplina de las ciencias humanas que se caracteriza, entre otras cosas, por su dinamismo, por estar sujeta a contrastación, constatación y por supuesto a debate. La especulación en ella está reglada por requisitos establecidos en el campo disciplinar y siempre sus productos en tesis, libros o ensayos deben estar soportados en fuentes y elaborados en un estilo dialéctico, demostrativo. También se basa en hechos, fechas, lugares, personajes, sociedades y países.

    Dicho esto, que no es, ni de cerca, todo lo que se ha dicho al respecto, a donde quiero llegar es a mostrar el atropello que, desde distintas corrientes de izquierda, de inspiración marxista, y hoy en día desde el gobierno de Gustavo Petro, se pretende imponer al revisar, cuestionar y hasta destrozar tanto nuestra historia fundacional como la naturaleza abierta y científica de la historia académica.

    El primer gran pecado o absurdo cognitivo del marxismo radica en pretender mirar y entender el pasado a la luz del paradigma de la lucha de clases. No hay duda sobre la gran influencia de distintas formas de entender el marxismo entre la comunidad de historiadores colombianos e incluso de otros países. En ese manantial beben los que cometen la arbitrariedad reduccionista de referirse al pasado para plantear una revisión moralista de lo sucedido décadas y siglos atrás para concluir en la consigna de la deuda histórica. Recordemos el discurso de Petro sobre ese asunto en España. Una actitud anacrónica pues busca aplicar a otras épocas ideas, valores y principios de creación y aceptación reciente.

    El presidente Petro, que no es, ni de lejos, mucho menos de cerca, un historiador, omitiendo que su voz tiene carácter oficial, algo que él parece no haber entendido, ha lanzado tesis asombrosas por desquiciadas que terminan borrando las profundas diferencias entre los tiempos, de ahí que sigamos siendo “esclavistas”, que la independencia fue obra de una “oligarquía”, que la violencia liberal conservadora fue motivada por el tema de la propiedad de la tierra, su negacionismo de una de las más grandes evidencias de crímenes incomparables por su crueldad como lo fue el holocausto judío, abuso que conduce a revictimizar al pueblo judío.

    Petro y su élite asesora no pierden ocasión para causar estropicios tanto al relato fundacional, es decir, a nuestros sentimientos comunes de identidad, como para fungir de historiadores académicos y lucir galas en sus mediocres, simplistas y absurdos discursos ante públicos respetables. Ellos no entienden o no lo quieren aceptar que, al proceder de esa forma, están creando verdades oficiales propias de regímenes dictatoriales.

    Y ahí sí nos tenemos que remitir a la historia reciente de dictaduras comunistas que se caracterizan por establecer verdades oficiales que circulan como dogmas inobjetables, desde los cuales se justifica borrar personas y hechos, se recrean o inventan otros, se crean nuevos héroes y algunos hechos son magnificados para deslumbrar y suscitar odios y falsos hitos. Stalin, p.e. borró a Trotsky, a Bujarin y a otros dirigentes bolcheviques de la historia de la revolución rusa de 1917. Fidel Castro hizo lo mismo con decenas de intelectuales, empresarios y escritores que fueron encarcelados o tuvieron que huir de la persecución por sus opiniones. Acá en Colombia, nos quieren hacer creer que el surgimiento de las guerrillas fue causado por la exclusión de la dictadura del Frente Nacional y no como expresión de proyectos políticos influenciados por experiencias revolucionarias comunistas de distintos centros de poder como la URSS, China y Cuba.

    Temas de gran trascendencia a los que prestamos poca atención. Nos voltean la bandera al revés en la cara y nos quedamos impávidos

    Darío Acevedo Carmona, 10 de diciembre de 2023

  • Colombia en demolición

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    En medio de la tragedia que vivimos los colombianos reconforta que estemos despertando del letargo y sacudiéndonos de falsas expectativas con respecto al gobierno de Gustavo Petro, no solo por lo que dicen las encuestas sino también por el ingenio popular para hacer sentir su descontento desde los estadios, los eventos multitudinarios, las reuniones, y otros espacios.

    La porfía de este presidente que, en mala hora llegó al palacio de Nariño, parece no tener límites. Ha sido manifiesta en múltiples acciones, medidas, proyectos y declaraciones que, para muchos, es una demostración de locura propia de un iluminado que ya no solo quiere “salvar” a Colombia sino al mundo. Aunque algo de ello es real, no podemos contentarnos con ese diagnóstico que se revela insuficiente.

    No voy a mencionar una vez más lo que muchos comentaristas ya han dejado en claro acerca del proceder de quien se ha aliado con sectores de la casta política enemiga, se ha aprovechado de sus mayorías en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes para evadir el juicio que se merece por hechos de corrupción mencionados por su hermano, uno de sus hijos y su jefe de campaña, Armando Benedetti. Por los dineros encaletados con suicidado de por medio y rehabilitación de la funcionaria comprometida en esas maniobras. Tampoco es necesario hablar de sus ausencias que han dado lugar a cartas como la enviada por María Jimena Duzán.

    Son muchas las aberraciones, abusos de poder y arbitrariedades en que ha incurrido y son de tal calado que, amerita el juicio político de destitución. Pero ¿qué es lo que representa este personaje con ínfulas de líder mundial de la causa del combate al cambio climático? No basta decir “es un lunático”, o un “sicópata” o “un corrupto” o que tiene adicciones como algunos han afirmado.

    Petro es ante todo un líder en el campo de la izquierda marxista, de esos que no se quieren etiquetar como tal y por ello se asume cual profeta del desastre de la humanidad culpando a los países imperialistas y los ricos del planeta.

    Petro es el portaestandarte en Colombia del proyecto estatista y socializante del Foro de Sao Paulo, forjado por Fidel Castro y Luis Ignacio Lula Da Silva en los años noventa como alternativa latinoamericana al desastre del comunismo.

    Por tanto y por ello, debemos entender que Petro es una ficha, relevante, de ese proyecto en Colombia, el cual señalaba la vía democrática y electoral en la lucha el poder e iniciar desde ahí una paulatina o acelerada, según las condiciones, demolición del viejo orden, la institucionalidad, de concentración del poder con amaños y fraudes electorales, de dividir o fracturar el campo enemigo, de estatizar la economía.

    Esa película la estamos viendo con diversos niveles de logros y momentos, en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, México y ahora Colombia.

    Sus líderes dominan la teoría leninista del poder. Entienden que las fuerzas armadas son el sostén de los regímenes imperantes y temen ver malogrado su ascenso por golpes de estado, aunque utilizan como ventaja que hoy en día no son viables por razones geopolíticas. Ponen en marcha medidas para anular cualquier posibilidad de levantamientos armados en su contra, lo hacen promoviendo su debilitamiento a través de medidas desmoralizantes, también de la decapitación de los mandos más capacitados y de mayor liderazgo o si se quiere, de la corrupción rampante como ha ocurrido en Venezuela.

    Petro ha contado con Iván Velásquez, un personaje funesto pero eficaz en la misión de humillar las Fuerzas Armadas no solo en su combate a los grupos armados irregulares, sino llamando a calificar servicios a varias decenas de altos oficiales, ganando el favor de oficiales incondicionales como el director de la Policía y el del Ejército, con su proyecto de “paz Total” y con los primeros ensayos de adoctrinamiento con sus discursos ofensivos y atizadores del odio de clases cuando les habla a las tropas.

    No es que sea un loco a secas, un corrupto o un inepto, de lo que ya nos ha dado pruebas, sino que es el agente de un proyecto revolucionario con el que está adelantando, contra viento y marea, la tarea de demolición del estado, de la economía, de la institucionalidad, de la separación de poderes, y, abriéndoles espacios al Eln, a las neo Farc, a grupos criminales, al designar gestores de paz a comandantes del antiguo paramilitarismo y financiar a jóvenes para que no maten, que más tarde podrían ser usados en estructuras paramilitares revolucionarias. Trata de controlar ideológicamente la educación, de hacer ensayos de estatización de empresas, de empobrecer a la clase media en el marco de su teoría del decrecimiento y de quebrantar la política exterior del país. En suma, arrasar todo lo “viejo”, cosa que en otras palabras significa, hacer una revolución.

    Darío Acevedo Carmona, 3 de diciembre de 2023