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régimen petrista

  • El paradigma inmoral del presidente Petro

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    Esta persona que llegó a ser presidente con la bandera del cambio está cumpliendo a cabalidad su promesa, todo lo bueno lo destroza y convierte en malo, eso es cambio. A su vez, todo lo malo lo hace ver bueno. En esta última acepción se inscribe un cambio horroroso. Imaginemos que la ONU o la Fundación Nobel o el pueblo judío convirtieran en apóstoles de la paz a los peores criminales de la historia. ¿Qué tal Hitler o Stalin o Idi Amín Dadá o Pol Pot, por mencionar sólo algunos de los depredadores de millones de vidas humanas, sean vistos en adelante como santos, líderes piadosos, benefactores, gestores de paz? Bien, dirán algunos, "pero es que eso no se le ha ocurrido a nadie, además ellos ya están muertos".

    Es cierto, aunque no faltan los comunistas que defienden hoy día a algunos de esos monstruos. Hagamos el ejercicio con gobernantes y líderes vivos y en ejercicio, ¿Qué tal que Putin sea condecorado con el Nobel de Paz? o los jefes del estado islámico o ISIS, dictadores de países africanos y asiáticos que han generado guerras de exterminio?

    No faltará quienes los defiendan y les hagan el favor, para la muestra y para desgracia y dolor de los colombianos, y, muy especialmente de los cerca de diez millones de víctimas del conflicto armado interno colombiano, el presidente que agita la bandera del cambio, el mismo que afirmó sin temblor en sus labios que para desaparecer tanto crimen de las estadísticas bastaría con dejar de llamar crimen al crimen, ahora ha llevado su peculiar forma de distinguir el bien con el mal, o , más bien de borrar la diferencia entre el bien y el mal, a un más azaroso nivel con su medida de nombrar gestores de paz a comprobados responsables de crímenes de guerra que anegaron en muerte y sangre a poblados y poblaciones, afectando personas de todas las condiciones étnicas, de sexo, raza, religión y clase social por siete décadas, Para, una vez derrotados, convertirlos en ángeles, en congresistas, en gestores de paz.

    No nos faltaba sino que a los colombianos nos sometieran a que nos chorree la baba para abrazar a tipos que no supieron lo que era tener piedad con mujeres, niños, indígenas, campesinos, sindicalistas, políticos, empresarios, comerciantes, religiosos, que causaron tantas inenarrables desgracias y que no han reparado a sus víctimas ni ofrecido disculpas sinceras a los ofendidos.

    Este presidente que tenemos y el de la década anterior elevaron a estos caudillos del horror a dignidades, les concedieron la honorabilidad y les borraron su sanguinario prontuario, cambiándolo por premios, por honores. Así es, eso es lo que significa, moralmente el "cambio" del presidente Petro, una deshonra, un insulto al sentimiento de las víctimas y de los ciudadanos de bien, un adefesio en el que ser pillo paga, un borrón a la historia. Claro, así, a través de una poderosa máquina de propaganda y de estrategias judiciales la toma violenta del palacio de Justicia por el M-19 con el objeto de darle un golpe de estado al gobierno de Belisario Betancur, lo han convertido en la retoma sangrienta del palacio por el Ejército Nacional.

    Debemos preguntarnos qué hará la directora y demás directivos del Centro Nacional de Memoria Histórica, si los victimarios son privados de su condición criminal? ¿Les abrirán un espacio para honrar a los capos del paramilitarismo y a los comandantes de las Farc, del Eln, del M-19 y del Epl?

    ¿Las organizaciones de víctimas azuzadas desde la izquierda van a protestar o se tragarán sin masticar este bodrio inmoral? ¿Qué dirán las ONGs defensoras de derechos humanos?

    Darío Acevedo Carmona 24 de noviembre de 2024

  • Unidad, organización y lucha

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    Las diversas expresiones de la oposición al presidente Petro han adelantado un diagnóstico certero, profundo, claro y sistemático sobre el mandatario, su gobierno y sus proyectos. Lo han hecho de manera efectiva hasta el punto de arrojar pleno entendimiento sobre su carácter desastroso, peligroso y dañino, de tal forma que se puede afirmar que a este nivel la tarea se ha cumplido a cabalidad y hay que seguirla haciendo.

    Tenemos el diagnóstico, pero nos hace falta el remedio, quiero decir, el diseño de una política estratégica que defina en lo táctico el proceder, los métodos de acción, la indispensable unidad, la necesaria organización y el camino a seguir para alcanzar la meta de derrotar por vía electoral o de juicio político al presidente Petro.

    Es algo similar a lo que las atomizadas y divididas fuerzas de izquierda predicaron, aunque lo hayan logrado al cabo de décadas, expresado como consigna motivadora que no es propiedad de ninguna tendencia o movimiento: Unidad, Organización y Lucha.

    Estamos a tiempo aunque deberíamos haber recorrido ya un camino en esa dirección. La situación no es la mejor, desafortunadamente, hay celos, rencores, desconfianza, además de un preocupante cuadro de dispersión y atomización. Voces aisladas han llamado, sin eco, a hacer una reunión. Y es lo primero que hoy es preciso realizar.

    Partamos de la existencia de una opinión consciente del peligro que enfrenta el país con el presidente Petro al mando y sus pretensiones de demoler la institucionalidad para mantenerse en el poder. Y aunque difuso, también de un clamor por la unidad. Los dirigentes de partidos como el Centro Democrático, Cambio Radical y sectores de otros como el partido Verde, el liberal, el conservador, de la U y sectores que se mueven con mucha propiedad en las redes, tienen el deber de acoger y responder a ese clamor, ser capaces de deponer prejuicios y malos recuerdos y convocar esa reunión.

    En la reciente convención liberal, el expresidente César Gaviria quien salió reelecto director del partido por abrumadora mayoría, hizo una declaración categórica contra Petro y sobre la necesidad de la unidad. Así mismo, en calidad de invitada, la senadora del Centro Democrático, Paloma Valencia, en emocionado discurso manifestó la idea de la unidad con el liberalismo y otros partidos para recuperar el rumbo y evitar un mayor desastre.

    Pero ¿cuál sería la agenda de ese evento deseado? Decirlo es fácil, mas no cumplir el objeto. Se trata ante todo de ponerse en pie de igualdad sin desistir de la independencia de cada una de las fuerzas, igualdad en el sentido de que ninguna de ellas, en la hora actual, está en capacidad de derrotar el proyecto castrochavista de Petro. De ahí se debe pasar a la definición de un programa y unos objetivos comunes en los que se refleje las aspiraciones de la población, recuperar y sanar el daño causado por el Pacto Histórico a la democracia, a las libertades, a la separación de poderes, a la economía, a la convivencia a la Fuerza Pública.

    Un tercer tema es el referido al qué hacer de aquí en adelante. La idea que ha de regir esa definición es que se marche siempre juntos por el mismo derrotero, movilizaciones de calle, huelgas y paros, denuncias internacionales, iniciativas judiciales, agotar el camino de la destitución legal por exceso de topes en la campaña presidencial de Petro sin detrimento de prepararnos para las elecciones de 2026.

    Este último punto  tiene relación con las reglas del juego de la participación electoral en la contienda por el Congreso y en la presidencial. No es fácil pero tampoco imposible. Debe entenderse que este es un proceso hacia la construcción de un amplio frente o alianza de fuerzas democráticas y libertarias en el que cada una conserva su independencia y autonomía y a la vez se compromete con unos acuerdos. Esa alianza requerirá de una comisión coordinadora que funcione permanentemente.

    La Unidad habrá de aclarar la manera de participar en la campaña para congreso: ¿cada integrante de forma separada o en alianzas?  Para la presidencial se parte de la no existencia de un candidato, que tenerlo es uno de los objetivos más importantes. Que cada partido o movimiento lance uno o varios candidatos en disputa interna, como lo acaba de hacer el Centro Democrático, que luego, después de un trecho recorrido, cada fuerza presente su candidato y todos los que resultan entren en una competencia reglada para alcanzar el banderín. El tiempo máximo de tal definición no puede ir más allá de las elecciones legislativas.

    No escribo estas notas en nombre de un partido o movimiento, lo hago porque estoy  convencido de que no hay salvación posible respecto de la amenaza que significa la permanencia del proyecto Petro en el poder si no nos unimos si no nos organizamos y si no luchamos juntos.

    Darío Acevedo Carmona, 2 de noviembre de 2024