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separación de poderes

  • Gobierno de comejenes y termitas

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    Este es un gobierno de comejenes y termitas. Estamos viendo el desplome de Ecopetrol y eso debe tener consecuencias y bien fuertes, fuera Petro, fuera Roa, Fuera Bonilla. Lo que han destrozado no tiene parangón, superaron a los chavistas con PDVSA que se tomaron cerca de 5 años. Es el fruto de la política anticarburantes  y de ecología global de Petro que consiste en "salvar a la humanidad", pero, empobreciendo a los colombianos. Acabó con exportaciones de carbón, no hay gas, acabó el sistema de salud, con su reforma laboral acabará con millones de microempresas. ¿Llegará el día que cocinemos con leña?

    El de Petro es un gobierno desquiciado, tóxico y destructor, por ello debemos salir a las calles para evitar que el desastre de Petro sea total. Este presidente ha utilizado el cargo de presidente para sembrar odio de clases, camorras, decir disparates, viajar con desenfreno, malgastar recursos oficiales, acabar con Ecopetrol, el gas y el carbón, amenazar con un estallido social, ser permisivo con el caos y la violencia de guerrillas y mafias, estimular la corrupción oficial, hacer malos nombramientos, desconocer el Congreso, atacar a la Justicia, atacar a los medios, debilitar a las Fuerzas Armadas y darles órdenes desconcertantes, pagar a delincuentes para que no delincan, estigmatizar a la sociedad, a los empresarios, a los ricos, mancillar los símbolos patrios, perderse en farras, violar la constitución, ofender a la sociedad, victimizarse, en fin escándalo día a día no le falta, y todo ello para enturbiar, entorpecer, desviar y sabotear las investigaciones que sobre sus acciones realizan de manera legal las instancias y entidades encargadas de hacerlo.

    Ya se ve muy desquiciado, y lo más desopilante es ver a toda la izquierda, incluidos unos pocos personajes que se reclaman de izquierda democrática, siguiendo ciegamente a este pastor que mal trata a la gente como descerebrada. Grave peligro de una locura colectiva.

    Petro, en el único rol que le conocemos en tres décadas viviendo del estado y como agitador, le da una ORDEN a nuestras Fuerzas Militares y de Policía de "no levantar sus armas contra el pueblo", pregunto a los generales y altos oficiales activos y retirados(A), ¿acaso algún presidente de nuestra república les dio esa orden en el pasado?

    O ¿Será que Petro se equivocó pues se las debió haber dado al Eln, al Comando 2a Marquetalia, a Iván Mordisco, al Clan del Golfo y demás grupos y milicias que violentan a la población civil?

    ¿Pretende Petro incendiar el país para evitar un proceso legal y legítimo que adelanta en contra de su campaña el Consejo Nacional Electoral y la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes?

    ¿Piensa Petro, aprovechar la reciente y cuestionable directiva de la Fiscalía General de la Nación, poner al servicio de su causa a las Fuerzas Armadas cuya función esencial reza así: "Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional (Artículo 217)"?

    En ninguna parte, léase bien, en ninguna, las Fuerzas Armadas y de Policía tienen por misión colocarse al servicio de una causa judicial y administrativa de tipo personal de ningún oficial ni de su comandante supremo.

    No pretenda manchar el uniforme de los oficiales de Bolívar con el lodo que cubre muchos de sus actos y mejor dé ejemplo de respeto por la Constitución, no abuse ni distorsione su poder y sus funciones.

    Provocar y amenazar con desórdenes y movilización enardecida no hace parte de las funciones de un presidente de Colombia.

    Adenda 1. Si Petro culpa a la oligarquía colombiana de todas las injusticias y de todo lo malo que sucede en el país, pregunto ¿por qué está aliado con JMSantos, con ESamper, y por qué busca hacer tratos con politiqueros que se venden por un tamal y con elementos de partidos cuyos principios o ideales no se conocen o los profesan como fachada?

    Adenda 2. En la falsa “asamblea del pueblo” el sábado pasado (14 septiembre 2024) en la Universidad Nacional, Gustavo Petro se despojó de su investidura presidencial para vestirse con el ropaje de revolucionario, el que mejor le queda. Petro incitó a esa concentración de activistas e incondicionales seguidores a tomarse los espacios del poder. Estamos pues notificados de la decisión de convertir unas acusaciones en su contra en pretexto para imponer su dictadura bajo el pomposo y falso nombre de “poder del pueblo”. Sabemos que Petro es hábil y astuto, que está dispuesto a provocar una sangrienta revolución con tal de salvarse de la acción de la justicia, sabemos que no tiene reatos morales que no respeta líneas rojas.

    Estamos los colombianos conscientes del grave desafío que nos plantea este personaje? Dejaremos que el país se ahogue en un mar de sangre con el que pretende ante todo zafarse de su obligación de responder por los delitos que se le imputan?

    Qué están pensando las instituciones centrales de Colombia?: la Corte Constitucional, la Corte Suprema, el Congreso, la Procuraduría, las Fuerzas Armadas? Van a agachar la cabeza, a acatar un llamado a la violencia revolucionaria, a la insurrección? Nos vamos a dejar chantajear por las amenazas de un iluminado?

    Darío Acevedo Carmona, 29 de septiembre de 2024

  • Petro amenaza la democracia colombiana

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    El presidente Petro es un gran conjugador de verbos, pero tiene una gran dificultad para hacerlo con el más importante de su misión, gobernar, para la cual fue elegido y por la cual se posesionó hace ya nueve meses. Sobresale su actividad de emular a la fanática ambientalista Greta Thunberg cuyo máximo acercamiento tuvo lugar en la Universidad de Stanford al dejar estupefactos a los asistentes, según versión de un profesor colombiano que allá enseña.

    Su tóxica e indigerible disertación, para algunos columnistas y twitteros muy cantinflesca, es el lógico resultado de acomodar, mejor, enmascarar, su idea de marxismo, muy exótica, por cierto, con la causa ambientalista. Ante el desprestigio universal del marxismo y la doctrina comunista creada por Marx y Engels, se ha desencadenado el revisionismo desaforado entre sus seguidores para no dejarse clasificar, sin dejar de serlo, mezclándose con las llamadas neoreligiones, el cambio climático, la neolengua, la poshistoria, el feminismo, el poliamor, la indiferenciación sexual, etc.

    No obstante, lo que está causando mayor preocupación en diversos sectores de la sociedad colombiana, no solo tiene que ver con el carácter desastroso de sus proyectos de reforma pensional, de tierras, de la salud, el Plan Nacional de Desarrollo y del trabajo, sino con su reacción de furia y desespero ante los debates críticos y modificatorios por parte de la oposición e incluso de socios del Pacto Histórico.

    El tono de sus discursos es alarmante, pues, así como amenaza con un nuevo “estallido social como el de 2021”, el cual fue un auténtico ensayo insurreccional, también lo hace con la idea  de convocar una asamblea constituyente y llamar a la expropiación exprés de tierras y bienes con el fin de financiar su reforma agraria basada en el minifundio.

    Petro no habla de “revolución” aunque en esencia es hacia donde conduce el país, prefiere hablar del “cambio”, acatando, a lo mejor, a sus consejeros que le deben advertir del alto costo de su imagen si usa esa palabra tan desprestigiada. Su política de “cambio” es radical e irrespetuosa de los límites que le impone la democracia que, orondo niega. Para Petro, las líneas rojas son caprichosas, formalidades u obstáculos esgrimidos por la “oligarquía”, otra de las palabrejas que adorna su neo vocabulario. No es que no entienda que la democracia está cimentada en formalidades y procedimientos, es que no las admite y le fastidia el llamado a respetarlas,

    El problema con Petro no es que desconozca o ignore el modelo que se inspira en la separación de los tres grandes poderes públicos propio de las repúblicas contemporáneas, es que él actúa en consecuencia con su pulsión revolucionaria y considera esos principios como obstáculos que impiden el “cambio”.

    Esa manera de pensar y actuar deriva, necesariamente, en la anulación de la función deliberante del congreso. Función que el practicó a sus anchas y gozando de todas las garantías en su larga trayectoria de congresista. Así mismo procedió desde España ante uno de los altos magistrados del poder judicial, el Fiscal General declarando que es su jefe.

    Petro conoce que los tres poderes concurren e interactúan en la formación de las leyes, que es lo que conocemos como el equilibrio, la interacción y el sistema de contrapesos establecido en nuestra constitución política.

    Y como sus amenazas no son fruto de su ignorancia, no hay otra explicación de que lo suyo es un atropello al orden establecido. De manera que el despelote político y económico que está causando está en línea con su ideología comunista posmoderna y con el programa del Foro de Sao Paulo que, indefectiblemente, deriva en el autoritarismo, cuando no en la dictadura y la pauperización de la población.

    De contera, en su rol amenazador, Petro llama a la formación de guardias sectoriales como la campesina, adueñándose de ser el representante de los campesinos de Colombia y haciendo a un lado otro principio constitucional, a saber, que el presidente es el representante de la nación y ha de gobernar según los intereses de ella y no de uno o unos sectores designados a capricho o por interés revolucionario.

    Colombia no ha tenido un día, semana ni mes de pausa desde que Petro asumió la presidencia, no falta el escándalo, el susto, el peligro, el daño que deja una estela de desesperanza y pesimismo en los hogares. Su insostenible propuesta de eliminar la exploración de gas, carbón y petróleo dizque para salvar a la humanidad de su desaparición, se queda sin piso al asumir funciones de canciller de la dictadura de Maduro con el claro objetivo de que pueda volver a comerciar petróleo con el mundo libre.

    Si hubiere un espejo en el cual mirar el camino al abismo hacia el que Petro conduce a la nación, nada más parecido que el de las dictaduras de Nicaragua, Venezuela y Cuba, cuyos tiranos carecen de toda vergüenza para coartar las libertades, anular la democracia y empobrecer a las gentes en el marco de una retórica del odio de clases, de revisión del pasado y de reclamarse representante del “pueblo”.

     

    Darío Acevedo Carmona, 7 de mayo de 2023