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OPINION - Page 2

  • La izquierda lumpen cosecha lo que siembra

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    No se conoce revolución política que no haya sido dirigida por elites intelectuales cultivadas en conocimientos sociológicos y filosóficos. Buena parte de ellos provenientes de la alta sociedad, nobles, burgueses y pequeño-burgueses, críticos de las realidades angustiosas y lacerantes  que les tocó presenciar y que se formaron en universidades a las que nunca ingresaron gentes del pueblo.

    Veo en la realidad de la Colombia actual gobernada por un movimiento que dice y quiere hacer un cambio profundo del país, es decir, una revolución con la que el presidente Petro pretende justificar el desconocimiento de la Constitución de 1991apoyado en su falsa y socorrida veneración por el “pueblo”.

    ¿Me pregunto si es eso lo que queda en el campo revolucionario de las izquierdas colombianas? No tengo una respuesta para todo lo que se puede ver y decir, pero, es evidente que el agrupamiento creado alrededor de Petro y su camarilla no cuenta con el sector formado en la academia, que acredita arrestos teóricos, que escriben textos de gran acogida en círculos universitarios, algunos vinculados a la acción política y otros a la educativa. Algunos fueron eliminados por grupos de extrema derecha otros por los de extrema izquierda, otros más están ya cruzando la fase de la despedida.

    Entre ellos figuran destacados y muy numerosos investigadores que desde distintas vertientes del marxismo publicaron estudios sobre la realidad y los grandes problemas nacionales. No citaré a nadie por motivos ajenos a esta columna y porque no quiero cometer una injusticia reduciéndolos a una frase o a un adjetivo. No es mi estilo. Fui parte de ese ambiente tanto como líder sindical como investigador hace ya muchos años. Hoy, gracias a luchas conmigo mismo, al conocimiento de la historia seria, a los acontecimientos ocurridos en el mundo capitalista y sobre todo en el comunista, pienso de otra forma que, quienes me conocieron como profesor en la Universidad Nacional saben que no fue algo repentino ni mediado por intereses oportunistas.

    Quiero referirme entonces, a esa grieta profunda estructurada por Gustavo Petro en la que se puede apreciar de su lado, seguro que con contadas excepciones, un variopinto conjunto de dirigentes políticos que se caracteriza por su pobreza intelectual y su ambición por apropiarse del erario, y, del otro, por lo que hemos dado en llamar, con criterio muy democrático, la izquierda democrática o decente, que la hay aunque con ella se mantenga una profunda distancia acerca del que hacer sobre el presente y el futuro de la humanidad.

    El movimiento gestado por Gustavo Petro en el Pacto Histórico, es una alianza de partiditos, movimientos y personajes aventureros carentes de principios morales, propios de otras épocas, que sobresalen por sus conductas aberrantes, en particular, por su desbordada ambición de corte egoísta (se supone que revolucionarios de izquierda no se deben dejar llevar por ansias de riqueza) por el dinero oficial, el erario, y por nombramientos sin el cumplimiento de méritos.

    Estos comportamientos inmorales ampliamente conocidos sobre los que no reaccionan con estupor ni muestran arrepentimiento es lo que nos lleva a calificar el gobierno actual, a quien lo preside y a quienes lo apoyan en distintos escenarios, como una derivación lumpen de la izquierda.

    Petro, su máximo exponente y líder, ha reconocido la influencia que en su forma de pensar y actuar proviene del filósofo italiano Antonio Negri uno de los intelectuales creador de las teorías deconstructivas, que le dieron el réquiem al capitalismo, a la Modernidad y a la cultura Occidental bajo la convicción de estar asistiendo al parto de la supuesta nueva era de la Posmodernidad.

    En esas influencias mezcladas y quizás no muy bien leídas, en las que los revolucionarios se inspiran para derrocar el “sistema” apelando a la multitud, a la masa, al “pueblo” del que se consideran únicos y máximos voceros e intérpretes, cabe el método de la “acción directa”, recordemos el proyecto insurreccional de 2021, la violencia contra bienes públicos, la humillación de los símbolos patrios, la retórica llena de insultos y amenazas a sus rivales, la exhibición de viejas banderas guerrilleras y de la muerte, la afectación de la separación de poderes, el cuestionamiento de todo el orden vigente, la generación de una atmósfera de inseguridad y caos, el debilitamiento de las fuerzas armadas, la guerra cultural inspirada en el marxista italiano Antonio Gramsci, etc.

    Las movidas de Petro ya no solo se concretan en la firma del decreto que convoca una consulta popular sino que amenaza con una asamblea constituyente en caso de que fracase la anterior.  Para darle sustento jurídico  a estos proyectos, Petro se ha rodeado de personajes cuestionados, oportunistas de toda laya, ricachones, contratistas poderosos, ladrones del erario, gritones, viciosos, drogadictos y alcohólicos en el que pueden tener sus espacios los teóricos del terrorismo y del atentado individual.

    Petro puso en marcha, como revolucionario aplicado que es, el paso más osado que haya dado en llevar su proyecto revolucionario socialista bolivariano hasta las últimas consecuencias. El recurso a la violencia no falta como lo pudimos ver en 2021. En ese explosivo cóctel o caldo de cultivo, considero a título de hipótesis  que se pudo inspirar el atentado contra el senador y candidato presidencial Miguel Uribe Turbay.  

    Sus recientes intervenciones públicas en Bogotá y Cali donde exhibió la bandera de la muerte y amenazó a los congresistas con borrarlos de la historia nacional si seguían oponiéndose a sus proyectos confirman esa probabilidad.

    Eso, sumado a los consuetudinarios llamados y alertas al “pueblo”, a los “indígenas”, a los “maestros” para que salgan a las calles a defender su “obra y sus proyectos” a los que se opone la “oligarquía” y los “nazis de Colombia, es el caldo de cultivo en el que emerge la violencia de la primera línea y el terrorismo individual.

    Darío Acevedo Carmona, 15 de junio de 2025

  • La corrupción no conoce linderos de clase o tendencia política

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    No hay razón válida ya sea para estigmatizar per se a una determinada corriente política o a una clase o sector social o para autodefinirse de impoluto por una u otra condición. Con esto quiero decir que cada situación de corrupción pública en la que se vean comprometidos un gobierno o un partido político, debe ser valorada usando la mayor precisión y concreción.

    En un artículo sobre la corrupción del actual gobierno español que leí en las redes por estos días, observé que el comentarista se refería al contraste del gobierno de Pedro Sánchez, sumido en varios escándalos de inmoralidad en el manejo de recursos del erario en que están involucrados familiares y miembros  de su partido y de otros de la coalición, con respecto a la corrección que caracterizó el ejercicio gubernamental de Felipe González y el Partido Socialista Obrero Español.

    Viene a mi memoria una declaración que se le atribuyó a Carlos Gaviria Díaz durante su campaña presidencial en el 2006 cuando habría afirmado que ser de izquierda era incompatible con ser corrupto y que quien lo fuere, entonces, no podía ser de izquierda. En otras palabras, la izquierda es inmaculada y en sí misma, impoluta porque en su filosofía prima la idea del altruismo y no la del egoísmo que subyace en la derecha y en el sistema capitalista, lo cual nos llevaría al exabrupto de igualar un delito con una actividad económica de toda la existencia humana de la que se obtienen ganancias a través de la producción y el intercambio.

    Quisiera pues insistir en la idea de que la corrupción en el manejo de los bienes y riquezas públicas, en el otorgamiento de contratos y en el nombramiento de cargos de responsabilidad, es asunto en el que pueden incurrir dolosamente gobiernos y partidos de cualquier tendencia.

    En la historia mundial encontramos ejemplos de regímenes y gobiernos que siendo dictatoriales y represivos o democrático-liberales, no cayeron en la tentación de la corrupción. Nadie podría, por ejemplo señalar de acciones corruptas por parte Lenin, Stalin, o de Churchil y F. D. Roosevelt, aunque sí de gobernantes como Fidel Castro y sus hijos, Hugo Chávez, Maduro, Cabello, Lula, Color de Melo, y una buena tanda de dictadores procapitalistas latinoamericanos.

    ¿Por qué estas reflexiones y qué tan útiles pueden ser para referirnos al gobierno de Gustavo Petro? La razón está a la vista y es potente e incuestionable, el gobierno que él preside, las decisiones que él ha tomado y lo que ha sucedido tienen el signo de la corrupción: nombramientos de altos cargos sin cumplimiento de requisitos, de ministros involucrados en manejo indelicado de recursos del erario, trampas, engaños, “mermelada”, maletines repletos de dinero, ministros, familiares, entre otros, que dan para calificar su gestión como envuelta en casos de corrupción en grado superlativo.

    Aunque lentamente en algunos episodios, los órganos judiciales y de control avanzan en investigaciones que arrojan luces sobre el carácter abrumador del fenómeno delincuencial. De poco le ha servido al gobierno y a sus apoyos en el Congreso a manera de disculpa cada vez más desgastada, relacionar el problema con lo ocurrido en anteriores gobiernos tratando de justificar y evadir su propia responsabilidad

    Además del daño a la sociedad, a las instituciones, a la convivencia, a la imagen de la política, la corrupción del gobierno Petro ha extendido sus efectos perversos de destrucción a los distintos movimientos que hacen parte de la coalición oficialista del Pacto Histórico que a pesar de la evidencia del mal, sostienen su apoyo y lealtad con el mandatario como si para sus líderes fuera lo mismo ser corrupto que ser empresario o en versión de cinismo puro y duro, como si ser revolucionario, de izquierdas y o comunistas constituyera una patente de corso para hacer y deshacer a su antojo puesto que de lo que trataría una revolución es de demoler todo el sistema o el edificio de la vieja sociedad esclavizante, tan malo, que nada de él es salvable.

    Las implicaciones para la gobernabilidad del presidente Petro son desastrosas en cuanto ese orden y esa institucionalidad que atropellan y se proponen demoler es el de una democracia que, entre otras cosas, le permitió a él y a sus aliados alcanzar el gobierno por la vía democrática de las elecciones.

    En síntesis Petro y sus amigos y aliados, quizás en un alarde de poder y egoísmo, están haciendo esfuerzos para hacer ver a la izquierda colombiana como una fuerza corrupta, arribista y egoísta, algo que no fueron Lucho Garzón ni Angelino Garzón ni muchos otros líderes y académicos y gentes del común.

    Darío Acevedo Carmona, 8 de junio de 2025

  • Enfrentamos el desafío petrista o perecemos

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    Pienso, como muchos, que el hundimiento de la convocatoria a una consulta popular planteada por el presidente Petro al Congreso de la República es la más importante demostración de que, a pesar del pesimismo, del derrotismo y de la mala imagen, el poder legislativo se niega a ser un mandadero del Ejecutivo.

    Así mismo, hay que valorar los esfuerzos que realizan diversas entidades, movimientos y organizaciones para  cerrarle el paso a los ímpetus dictatoriales de Petro. Destacable la firmeza, por ejemplo, del Consejo de Estado, la intervención de la Corte Suprema al judicializar a altos funcionarios del gobierno, la información crítica de importantes medios de comunicación, la voz de repulsa de partidos y dirigentes políticos, un estado de ánimo de rechazo a Petro que, no obstante disperso y desorganizado, se manifiesta en muchísimos sectores y redes.

    Sin embargo, hay que reconocer que el dictador en ciernes no se da por vencido y con sus amenazas de paros, toma del Congreso, movilizaciones callejeras ha elevado el tono de su confrontación con el orden democrático. Y que, en lo que respecta con lo que han hecho las fuerzas opositoras, no todo ha sido o es suficiente para contrarrestar la estrategia petrista.

    Petro es un peleador empedernido y sabe que no se puede comportar como lo hace un presidente en democracia. Se levanta de la lona y lanza contundentes golpes a sus rivales. Realiza un segundo viaje a la China comunista-capitalista para sumarse a la Ruta de la Seda, política de dominación mundial de Xi Jinping, toma distancia de los EE. UU., el mayor aliado de Colombia en muchas décadas, pues según él “Ya esa posición de ser paria y segundón de Estados Unidos creo que queda en el pasado”.  

    Paso a paso, Petro da señales inequívocas  de extender el alcance de su proyecto de destrucción del orden interno a la política internacional de Colombia. Primero la ruptura con Israel y su apoyo a la agrupación terrorista Hamas, el desconocimiento del triunfo de la oposición venezolana, el desconocimiento de la victoria de Noboa en Ecuador, sus peleas con los mandatarios de Argentina y El Salvador. Todo indica que quiere llevar a Colombia a transitar el camino de Chávez y Maduro, de Ortega y la dictadura cubana. 

    En su largo periplo obtiene una entrevista con el Papa León XIV, a quien de seguro no le confesó cuan mal cristiano es ni lo enteró de su impulso al odio de clases, de los daños causados a nuestra democracia, de sus adicciones y escándalos. Retomó el apoyo de congresistas liberales, conservadores y de la U para aprobar con 66 votos la elección de Héctor Carvajal, como miembro de la Corte Constitucional quedando a un paso de alcanzar mayoría, presidió en Barranquilla su convocatoria al cabildo abierto y agitó su invitación a un paro nacional para presionar el Congreso a votar su recargada propuesta de  consulta popular con nuevas preguntas.

    Las redes y los analistas de medios no han pasado por alto la andanada petrista, no faltan las burlas, las opiniones adversas, la retórica adjetivesca. Lo mismo de siempre, como si de esa manera a Petro se le pudiera hacer renunciar o deponer. Petro ha demostrado  que sabe defenderse y sabe aplicar técnicas de contraataque que confunden a sus rivales.

    Petro no debe ser  menospreciado o subvalorado, es un líder astuto, hábil, goza de la perseverancia de todo revolucionario. Fue capaz de tapar la bulla que se desató con las cartas de su exministro de Relaciones Exteriores y de eludir la derrota sufrida en el Congreso configurando un estado de cosas propicio a un golpe duro de estado

    Sería un error garrafal subestimar las amenazas de quien se ha ubicado sin miramientos en el campo de la revolución y por ende del camino insurreccional. Petro no está cañando, con su camarilla de rapaces vividores es capaz  de incendiar el país para alcanzar la meta del poder total.

    Debilitó y desmotivó a las Fuerzas Armadas, controla a la Fiscalía, muy probablemente contará con la mayoría en la Corte Constitucional, tiene influencia fuerte en la Procuraduría y  en la Contraloría, un Congreso que le teme aunque le haya propinado una gran derrota, dispone de unas bien organizadas milicias, reanimó a la primera línea, utilizando a placer el erario para pagar los costos multimillonarios de las movilizaciones.

    Si los colombianos no entendemos que llegó la hora de hacer a un lado la corrección política y de responder con fuertes acciones de calle, con actos de desobediencia civil y militar, con objeciones de conciencia, con votos, con denuncias internas y externas de los graves delitos de corrupción. Si no pasamos a la ofensiva y dejamos de estar a la cola del reguero de medidas distractoras que el desbocado aventurero deja en su andar, entonces, estaremos perdidos quien sabe por cuántos años o décadas. Lloraremos lágrimas de sangre.   

    Todas las altas cortes, todas las Fuerzas Armadas, los partidos libertarios y democráticos, los medios, los sindicatos sensatos, las iglesias, los gremios, los empresarios grandes, medianos y pequeños vapuleados y desprestigiados por este gobierno, los artistas, los profesionales, los académicos, están en el deber de salirle al paso a esta loca aventura a la que está citando el presidente Petro.

    Darío Acevedo Carmona, 25 de mayo de 2025

  • Democracia colombiana herida de muerte por golpe de estado escalonado de Petro

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    Mientras los opositores e inconformes damos un paso, Petro  responde dando diez o más. La distancia que nos lleva es muy grande no en relación con las encuestas que aún le arrojan un importante 30% de favorabilidad y cerca de 45% de imagen positiva, sino en relación con lo que está sucediendo a diario  y lo que está por venir.

    Quiero explicar esto: En ninguna parte del mudo los revolucionarios estilo Petro llegaron al poder siendo mayoría, ni Hitler, ni Lenin, ni Fidel ni Maduro, etc. Han consolidado su toma del poder total del estado sino a través de la combinación de todas las formas de lucha, de maniobras, artimañas, mentiras, rumores disociación, corrupción y amenazas. Esa toma total del poder se da a través de un accionar escalonado.

    Por ejemplo, como él sabe que le rechazarán una de sus jugadas maestra, la consulta popular, amenaza que cerrará el Congreso, lo que confirma su aversión a los pilares de la democracia lo cual significa llamar a un golpe de estado. También amedranta con expedir decreto para algo que obligatoriamente tiene que pasar por el Congreso y la Corte Constitucional. Y, ha convocado a miles de indígenas neocolonizados por su retórica demagógica y agitacional y el dinero del estado a raudales que les está entregando.

    Son medidas de tipo golpista frente a las que la sociedad civil y sus instituciones centrales parece que no estar enteradas y por eso en capacidad de evitar. Es la exhibición del poder del miedo más grave vivida en muchísimos años por el país.

    Y si todo su proyecto dictatorial se le cae, amenazará con el levantamiento general del pueblo, que no es otra cosa que la reedición del sangriento experimento insurreccional liderado por él en 2021.

    Así las cosas, opositores, descontentos o inconformes estamos retados a entender que estamos ante el muy probable baño de sangre que en nombre del “pueblo” está listo a provocar con las ventajas adquiridas. Esas ventajas nada tienen que ver con porcentajes de encuestas ni con expectativas electorales, sino con el profundo debilitamiento estratégico de las Fuerzas Armadas y de Policía y la inoperancia de las otras ramas del poder público. Miremos como se pasó por la faja decisiones del Consejo de Estado, cómo se gana la mayoría de los magistrados en la Constitucional y cómo se apodera las comunicaciones.

    Nada raro que en su calculada voluntad revolucionaria empiece a caminar por las avenidas de las capitales del país con el estribillo y el gesto rojo rojito del dictador Hugo Chávez, gritando en medio de bodegueros contratados con dinero del erario “exprópiese”… Y, entonces, ya será muy tarde, mucho más tarde, para reaccionar.

    Con Petro y su pandilla de vividores, corruptos, embaucadores, resentidos, trepadores, ladrones, bodegueros y drogadictos, vendrá la ruina de los colombianos que es lo que figura en su retórica escondida “cuando los pobres dejan de ser pobres se vuelven de derecha”, salida de las bocas de López Obrador, Chávez y Petro.

    Será la noche más larga, fría y dolorosa a la que estaremos expuestos los colombianos. Veremos la ruina total de la economía, sin petróleo, sin gas, sin café, inundados de baratijas chinas, de “médicos” cubanos, de espías lobos esteparios de Rusia, sin ganado, escasearán los huevos y hasta las arepas, quizás vivamos recibiendo las bolsas Clap de Venezuela o de una libreta de racionamiento de la Cuba fidelista de artículos que la dictadura otorgará como un regalo bondadoso.

    Las escuelas, colegios y hospitales se deteriorarán física y funcionalmente, el servicio eléctrico será de apagones y hasta el agua escaseará. Nadie podrá chistar, el estado será, muy de lejos, el mayor proveedor de empleos inútiles, a cambio, los funcionarios serán obligados a asistir a todos los actos de adoración al gran líder salvador de Colombia: Gustavo Francisco Petro Urrego, enviado por los dioses del Olimpo desde el espacio sideral cien años de soledad atrás.

    Es, al parecer, la gran tragedia que nos espera porque ni hemos sido capaces de enfrentar el monstruo antes y mucho menos cuando se desate el terror rojo, del que la historia abunda en ejemplos que nunca creemos nos vaya a suceder.

    Coda: Petro y sus militantes de la elite izquierdista están arrasando con los pocos vestigios que aún subsisten de las culturas y cosmovisiones de los pueblos indígenas a través de asignaciones sin control de dinero del erario, de la formación de sus autoridades y líderes en la doctrina marxista, de inculcarles odio y de asignarles la misión de rescatar lo perdido. Es la obra neocolonizadora más perversa que afecta y destruye la riqueza étnica del país y estimula sentimientos antiindígenas en sectores de la población.

    Darío Acevedo Carmona, 4 de mayo de 2025

  • Hora de definiciones

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    Millones de colombianos quisiéramos escuchar de los candidatos a la presidencia (el número de ellos ya supera la treintena) si les parece que ante la situación de alto riesgo y gravedad que vivimos por acciones del actual gobierno, deben llamar a la población a la defensa activa de la Constitución e iniciar desde ya acciones políticas y judiciales para enjuiciar al presidente? O si lo correcto es esperar hasta las elecciones de 2026, como si hubiera la seguridad de que ellas tendrán lugar?

    Creo que también sería saludable escuchar desde ya sus propuestas en tantos asuntos de estado y sociedad en los que el presidente Petro ha procedido con evidente desgreño, irresponsabilidad y espíritu destructor.

    A título de ejemplo, ¿qué harían ante el reto de retomar radicalmente la aspersión de la fumigación aérea de los cultivos ilícitos con glifosato?

    ¿Restablecerían el Alto Mando Militar y autorizarían los bombardeos a las bases de grupos armados irregulares? ¿Aumentarían considerablemente el pie de fuerza?

    ¿Derogarían todos los decretos que se han aprobado a punta de artimañas y mermelada?

    ¿Restablecerían ipso facto la exploración petrolera, de gas y la exportación de carbón?

    ¿Cerrarían todas las misiones diplomáticas creadas sin fundamento? ¿Revocarían de inmediato a todos los embajadores y cónsules nombrados en clara violación de méritos?, ¿Romperían relaciones con Cuba?, ¿Restablecerían relaciones con Israel? ¿Levantarían el bloqueo a regiones afectadas por medidas de Petro contra Barranquilla, Antioquia y Medellín?

    ¿Propondrían una nueva reforma a la salud? y ¿Derogarían la pensional y la laboral?

    Se trata de que quien vaya a ser presidente de Colombia les diga con contundencia y claridad a los colombianos cuál es su plan de acción para realizar desde los primeros días de ejercicio del mando. Planteo estas inquietudes que ya circulan por las redes y que expresan un sentimiento de impotencia, de ausencia de orientación por parte de quienes aspiran a gobernarnos y también, porque se observa la insuficiencia de estar centrados en hacer diagnósticos de Petro y su camarilla, chistes y memes y de estar a la cola de sus idioteces y amenazas.

    Y es que en nombre de la corrección política o de miedo a un estallido social, de discursos melifluos de mediación o de búsqueda de compromisos se ha perdido la perspectiva del daño causado. Estamos siendo abofeteados a diario y con cargas de profundidad. Es hora de reconocer la gravedad del peligro. Pongámonos serios y bravos. Es decir, asumamos que

     

    nos debemos radicalizar y luchar a fondo y abandonar el temor a confrontar a quienes quieren imponernos el fracasado modelo de socialismo bolivariano o perecemos como sociedad libre.

    ¿Dejáremos que se torne en paisaje el desastre, el delito, la ignominia, la verborrea, la mentira, la corrupción, la ordinariez del poder, la patanería, la amenaza, recursos usuales del indigno presidente?

    ¿Seguiremos esperando que la Constitución sea convertida en un trapo por un mandatario que no ha cesado en mancharla, en violarla, en desconocerla en burlarla? El problema no es si el vicio corroe o ha afectado a otros gobernantes, esa no es disculpa válida como alega el gobernante señalado por su drogadicción. El problema no es el mensajero ES EL MENSAJE.

    ¿Se van a quedar callados, guardarán silencio para, supuestamente, evitar un nuevo estallido social? La pregunta es válida para los congresistas, todos y los de la Oposición en particular, cuyo deber es enjuiciar al presidente por faltas evidentes y recurrentes a la DIGNIDAD del cargo, ¿qué están pensando? ¿Por qué no han apoyado y presionado el juicio por indignidad (art. 109 C.N.) frenado con artimañas por tres miembros de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes que es un proceso independiente del que adelanta el Consejo Nacional Electoral?

    ¿Por qué la Corte Suprema, tan dura y eficaz en casos de igual gravedad en que se vieron comprometidos congresistas mafiosos o señalados de aliarse con paramilitares, y otros altos funcionarios, no procede de la misma manera?

    ¿Acaso la Corte Constitucional y las Fuerzas Armadas no tienen el mandato claro, contundente y preciso para salir en defensa de la Constitución y la institucionalidad?

    ¡Despierten y entiendan que el tipo que habita el palacio presidencial convirtió ese lugar en una pocilga, en una cueva de Rolando! Tenemos todos los elementos para darle un giro de 180 grados a la situación y poner a Petro a la defensiva.

    Los colombianos tenemos suficiente información del desastre y queremos dejar de ser humillados ante el mundo por un gobierno lumpen.

    Colombia, su historia y su institucionalidad no son perfectas, pero, no podemos dejar que se extermine lo que se ha construido a un alto precio y con tanto esfuerzo y hasta dolor a lo largo de su existencia. Colombia no es Petro y su pandilla, Colombia es mucho, pero mucho más que este gobierno tóxico y episódico.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de abril de 2025

  • La revolución lumpen del gobierno petrista

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    Definición del término “lumpen” por la Real Academia de la lengua Española: “Sector social más bajo del proletariado desprovisto de conciencia de clase” Y según el Diccionario Panhispánico del español jurídico: “Grupo social que atenta sin ningún tipo de principios contra la seguridad de los individuos o colectividades, bajo un ánimo rapaz y delincuencial”.

    Aunque una revolución se caracteriza por el desconocimiento del orden vigente por la violación de las leyes y su reemplazo por otras, y que todo lo que en ella ocurre se da en un ambiente de destrucción, derrocamiento, violencia y caos, pero, no todo lo que se hace es válido ni moral ni filosóficamente. Hay un límite, digamos, una línea que no debe ser burlada por los protagonistas del cambio radical. Esto es de curso aplicable a todo tipo de revoluciones, en particular, a las que han tenido lugar desde fines del siglo XVIII hasta el presente.

    Esto quiere decir, al margen de opiniones y las valoraciones, que los líderes de las revoluciones actúan  con base en un programa y en unas ideas con las cuales se edificaría el nuevo orden social y que en tal sentido, no todo está permitido en el marco de una revolución. También puede indicarnos que los humanos a lo largo de su existencia han forjado un ethos, una moral común no explícita. Se que esto es muy polémico, pero, en un nivel muy asociado al instinto de supervivencia y conservación de la especie, ese algo existe. A título de ejemplo, y a pesar de lo depredadores que han sido los pueblos en sus guerras, hoy en día, ese algo común se puede apreciar en que se haya evitado una guerra mundial con armas nucleares.

    En otros tópicos también, como es la diferencia aceptada por todos los países en acoger los postulados de los Derechos Humanos, que no es poca cosa, y en algo que florece en los conflictos internos, a saber, la diferencia entre el delito político y el delito común que permite establecer la diferencia entre la motivación altruista y la egoísta o particular.

    Conductas como la tierra arrasada, el fusilamiento de personas fuera de combate, la tortura, la violencia sexual, la retención forzada o secuestro, la afectación de bienes civiles esenciales, el reclutamiento de menores entre otras, están prohibidas y pueden ser investigadas y castigadas por tribunales internacionales.

    Pero hay otro conjunto de hechos delictivos que sin constituir crímenes de guerra  son vistos como eventos de degradación moral o lumpen realizados por los militantes de movimientos o grupos de poder político, cliques, personas que ostentan poder y que lo usan con fines inaceptables y ajenos a los códigos de cualquier nación o de una revolución.

    En el ámbito de las revoluciones comunistas del siglo XX, el delito común o conducta lúmpen es aquella que devela una degeneración de las virtudes del ciudadano o del revolucionario o comunista, consistente en servir a la causa colectiva, el altruismo, la justicia proletaria, es lo que al menos se predica en su retórica. Por ejemplo el robo si se realiza con fines de enriquecimiento individual es sucio, diferente al que se hace para financiar operaciones y necesidades logísticas del movimiento donde se califica de delito político. Violar a otras personas, malversar fondos estatales o comunes para la guerra o de partidas del nuevo estado por parte de funcionarios o personas con fines de lucro personal. Para decirlo en términos más simples, delitos comunes de inspiración egoísta, es decir, en los que prima el lucro personal, no pueden ser calificadas como delito político ante las leyes revolucionarias ni ante las del orden que se quiere derribar.

    Y no son estas preocupaciones o actitudes las que estamos observando en el proceder de movimientos que actúan bajo la cobertura de un discurso supuestamente edificante, como son los casos de Chávez y Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Los Kirchner en Argentina y Petro en Colombia.

    No me refiero a los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en el marco de conflictos armados sino de los delitos de tipo moral ordinario que responden al interés individual o grupal que se cometen para beneficio propio. Entre ellos el robo de bienes públicos o privados, el narcotráfico, los relativos al amplio campo de la corrupción: coimas, nepotismo, prevaricato, concierto para delinquir, trata de blancas, etc.

    Cuando estas conductas son la cara de un gobierno, su sello, es decir, cuando se está ante una situación en la que florecen esos delitos y la justicia o no existe o es insuficiente o es cómplice o es ineficaz en combatirlos, y se cometen  a ojos vistas y de manera continua y sistemática se configura entonces un régimen corrupto o lumpen.

    Es lo que estamos presenciando en los países y sus gobernantes citados. Arruinaron a Venezuela, se robaron enterita a PDVSA, enriquecieron a sus familias allá y en Argentina, en Cuba solo hay miseria general mientras la clique comunista, en particular los altos mandos castristas acumulan fortunas y en Colombia no hay día o semana en que no conozcamos un escándalo de corrupción, muchos de los cuales pretenden ser obscurecidos o encortinados por el presidente Petro, quien a su vez, él mismo y su entorno familiar, sus funcionarios de confianza: ministros, embajadores, gerentes de empresas del estado y otros altos cargos, se han visto envueltos en conductas de delincuencia común. 

    Por eso es válido, entonces, caracterizar a esos gobiernos y a sus mandos centrales como gobiernos lumpen comunistas en tanto incurren en conductas degradadas contra su propia lógica moral.

    Darío Acevedo Carmona, 12 de abril de 2025

  • ¿En Ucrania se juega la paz mundial?

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    El derrumbe del campo socialista y la URSS en los años noventa del siglo XX significó el fin de la llamada "guerra fría" o en otras palabras del mundo bipolar, realidad marcada por el inmenso poderío nuclear de la Unión Soviética y los EE. UU. que competían entre sí sin enfrentarse directamente para ensanchar sus intereses e influencias. De esa forma, el mutuo y no declarado chantaje nuclear para evitar un enfrentamiento en el que no habría vencedores sino vencidos, todos en el orbe, fue conocido como la política de la disuasión.

    Al caos en que se sumió la potencia comunista con la desaparición de la Unión Soviética, la conversión de la China comunista al capitalismo de libre mercado y el desmonte del temible Pacto de Varsovia, convirtió, por unos pocos años a EE. UU. en la gran potencia nuclear dominante

    No obstante, el peligro de una guerra nuclear en vez de  cesar resurgió con gran ímpetu porque tanto Rusia logró recuperar su economía y la China alcanzó niveles sorprendentes de desarrollo, en ambos países gracias a la aplicación de políticas capitalistas entre otras razones.

    Así que  hoy en día no solo no es bipolar sinó que tampoco es unipolar. China ha emergido de tal forma que adquirió el estatus de superpotencia y por tanto es considerado un tercer actor.

    Esas tres potencias se diputan hoy la supremacía mundial mientras llegan a entender y construir acuerdos explícitos y no tan explícitos para evitar una guerra que puede destruir la civilización y la vida en toda la tierra y generar confianza para un nuevo tipo de disuasión.

    Ahí, opino, podríamos encontrar una explicación, que aunque insatisfactoria, nos da luces para entender los grandes peligros de conflictividad en el mundo: la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, la de Israel contra Hamas, Hezbollá y otros grupos y países que patrocinan los ataques antisionistas, las ansias de adquirir poder nuclear de Irán y Corea del Norte, el ascenso de la India y su vecino Pakistán y la expansión sigilosa pero contundente de China y su latente amenaza de atacar  Taiwán.

    Y también puede sernos útil para entender que la propuesta de paz del presidente Trump sobre la guerra Rusia contra Ucrania, con todo y sus dolorosos contenidos y lacerante aceptación de concesiones que no deberían hacerse, hay que aceptarlas en la lógica geopolítica de que se debe evitar el desenlace hacia una nueva guerra mundial.

    Aunque muy diferente en muchos sentidos, no dejo de pensar en la Conferencia de Yalta en la que se reunieron en persona Roosevelt, Stalin y Churchill y se repartieron el mundo en áreas de influencia, con perjuicios graves para muchos países, todo para evitar que la victoria contra el nazismo abriera la puerta a una nueva entre los Aliados (EE. UU. Inglaterra y Francia) y la Unión Soviética.

    Darío Acevedo Carmona, 22 de marzo de 2025

  • El trío maligno

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    El trío Petro, Sarabia, Benedetti renace de las cenizas y quiere imponerle al país su tóxica agenda: enredar a la oposición en debates de gran intensidad como los de la legalización de la cocaína y la convocatoria a una consulta popular que, dadas las circunstancias, supone un enfrentamiento profundo y peligroso para la democracia en cuanto revela el viejo anhelo autoritario y golpista de Petro de eliminar el Congreso. 

    De paso, este trío cumple la función de cortina con la que se busca ocultar y sepultar la oceánica corrupción del gobierno central y sus apoyos políticos. Ya casi ni se menciona el gran robo de los recursos para La Guajira desde la UNGRD, pasa a segundo plano el desvío de billones de pesos de la salud a paraísos fiscales. Ya se normalizó el retorno del cerebro del mal a un alto cargo de estado.

    Petro nos entretiene lanzando pompas de jabón como su idea del trabajo como actividad que destruye la naturaleza. La Justicia cada vez más lenta y manipulada en favor del Ejecutivo.

    El voraz trío devora sin compasión y con desenfreno todo tipo de obstáculos y límites que la democracia obliga. Allana el terreno generando un monumental caos que servirá de excusa a su siniestro plan dictatorial.

    La metodología ya ha sido ensayada con éxito en Venezuela y Nicaragua. En su favor han causado la desarticulación de las fuerzas opositoras y convertido una parte de ellas en moneda de cambio.

    El panorama no puede ser más preocupante, los que defendemos la democracia y las libertades estamos a la defensiva, dispersos y atolondrados. El trío del mal impone su agenda ante una opinión que solo atina al día a día y sin horizonte profundo. La tienen clara, marcan la iniciativa y el orden del día.

    Para acabar de ajustar, les favorece la lentitud de los Órganos de control. Los procesos sobre la aberrante y galopante corrupción de un gobierno lumpenezco, no avanzan. Es visible el temor en algunos y complicidad en otros como la fiscalía y la comisión de acusaciones de la Cámara.

    Y como joya de la corona pretenden sacar del ruedo político a su rival más claro y contundente, el expresidente Uribe, sometido a un montaje orquestado por el mamertismo. Condenar y encarcelar al expresidente Uribe es ya, se puede afirmar sin dudarlo, un objetivo de estado. El trío que gobierna a Colombia es eficaz en hacer el mal, en destruir lo que está bien y encarcelar anular a la oposición.

    Estamos retados, de nuevo suenan los clarines de advertencia, o nos unimos o perecemos.

    La fiera acorralada lanza sus más audaces ataques. Petro tiene miedo y siente pasos de animal grande: posible destitución (art 109 CN) por exceder topes de campaña presidencial, quiebra del sistema de salud, desviación de billones de pesos de la EPS del estado a paraiso fiscal islas Caimán, Robo recursos a a la Guajira desde la UNGRD, nombramiento de personas con prontuario o sin cumplimiento de requisitos en altos cargos públicos, apoyos del "papá Pitufo", juicio contra el hijo criado por él, ataques a las Cortes y al Congreso, grave afectación a la separación de poderes, debilitamiento de la Fuerza Pública, incitación al "pueblo" a protestar a las calles (no está entre sus funciones), incitar el odio de clases, apología de la violencia guerrillera, estigmatizar a empresarios y personas adineradas, etc., todo a la vez, le causa profundo temor, y es por eso que recurre a desesperadas medidas: amenazar el país con una Consulta, para desviar la atención sobre ese derrumbe que se le vino encima.

    Coda: Llamada urgente a la Corte Constitucional a la Corte Suprema a la Procuraduría a la Contraloría a las Fuerzas Armadas a la Policía, el deber de todas es defender la Constitución, proteger a la ciudadanía y salvaguardar los bienes públicos de todo aquel que, independiente del cargo o rango, incite al desorden y use dineros públicos para tomarse las calles y realizar actos de violencia y vandalismo.

    Darío Acevedo Carmona, marzo de 2025

  • Secuestrados, Israel y Terrorismo

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    Terroristas los hay, por desgracia en muchos países, así como en Colombia hay terroristas, los hay en Europa, en el Medio Oriente, etc. Ello no quiere decir que los pueblos de origen también lo sean. Necesario entonces, entender, que el grupo  Hamas que impone su dictadura en la franja de Gaza es el terrorista, no los palestinos que allí viven.

    Los colombianos que hemos sufrido en grado extremo el terrorismo de guerrillas de extrema izquierda y grupos paramilitares de extrema derecha, debemos exigirle al presidente Petro dejar de apoyar el grupo  Hamas que, como se puede ver en esta crónica, se ufana y se autoglorifica de haber perpetrado la masacre de más de mil personas israelíes el 7 de octubre de 2023 y que humille a los secuestrados como a este hombre que perdió a su mujer y a sus dos hijas en ese horrendo ataque.

    La demostración de fuerza que hace Hamas con la liberación de los plagiados es una señal de su voluntad de continuar atacando y provocando a Israel a sabiendas del gran sufrimiento que su accionar terrorista causa al pueblo palestino que supuestamente defiende.

    "El rehén liberado Eli Sharabi no sabía que su esposa y sus dos hijas fueron asesinadas por terroristas de Hamas el 7 de octubre de 2023, informó el Canal1"

    https://infobae.com/america/mundo/2025/02/08/en-vivo-el-grupo-terrorista-hamas-liberara-este-sabado-a-tres-rehenes-israelies/

    Darío Acevedo Carmona, 15 de febrero de 2025

  • De cara a la campaña presidencial

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    Estamos a un año y medio del fin del mandato de Gustavo Petro, a un poco menos de las elecciones para congreso y presidente de la república, y ya en los sondeos de las firmas encuestadoras empiezan a figurar los aspirantes a reemplazar al actual presidente.

    No me voy a referir a todos que están el partidor sino al problema que considero más sobresaliente entre los que preocupan a la población colombiana. Hasta ahora, casi todos se han distinguido por criticar con vehemencia y en veces con virulencia la gestión del primer mandatario. Abundan los adjetivos descalificativos, la retórica de impacto, los llamados “memes”, la ironía, el asombro y hasta las sensaciones de miedo ante el desastre que, con probada eficacia, está adelantando el presidente Petro.

    Y no es que eso sea desestimable, pues, en la acción política nada es descartable aunque algunas cosas pueden resultar indeseables o insuficientes para alcanzar una meta. Factor a tener en cuenta es que, a la fecha, la decepción de la ciudadanía con Petro alcanza cerca al setenta por ciento mientras su aceptación ronda el treinta por ciento, muy alto en mi parecer si se tiene en cuenta las escandalosas situaciones de corrupción campante en que se han visto involucrado el alto gobierno, sumado a sus desatinos, a su demostrada ineptitud para gobernar, entre otros males y deficiencias.

    Pero, creo que ha llegado el momento de dar un paso que supere, sin desestimar del todo lo que se ha hecho, en el sentido de empezar a formular el programa que se piensa realizar en el periodo 2026-2030. Es en ese terreno en el cual podemos medir que tan serias, realistas y fundadas son las propuestas de cada uno de los aspirantes.

    En el camino que se abre, es necesario manifestar cómo conciben resolver el problema, muy preocupante, de la dispersión  de las fuerzas opositoras en el entendido que si esa dispersión persiste será muy difícil derrotar al candidato continuista. No hay un partido o movimiento o un candidato suficientemente posicionado para liderar a toda la oposición. Por ello es clave y prioritario construir unos acuerdos básicos sobre la política de alianzas.

    Por otra parte, los candidatos deben precisar qué políticas en concreto piensan ejecutar en planos tan diversos como la economía, la seguridad, las relaciones internacionales, la salud, la paz, y estructurar, sustentar y divulgar sus propuestas en cada una de esas áreas. Por ejemplo, qué harían frente a leyes y decretos aprobados por el gobierno Petro. Todo ello en el marco de unas ideas centrales que deben significar la filosofía, la visión, la misión y los objetivos del nuevo gobierno.

    El daño que Gustavo Petro ha causado a Colombia es profundo y por eso, en la misma medida de profundidad debe proceder su sucesor si quiere enderezar el rumbo del país. Mencionaré algunos temas, que me parecen insoslayables.

    En materia de relaciones internacionales restablecer las relaciones rotas con Israel, descompuestas o enturbiadas con Estados Unidos, romper todo tipo de lazos con gobiernos y movimientos que sean o favorezcan el terrorismo, desactivar o no las nuevas embajadas creadas por el actual gobierno. En suma, rehacer  la política exterior y mejorarla.

    En el área de seguridad y defensa, los candidatos deben hablar con precisión sobre la manera de fortalecer a las Fuerzas Armadas, de diseñar una política de defensa que deje en claro los términos de la confrontación con grupos guerrilleros y otras estructuras armadas irregulares e ilegales, así mismo los lineamientos de una política de negociación y sometimiento en las que quede claro el rol  supremo del estado y que conduzcan a la paz real. Vale preguntar ¿qué harán frente a la ausencia de altos oficiales experimentados que fueron llamados a calificar servicios para debilitar el mando? Cómo van a restablecer los servicios e instancias de inteligencia? Qué alianzas o acuerdos van a impulsar?

    Sobre la falsa paz Santos- Far-ep, y los compromisos firmados qué se hará?, qué se planteará ante el Consejo de Seguridad de la ONU, sobre la JEP?, sobre los comandantes responsables de crímenes de lesa humanidad y de guerra? Hay muchos más asuntos de gran calibre  que requieren ser abordados por los aspirantes, estamos aún a tiempo, pero, de buen recibo sería escuchar de su parte qué medidas ejecutivas tomarían el 7 de agosto y primera semana de gobierno 2026.

    Darío Acevedo Carmona, 12 de febrero de 2025