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consulta popular

  • Enfrentamos el desafío petrista o perecemos

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    Pienso, como muchos, que el hundimiento de la convocatoria a una consulta popular planteada por el presidente Petro al Congreso de la República es la más importante demostración de que, a pesar del pesimismo, del derrotismo y de la mala imagen, el poder legislativo se niega a ser un mandadero del Ejecutivo.

    Así mismo, hay que valorar los esfuerzos que realizan diversas entidades, movimientos y organizaciones para  cerrarle el paso a los ímpetus dictatoriales de Petro. Destacable la firmeza, por ejemplo, del Consejo de Estado, la intervención de la Corte Suprema al judicializar a altos funcionarios del gobierno, la información crítica de importantes medios de comunicación, la voz de repulsa de partidos y dirigentes políticos, un estado de ánimo de rechazo a Petro que, no obstante disperso y desorganizado, se manifiesta en muchísimos sectores y redes.

    Sin embargo, hay que reconocer que el dictador en ciernes no se da por vencido y con sus amenazas de paros, toma del Congreso, movilizaciones callejeras ha elevado el tono de su confrontación con el orden democrático. Y que, en lo que respecta con lo que han hecho las fuerzas opositoras, no todo ha sido o es suficiente para contrarrestar la estrategia petrista.

    Petro es un peleador empedernido y sabe que no se puede comportar como lo hace un presidente en democracia. Se levanta de la lona y lanza contundentes golpes a sus rivales. Realiza un segundo viaje a la China comunista-capitalista para sumarse a la Ruta de la Seda, política de dominación mundial de Xi Jinping, toma distancia de los EE. UU., el mayor aliado de Colombia en muchas décadas, pues según él “Ya esa posición de ser paria y segundón de Estados Unidos creo que queda en el pasado”.  

    Paso a paso, Petro da señales inequívocas  de extender el alcance de su proyecto de destrucción del orden interno a la política internacional de Colombia. Primero la ruptura con Israel y su apoyo a la agrupación terrorista Hamas, el desconocimiento del triunfo de la oposición venezolana, el desconocimiento de la victoria de Noboa en Ecuador, sus peleas con los mandatarios de Argentina y El Salvador. Todo indica que quiere llevar a Colombia a transitar el camino de Chávez y Maduro, de Ortega y la dictadura cubana. 

    En su largo periplo obtiene una entrevista con el Papa León XIV, a quien de seguro no le confesó cuan mal cristiano es ni lo enteró de su impulso al odio de clases, de los daños causados a nuestra democracia, de sus adicciones y escándalos. Retomó el apoyo de congresistas liberales, conservadores y de la U para aprobar con 66 votos la elección de Héctor Carvajal, como miembro de la Corte Constitucional quedando a un paso de alcanzar mayoría, presidió en Barranquilla su convocatoria al cabildo abierto y agitó su invitación a un paro nacional para presionar el Congreso a votar su recargada propuesta de  consulta popular con nuevas preguntas.

    Las redes y los analistas de medios no han pasado por alto la andanada petrista, no faltan las burlas, las opiniones adversas, la retórica adjetivesca. Lo mismo de siempre, como si de esa manera a Petro se le pudiera hacer renunciar o deponer. Petro ha demostrado  que sabe defenderse y sabe aplicar técnicas de contraataque que confunden a sus rivales.

    Petro no debe ser  menospreciado o subvalorado, es un líder astuto, hábil, goza de la perseverancia de todo revolucionario. Fue capaz de tapar la bulla que se desató con las cartas de su exministro de Relaciones Exteriores y de eludir la derrota sufrida en el Congreso configurando un estado de cosas propicio a un golpe duro de estado

    Sería un error garrafal subestimar las amenazas de quien se ha ubicado sin miramientos en el campo de la revolución y por ende del camino insurreccional. Petro no está cañando, con su camarilla de rapaces vividores es capaz  de incendiar el país para alcanzar la meta del poder total.

    Debilitó y desmotivó a las Fuerzas Armadas, controla a la Fiscalía, muy probablemente contará con la mayoría en la Corte Constitucional, tiene influencia fuerte en la Procuraduría y  en la Contraloría, un Congreso que le teme aunque le haya propinado una gran derrota, dispone de unas bien organizadas milicias, reanimó a la primera línea, utilizando a placer el erario para pagar los costos multimillonarios de las movilizaciones.

    Si los colombianos no entendemos que llegó la hora de hacer a un lado la corrección política y de responder con fuertes acciones de calle, con actos de desobediencia civil y militar, con objeciones de conciencia, con votos, con denuncias internas y externas de los graves delitos de corrupción. Si no pasamos a la ofensiva y dejamos de estar a la cola del reguero de medidas distractoras que el desbocado aventurero deja en su andar, entonces, estaremos perdidos quien sabe por cuántos años o décadas. Lloraremos lágrimas de sangre.   

    Todas las altas cortes, todas las Fuerzas Armadas, los partidos libertarios y democráticos, los medios, los sindicatos sensatos, las iglesias, los gremios, los empresarios grandes, medianos y pequeños vapuleados y desprestigiados por este gobierno, los artistas, los profesionales, los académicos, están en el deber de salirle al paso a esta loca aventura a la que está citando el presidente Petro.

    Darío Acevedo Carmona, 25 de mayo de 2025

  • El Presidente Petro viola la Constitución

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    La convocatoria del presidente Petro a una toma de las calles este martes 18 de marzo y al declarar día cívico para facilitarla, con el fín de presionar el Congreso, es claramente violatoria de la separación de poderes puesto que significa un chantaje y una presión indebida del poder ejecutivo contra el poder legislativo.

    Estamos ante una violación flagrante de la Constitución Política en los artículos 113: "Los diferentes órganos del Estado tienen funciones separadas pero colaboran armónicamente para la realización de sus fines", y el 122 en su literal segundo: "Ningún servidor público entrará a ejercer su cargo sin prestar juramento de cumplir y defender la Constitución y desempeñar los deberes que le incumben".

    Además, el artículo 241 ordena: "A la Corte Constitucional se le confía la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución" y en tal sentido debe declarar la inexequibilidad del decreto que declara día cívico el 18 de marzo de este año y la movilización que convoca el presidente Petro saltándose las formas tradicionales de debate de las iniciativas oficiales del diálogo, la búsqueda de acuerdos y la armonía.

    Ese tipo de conducta ya fue impulsada por el presidente Petro cuando se adelantaba el proceso de selección de nuevo Fiscal General e instigó la movilización de sus partidarios para presionar con mítines a la Corte Suprema de Justicia, lo que lo hace reincidente y proclive a excederse en sus funciones.

    De igual forma, la Constitución en su artículo 217, inciso segundo estipula que "Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional." De modo que ese mandato los autoriza a proceder para hacer cumplir ese deber primordial dado el peligro que encierra la convocatoria del presidente Petro.

    De otra parte, el artículo 277 es contundente al señalar las responsabilidades del Ministerio Público: "El Procurador General de la Nación, por sí o por medio de sus delegados y agentes, tendrá las siguientes funciones: 1. Vigilar el cumplimiento de la Constitución, las leyes, las decisiones judiciales y los actos administrativos. 2. Proteger los derechos humanos... 3. Defender los intereses de la sociedad." Funciones que deben ser cumplidas en la actual situación en que el presidente Petro incurre en abuso de autoridad generando el consabido riesgo de que sus convocatorias desemboquen en caos, anarquía y otros hechos deplorables.

    Finalmente, es conveniente citar uno de los "fines esenciales del Estado" a saber el de: "... asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo" cuya violación por parte del jefe del Estado tiene el alcance  de ser una acto grave y doloso que justifica que cualquier ciudadano o grupo de personas amparadas en el numeral 6 del artículo 40 de la Constitución, puede(n) "Interponer acciones públicas en defensa de la Constitución y la ley".

    Y recordar el artículo 188 de la Constitución "El Presidente de la República simboliza la unidad nacional..." que de manera sistemática y en numerosas intervenciones públicas es violado por el primer mandatario apoyado en una retórica que promueve el odio de clases, la estigmatización de las personas adineradas y los empresarios, mostrándose como el presidente de los excluidos, los vulnerables, los explotados en contraposición a otros sectores de la sociedad que no tienen por qué ser marcados como enemigos de clase.

    Una última opción, si es que no intervienen los órganos de control para defender la Constitución, es la desobediencia pacífica o la objeción de conciencia ante órdenes y medidas que, clara e inequívocamente, como es este caso que nos ocupa, son contrarias a los derechos humanos.

    Darío Acevedo Carmona, 22 de marzo de 2025