La corrupción no conoce linderos de clase o tendencia política (21 julio 2025)

No hay razón válida ya sea para estigmatizar per se a una determinada corriente política o a una clase o sector social o para autodefinirse de impoluto por una u otra condición. Con esto quiero decir que cada situación de corrupción pública en la que se vean comprometidos un gobierno o un partido político, debe ser valorada usando la mayor precisión y concreción.

En un artículo sobre la corrupción del actual gobierno español que leí en las redes por estos días, observé que el comentarista se refería al contraste del gobierno de Pedro Sánchez, sumido en varios escándalos de inmoralidad en el manejo de recursos del erario en que están involucrados familiares y miembros  de su partido y de otros de la coalición, con respecto a la corrección que caracterizó el ejercicio gubernamental de Felipe González y el Partido Socialista Obrero Español.

Viene a mi memoria una declaración que se le atribuyó a Carlos Gaviria Díaz durante su campaña presidencial en el 2006 cuando habría afirmado que ser de izquierda era incompatible con ser corrupto y que quien lo fuere, entonces, no podía ser de izquierda. En otras palabras, la izquierda es inmaculada y en sí misma, impoluta porque en su filosofía prima la idea del altruismo y no la del egoísmo que subyace en la derecha y en el sistema capitalista, lo cual nos llevaría al exabrupto de igualar un delito con una actividad económica de toda la existencia humana de la que se obtienen ganancias a través de la producción y el intercambio.

Quisiera pues insistir en la idea de que la corrupción en el manejo de los bienes y riquezas públicas, en el otorgamiento de contratos y en el nombramiento de cargos de responsabilidad, es asunto en el que pueden incurrir dolosamente gobiernos y partidos de cualquier tendencia.

En la historia mundial encontramos ejemplos de regímenes y gobiernos que siendo dictatoriales y represivos o democrático-liberales, no cayeron en la tentación de la corrupción. Nadie podría, por ejemplo señalar de acciones corruptas por parte Lenin, Stalin, o de Churchil y F. D. Roosevelt, aunque sí de gobernantes como Fidel Castro y sus hijos, Hugo Chávez, Maduro, Cabello, Lula, Color de Melo, y una buena tanda de dictadores procapitalistas latinoamericanos.

¿Por qué estas reflexiones y qué tan útiles pueden ser para referirnos al gobierno de Gustavo Petro? La razón está a la vista y es potente e incuestionable, el gobierno que él preside, las decisiones que él ha tomado y lo que ha sucedido tienen el signo de la corrupción: nombramientos de altos cargos sin cumplimiento de requisitos, de ministros involucrados en manejo indelicado de recursos del erario, trampas, engaños, “mermelada”, maletines repletos de dinero, ministros, familiares, entre otros, que dan para calificar su gestión como envuelta en casos de corrupción en grado superlativo.

Aunque lentamente en algunos episodios, los órganos judiciales y de control avanzan en investigaciones que arrojan luces sobre el carácter abrumador del fenómeno delincuencial. De poco le ha servido al gobierno y a sus apoyos en el Congreso a manera de disculpa cada vez más desgastada, relacionar el problema con lo ocurrido en anteriores gobiernos tratando de justificar y evadir su propia responsabilidad

Además del daño a la sociedad, a las instituciones, a la convivencia, a la imagen de la política, la corrupción del gobierno Petro ha extendido sus efectos perversos de destrucción a los distintos movimientos que hacen parte de la coalición oficialista del Pacto Histórico que a pesar de la evidencia del mal, sostienen su apoyo y lealtad con el mandatario como si para sus líderes fuera lo mismo ser corrupto que ser empresario o en versión de cinismo puro y duro, como si ser revolucionario, de izquierdas y o comunistas constituyera una patente de corso para hacer y deshacer a su antojo puesto que de lo que trataría una revolución es de demoler todo el sistema o el edificio de la vieja sociedad esclavizante, tan malo, que nada de él es salvable.

Las implicaciones para la gobernabilidad del presidente Petro son desastrosas en cuanto ese orden y esa institucionalidad que atropellan y se proponen demoler es el de una democracia que, entre otras cosas, le permitió a él y a sus aliados alcanzar el gobierno por la vía democrática de las elecciones.

En síntesis Petro y sus amigos y aliados, quizás en un alarde de poder y egoísmo, están haciendo esfuerzos para hacer ver a la izquierda colombiana como una fuerza corrupta, arribista y egoísta, algo que no fueron Lucho Garzón ni Angelino Garzón ni muchos otros líderes y académicos y gentes del común.

Darío Acevedo Carmona, 8 de junio de 2025

21:41 | Permalink | Comentarios (0) | Tags: gobierno petro, corrupción, erario |  Facebook |  Imprimir | | | | | | Dario Acevedo Carmona |