Este es un ejercicio de prospección política, inédito, en el que trato de mostrar el estado del movimiento petrista y explico las razones por las cuales pensé que podría traducirse en un triunfo de su movimiento en 2022. No fue publicado en abril del año 2021 porque debía respetar la inhabilidad que tenía como funcionario público.
Se que para muchas personas resulta difícil aceptar que lo que está sucediendo en Colombia se parece a una trama con visos de complot o conjura. No tengo pruebas sobre qué personalidades, entidades y movimientos estarían integrando y dirigiendo un proceso que, a todas luces, quieren hacer desembocar en la instauración de un “nuevo” régimen y un “nuevo” modelo económico y social.
Dirijamos nuestra mirada al pasado para tratar de conocer dónde y cómo se fraguó, no como una operación de ataque sorpresa (como suelen darse los complots clásicos) sino como expresión de una línea de acción que contempla la prisa y la espera, la explosión y la pausa, la clandestinidad y la militancia abierta, la dureza y la transacción, dar la cara y enmascararse, en fin, todo lo que se hace con miras a alcanzar la meta suprema, para lo cual se requiere la aplicación metódica de la máxima leninista de la combinación de todas las formas de lucha.
Empecemos por el hecho histórico que ha tenido una gran influencia en Latinoamérica, la revolución castrista en Cuba, que, una vez declaró su adhesión al comunismo soviético, decidió impulsar la estrategia continental de esta ideología consistente en extender las lenguas del fuego revolucionario a toda América Latina. Primero crearon un partido único en Cuba en observancia de la tesis marxista de la dictadura del proletariado para sustituir por la violencia el capitalismo por el socialismo. El partido comunista cubano, a su vez, creó en su Comité Central, el Departamento América, que aún existe y opera con sus agentes-espía y con su diplomacia, en varios países de la región. En principio impulsó la creación de guerrillas en varios países, incluida Colombia, bajo la consigna guevarista de buscar la liberación nacional contra el imperialismo yanki creando muchos VietNam.
No me detendré en detallar hechos relativos a los fracasos y a los pocos éxitos de tal estrategia política. Sin embargo, no puedo dejar de recordarles a los jóvenes de hoy que en Cuba se preparó, política y militarmente, una pequeña brigada de estudiantes universitarios y activistas del MRL que fueron a la Isla en función supuestamente solidaria y a su retorno, fundaron el ELN en 1965.
Con el paso de los años y ante el fracaso económico del socialismo castrista y de varias guerrillas, recibieron el aliento del triunfo sandinista en Nicaragua a finales de los años 70, fue breve la emoción de ese momento pues a finales de la década de los ochenta se produjo el derrumbe del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, lo que dejó a Cuba expuesta a la orfandad y en situación de agobio, pues siempre dependió de la URSS para sobrevivir. Fue entonces cuando Fidel Castro optó por un cambio de estrategia en el continente acogiendo la lucha democrática para la toma del poder. Con tal fin, convocó un congreso de partidos y movimientos políticos y sociales, que concluyó con la fundación del Foro de Sao Paulo desde el cual, bajo asesoría de la inteligencia cubana y el Departamento América del partido comunista cubano, diseñó la táctica a emplear en cada país para conquistar el poder por vías legales y utilizando medios electorales.
De esa forma, se facilitó en El Salvador y Guatemala que antiguas y poderosas guerrillas negociaran la paz, se reintegraran a la vida civil y participaran en la lucha electoral. No ocurrió lo mismo en Colombia, en donde la existencia del fenómeno boyante del narcotráfico y la práctica sistemática del secuestro de empresarios nacionales y extranjeros, así como de métodos de extorsión, les proporcionó a las guerrillas comunista de las Farc y a la guevarista del Eln, los recursos financieros para continuar su lucha armada.
El viraje dio buenos resultados más pronto y más fácil de lo esperado. Con el triunfo del excoronel golpista, Hugo Chávez Frías, en Venezuela a fines de 1998, se inició una serie de cambios drásticos de orientación del modelo y en algunos casos de supresión de la democracia como ocurrió, además de Venezuela, en Nicaragua, más matizado en Bolivia, Ecuador, Argentina y El Salvador. Triunfó el socialista Ignacio Lula Da Silva en Brasil, Néstor Kirchner y luego su viuda Cristina en Argentina, en Uruguay el Frente Amplio, en Ecuador Rafael Correa.
Latinoamérica, por vez primera, se teñía, con pocas excepciones, de rojo y todo había ocurrido por la vía electoral. Claro que el dinero del petróleo venezolano irrigó esos movimientos a la vez que le dio oxígeno al régimen castrista que, desde entonces, sobrevive gracias a un supuesto intercambio de petróleo por las misiones médicas, educativas y deportivas compuestas por miles de agentes de la dictadura y uno que otro profesional tratados como esclavos del estado cubano.
¿Qué tiene que ver Colombia en este escenario? Nada más y nada menos el hecho de ser un país geopolíticamente importante, gran aliado de los EE. UU. de América, con inmensos recursos naturales, y en el apogeo del socialismo bolivariano, gobernado por un líder carismático y claramente conocedor del peligro que acechaba a Colombia, y unas guerrillas atentas a las órdenes del ya instalado fenómeno y movimiento castro-chavista envuelto en la bandera del socialismo del siglo XXI, un producto adobado con una alta dosis de propaganda y dinero a borbotones.
Alvaro Uribe Vélez (2002-2010) se erigió en el mayor obstáculo a la expansión del nuevo movimiento, fue una piedra en el zapato, el “lunar”, y eso no se lo iban a perdonar. El nombre de Colombia figuró en lugar prominente en las declaraciones y conclusiones de las reuniones de dicho Foro (FSP). Fue el gobierno Uribe con su política de seguridad democrática -desmovilizar a los grupos paramilitares, derrotar a las guerrillas sin detrimento de la democracia y las libertades, recuperar el territorio y la seguridad- el que propinó duros golpes a las Farc generando las condiciones para una negociación favorable al estado colombiano.
Ojo al 2022 (II) El Calvario nacional. Así le podríamos llamar a los eventos que se han sucedido en el país tras los dos mandatos presidenciales de Juan Manuel Santos. No fue con él con quien comenzó la estrategia golpista de las fuerzas de extremaizquierda a las que, de a pocos, se han ido sumando partidos, grupos, personalidades, académicos e intelectuales y hasta sectores de las clases altas que se presentan como “progresistas”, “decentes”, “verdes”, “pacifistas”, etc., que arrastran consigo la idea de que es posible coexistir con el totalitarismo comunista, creyendo que este no es un peligro, que en aras de la paz hay que sacrificar la Justicia, o que se tragan la acusación de que hay una deuda histórica, que las guerrillas son producto de la exclusión y la carencia de oportunidades y por eso, estos sectores desarrollan un sentimiento de culpa.
Para no hacerme demasiado extenso citaré los hechos y acciones que confluyen a la coyuntura actual y se proyectan a las elecciones de 2022:
- Negociaciones de paz entre Juan Manuel Santos y las Farc desde una posición claudicante, sin exigencia de cese al fuego, con el sacrificio de la vida e integridad de numerosos soldados de la patria, amplias concesiones y un acuerdo que al final revela una gran cantidad de mentiras del primer mandatario como la de que los jefes de esta guerrilla no irían al Congreso sin antes pagar cárcel.
- Propaganda sistemática orientada a desprestigiar a las Fuerzas Armadas.
- Toma de gran parte del control del aparato educativo y adoctrinamiento de al menos dos generaciones de colombianos que reciben un mensaje negativo sobre nuestra democracia, nuestra historia y las instituciones estatales.
- Penetración de los grandes medios de comunicación con periodistas afectos al comunismo -abierto o embozado- que informan sesgadamente.
- Declaraciones del presidente Santos en el sentido de que no valió la pena librar la confrontación a las guerrillas, despojando de sentido patrio y republicano la luca contra guerrillas comunistas y demás grupos al margen de la ley y sembrando de esta forma, un sentimiento de frustración en las tropas y en la opinión pública por el que las Fuerzas Armadas quedan igualadas a las acciones terroristas cometidas sistemáticamente por los llamados grupos insurgentes.
- Desprestigio sistemático del Congreso de la República y de los Órganos de Justicia, con una carga de profundidad que, hasta sectores considerados amigos y defensores del sistema vigente, les hacen coro sin caer en cuenta que de esa forma se ponen al servicio de la causa de quienes están quebrando el prestigio del sistema como paso necesario en su metodología de toma del poder.
- Auge de la teología de la liberación en los círculos religiosos desde sacerdotes hasta cardenales, que miran con simpatía esta especie de socialismo creyente que donde quiera que ha sido fuerte se ha convertido en ayuda de movimientos revolucionarios.
- Humillación de las Fuerzas Militares y de Policía por parte de grupos rurales y étnicos que los agreden e insultan cuando realizan operativos antinarcotráfico o contra cultivos ilícitos.
- La organización de una maniobra fraudulenta por parte de la Fiscalía inspirada por el Fiscal General Eduardo Montealegre para, literalmente, robarle el triunfo a Óscar Iván Zuluaga, el candidato ganador en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2014.
- La realización de un golpe de estado contra el constituyente primario cuando se desconoció el triunfo del NO en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 con el que se rechazó el acuerdo Santos-Farc, pero que luego de fraudulentas maniobras, fue validado por otro golpe de estado propiciado por el Congreso de la República (Acto Legislativo 01 de 2017), a su vez validado por la Corte Constitucional y elevado al rango de bloque de constitucionalidad intocable e inmodificable durante tres períodos presidenciales.
- La serie de engaños y mentiras del presidente Santos sobre los compromisos en La Habana para ocultar la impunidad para responsables de delitos de lesa humanidad y de crímenes de guerra y la concesión de llevarlos a cargos gratuitos en el Congreso de la República. Un hecho peor que la presencia en el Congreso de políticos comprometidos en alianzas electorales con los grupos paramilitares en cuanto estos fueron destituidos y condenados a cárcel intramuros.
- El proceso de infiltración del aparato educativo y el judicial, el desprestigio del poder legislativo y la rama judicial, la propaganda masiva en contra de las Fuerzas Militares así como la amplia influencia y presencia en los medios de periodistas claramente favorables a los grupos de izquierda y extremaizquierda, que se encargan de magnificar las noticias negativas contra el gobierno de Iván Duque y de achacarle todos los problemas de seguridad que, siendo protagonizados por Grupos armados ilegales como las disidencias de las Farc, el Eln y bandas criminales que se financian con el auge de los cultivos de coca, los terminan adjudicando al gobierno.
Ojo al 2022, El Calvario nacional (III)
Los daños que deja la pandemia del covid 19, están siendo recogidos y convertidos en bandera de ataque e insumo de listados de exigencias por parte de impúdicos aspirantes a la presidencia el año entrante, la fila de aparecidos y ganosos de la progresía y el mamertismo multicolor se acerca a la decena.
Pero, continuemos con la enumeración de hechos que deben preocuparnos a todos los demócratas.
- Las tendencias que están soñando con tomar el poder en 2022 han avanzado en la imposición con sedación y anestesia de ideas socialistas y comunistas con ropaje progresista como “estado social de derecho”, “gratuidad en todos los niveles de la educación y la salud”, “eliminación del servicio militar obligatorio”, “Ingreso básico universal”, “aborto general sin límites”, “prohibición generalizada de explotaciones mineras”, “matrimonio homosexual”, “apellidos en cualquier orden”, y de todo aquello que tienda a generar un ambiente de caos y a la divulgación de un imaginario que muestra a los empresarios privados como enemigos de la sociedad, como seres ambiciosos, un discurso contra los ricos y los grandes empresarios y la retórica populista según la cual, toda necesidad debe correr por cuenta del estado.
- Creación de una atmósfera favorable a su versión del conflicto armado del que responsabilizan como principal victimario al estado y en particular a la política de seguridad democrática y a su impulsor el expresidente Uribe, y mostrar a las guerrillas como organizaciones justicieras y como consecuencia de la exclusión política y social del régimen.
- Difusión masiva, nacional e internacional del estado como el mayor y principal violador de los derechos humanos y regido por una falsa democracia.
- Validación, organización y promoción de la movilización callejera permanente y violenta en pro de objetivos imposibles de satisfacer.
- Quiebre de la institucionalidad con el empoderamiento de facto de centenares o miles de organizaciones de fachada conformadas por unos cuantos activistas.
- Promoción de la politización de la justicia y la judicialización de la política, desfigurando la una y la otra en su misionalidad.
- Camuflar sus creencias y militancia comunista apoderándose, enmascarándose o inmiscuyéndose en causas que nunca apoyaron en el pasado y que incluso las perseguían o desdeñaban, como el movimiento LGTB, el ecologismo radical, el animalismo, el feminismo, el progresismo, la teología de la liberación, pagar la deuda histórica.
- Apropiación de la noción “pueblo” por la cual se proclaman, sin saberse cómo o con base en qué méritos, abanderados, no ya de la clase obrera de la que otrora se creían sus representantes, sino del pueblo, los excluidos, los vulnerables, los oprimidos, los alternativos. Se han adueñado de la Verdad, de la moral, la ética, el conocimiento, la condición intelectual, la democracia (en la que nunca han creído), hablan de igualdad asimilando los humanos a colonias de hormigas, hablan de reconciliación destilando odio contra sus rivales.
- Algunos de sus jefes ha logrado dominar el lenguaje de la gestualidad: miradas fijas, ceño fruncido y movimientos de cuello, ojos brotados, pausas, cambios de tonalidad, dando la impresión de estar ganando altura, como si levitaran, a medida que vomitan una fraseología ordinaria para enardecer a incautos, cuyo mejor exponente es el exguerrillero Petro quien se cree Gaitán resucitado, o el experto en discursos aparentemente doctos, Robledo, marxista anticuado, repetitivo, que adoba con denuncias moralizantes contra la clase dominante y corrupta, o el señor Cepeda, experto en interponer denuncias contra sus rivales.
- Y claro, son seguidos por un ejército de lambones y soñadores en paraísos terrenales y de columnistas que quieren ganar celebridad atacando el sistema y exponiendo las máculas de la sociedad neoliberal y de la oligarquía sin caer en cuenta que con esa y de esa oligarquía tradicional, viven y conviven. Y de empresarios permeados por el sentimiento de culpa de ser multimillonarios que, ingenuamente, intentan salvar el alma con pródigos apoyos a causas que al final los estrangularán sin misericordia como lo hicieron los comunistas en Rusia, China, Corea del Norte, Cuba y ahora en Venezuela.
- Y obispos y curas que han abrazado el nuevo dogma al fin logrado de la unión sacra entre la fe en el cielo y el matrimonio con el diablo y que con sus sotanas y santas aureolas aún influyen amplios sectores de la población.
- Y claro, no podían faltar los jefes políticos oportunistas a los que no les interesa sino la gloria del momento, arrimarse al árbol que da más sombra, a los que les importa un bledo la suerte del país porque en caso de salir mal librados se irán a vivir en el exterior. Líderes que creen que los comunistas los van a llenar de privilegios siempre y que nunca les llegará el momento, como les llegó en Venezuela y en Cuba, de ser arrojados a la calle de la ignominia, a la cárcel, al exilio o al paredón.
- Ay de Venezuela destruida y pauperizada, y, ay de Colombia, la que causó tantos insomnios al dictador Fidel, al patán de Chávez y al payaso de Maduro, ay de mi patria que no quiere mirar y reconocer el peligro de dejar instalar el modelo que ha provocado tanta pobreza y tanta desgracia, tanto recorte de libertades, tanta basura ideológica, que no se da cuenta que es esa “medicina” la que nos quieren recetar.
- (I) Darío Acevedo Carmona, escrito en abril de 2021. Inédito hasta el 20 de enero de 2023