Recientes declaraciones del presidente Petro con anuncios que confirman temores sobre la radicalización del gobierno en su deriva autoritaria y estatizadora.
No tuvimos que esperar uno o dos años, sino unos pocos meses, para confirmar lo que tanto temíamos la gran mayoría de los colombianos, a saber, que Petro es el líder de un proyecto revolucionario ajustado a las orientaciones del Foro de Sao Paulo y en línea con la ruta señalada por dictaduras como la de los Castro en Cuba, el chavo-madurismo en Venezuela, los Ortega en Nicaragua y Lula en Brasil.
Es importante tener claridad a este respecto porque es lo que nos permite comprender qué es lo que está sucediendo y hacia donde es que el Pacto Histórico y sus aliados quieren conducir el país. Para muchos analistas los nombramientos de altos funcionarios del gobierno, los anuncios escandalosos, las demostraciones de incompetencia, las contradicciones entre ministros y de estos con el presidente y las órdenes paralizadoras sobre la fuerza pública, demostraban improvisación, desconocimiento, inexperiencia e ignorancia sobre los asuntos de estado.
No quiero negar que hay mucho de todo ello, sobre todo si uno escucha a ciertos ministros y ministras con sus disparatadas y peligrosas declaraciones. Sin embargo, cuando es ya el presidente Petro el que ataca a las Empresas Prestadoras de Servicios de Salud (EPS) y anuncia su eliminación, quien reafirma la supresión de nuevos proyectos de exploración de gas y petróleo, crea el ministerio de la Igualdad Social para repartir subsidios, quien va a intervenir la Junta de Regulación de los Servicios Públicos, reconoce a Rusia y a China como sus aliados más cercanos, condena abiertamente el capitalismo, convoca a sus seguidores a contramarchas desconociendo derechos de la oposición y gestar un ambiente de choque, quiere dejar en libertad a reconocidos criminales comunes y de guerra, apropiarse de los ahorros pensionales de las gentes, legalizar la cocaína, etc.
Entonces, estamos en la obligación de explicarnos todo ello en términos de un proyecto revolucionario que no se debe seguir soslayando o negando. Ya hay demasiadas evidencias, ya no es que del lobo se empiecen a ver las orejas, es que ya las dejó ver del todo y su mirada feroz, ya hay pasos de animal grande no de pisa suaves, ya no vemos la dentadura pareja, sino que sobresalen dos largos colmillos. El monstruo llegó, y quiere quedarse, como insinuó en una de sus recientes peroratas, otros cuatro años.
El proyecto apunta hacia lo que los comunistas y otras corrientes llaman el reino de la igualdad y la justicia social, al que se suman sectores del alto clero y de empresarios con sentimiento de culpa. El camino por recorrer no es representable en una línea recta e ininterrumpida, tiene curvas, sobresaltos, cortes, esta es la parte que estamos experimentando. Se trata de la fase de creación de una atmósfera caótica y turbulenta en la que abunda la mentira, la mendacidad, las demostraciones de fuerza, las amenazas, la soberbia, que conducen a la justificación de la necesidad de un caudillo salvador, de un mesías que requiere más poder y más tiempo para cambiar todo: la salud, las leyes, las instituciones, las pensiones, la propiedad privada, la educación, en suma, la sociedad y su modelo económico, más claramente, el capitalismo.
Y en ese camino, también lo dijo Petro en algún debate, habrá que impedir que los pobres se enriquezcan o lleguen a hacer parte de la clase media porque se vuelven de derecha y “dejan de votar por nosotros”, lo que se debe hacer acorde con este neo paradigma socialista, es empobrecer a la clase media. Una política que ya fue ensayada en Cuba y en Venezuela con suma eficacia donde el 95 por ciento de la población vive con lo que el estado y la clique dictatorial consideran suficiente: la bolsa o caja de comida, la tarjeta de racionamiento, de tal suerte que sí, en efecto, se logra la igualdad, pero al costo de convertir a los humanos en animales que se alimentan para vivir y viven para alimentarse, o en palabras aún más descarnadas, a los humanos en zombis.
En conclusión, las medidas que anuncian las ministras de Minas, del Trabajo, de Agricultura, de Salud, del Medio Ambiente, no son equivocaciones (lo son en la lógica que nos regía que era la de la libertad, la democracia, el libre mercado y el respeto a la propiedad privada), en el modelo petrista hacen parte del camino hacia el socialismo tropical, como lo son también las medidas tomadas y que se seguirán tomando para debilitar y desmoralizar a la Fuerza Pública desde el ministerio de Defensa, y sobre economía desde el de Hacienda y otros entes.
Es decir, estimados lectores, con Petro, el proyecto dictatorial y socializante está en marcha, y va más rápido de lo que pensábamos. Los síntomas no dan para otro diagnóstico.
Darío Acevedo Carmona, 29 de enero de 2023