Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

¿Nos dejaremos narcotizar?

Imprimir

Apuntes sobre la estrategia del gobierno Petro, mirar sus errores, fantasías, disparates e improvisaciones como insumos útiles en la destrucción de la sociedad capitalista y el régimen corrupto.

Lo peor que nos puede suceder a los colombianos transcurridos cinco meses y una semana del gobierno de Gustavo Petro, su Pacto Histórico y sus amiguis de la corrupta vieja política, es creer que debemos extenderle aún más el periodo de gracia para saber si es o no es castrochavista, si va o no a ejecutar sus anunciados cambios, si es verdad o no que inexorablemente arruinarán los avances que hemos logrado en democracia, si va a extender su mandato, si firmará con Lula, Boric, AMLO, Fernández y Maduro la alianza con los “hermanos mayores” Putin y Xi Jinping, si es cierto o no que podemos correr la misma suerte del empobrecido pueblo venezolano, si hay que esperar más tiempo para darnos cuenta que si a Petro le va bien, es a su proyecto de socialismo bolivariano al que le iría bien y no a nuestro país.

Formulo estas inquietudes dada la inmensa capacidad de aguante y de soporte de los colombianos que todavía guardan la esperanza de que con Petro el país va a mejorar.

En contraste, la forma de ser, actuar y pensar de los auténticos revolucionarios y comunistas, de cómo se mimetizan y cómo se reciclan en teorías de moda sus intelectuales y académicos, indican lo contrario, por lo cual no albergo ninguna duda acerca del compromiso y la fe ciega del presidente Petro en ser leal a esa forma de ser, actuar y pensar.

Por tanto, sus errores, desvaríos, metidas de pata, declaraciones fantasiosas, exabruptos, improvisaciones, ataques y anuncios temerarios debemos relacionarlos con su proyecto de transformación radical de la sociedad colombiana, del modelo económico, sus instituciones, su cultura, su estructura parental, sus usos y costumbres, de su estado y de su historia. En el leit motiv de los revolucionarios, todo sirve a la causa.

Ajá, dirán los lectores, ¿y qué es lo que quiero concluir? Pienso que estamos en mora de entender, de una vez por todas que cuando el presidente Petro o alguno de sus altos funcionarios yerra, dice estupideces, improvisa o fantasea, por supuesto, cabe hacer la crítica del caso concreto, entre otras cosas porque generan daños a la economía, a la moral de autoridades e instituciones respetables y hasta bulling contra algunos sectores sociales.

Pero, sin soslayar que para los revolucionarios, comunistas o izquierdistas radicales de Latinoamérica, eso hace parte del proceso de destrucción del viejo orden y el forjamiento de una nueva sociedad que reniegue de los ricos, abogue por la vida simple y con lo justo, por la no ingesta de alimentos saturados ni azúcar, en donde se elimine el consumismo, la ostentación y reine la igualdad. El proyecto del paraíso en la tierra, resucitado de entre las cenizas de su comprobado fracaso.

Que entendamos, que lo que está haciendo Petro está en línea con el discurso de toda su vida contra el estado burgués, terrateniente y oligárquico, contra el capitalismo desalmado y el imperialismo agresor, contra la “falsa” democracia, contra las fuerzas militares. En suma, contra lo que los revolucionarios franceses de fines del siglo XVIII llamaban “L’Ancien Régime”.

Y que lo que hace el ministro de Defensa no es fruto de su parsimonia o de su abulia ni del desconocimiento de  su área sino que es parte integral de la estrategia de demolición del ejército y la fuerza pública, por eso los llamados a calificar servicios a más de 60 generales, la no renovación del parque aéreo para la defensa nacional, la farsa de la “paz total”, la conversión de violentos milicianos en “palomas de la paz”, la eliminación del servicio militar obligatorio, la prohibición de bombardeos a bases guerrilleras, etc.

Y así podríamos referirnos a las proyectadas reformas pensional para desaparecer los fondos privados, de la salud para suprimir las EPS y a la pretensión del ministro de Justicia de dejar libres de día a responsables de graves delitos.

Todo, hasta el ministerio de la Igualdad en manos de una persona que escuda sus pobres y disparatadas ocurrencias en su condición de raza. Para no olvidar las dañinas y locas ideas de la ministra de Minas.

Todo eso tendrá como consecuencia, aunque no lo reconozcan allá en el Palacio de Nariño, la generación de un gran caos, al desprestigio de los pilares de nuestro régimen republicano y democrático, es decir, de la Justicia, el Congreso y el Ejecutivo. A reafirmar el señalamiento contra el estado colombiano de ser un estado asesino, represivo, excluyente, etc. y en ese ambiente eruptivo, emerger como la fórmula salvadora. Crear la necesidad de un nuevo estado, una nueva sociedad, una nueva justicia, una nueva democracia, de la igualdad social, del hombre nuevo.

Darío Acevedo Carmona, 16 de enero de 2023

Los comentarios son cerrados