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  • ¿Y ahora, qué vamos a hacer?

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    Este si es el atraco del siglo con el que una dictadura corrupta, sanguinaria y liberticida, nos demuestra a quienes defendemos el sistema democrático que somos víctimas de una idea que cree a ciegas que la única salida posible para derrocar a una dictadura de la calaña de Maduro-Cabello-Padrino es a través de elecciones.  Se presupone que la vía electoral, es decir, la democrática, debe ser pacífica.

    Nadie les ha reprochado a nuestros héroes de la independencia haber tenido que apelar a las armas y a la guerra para obtener la independencia y, en la mayoría de los países haber optado por el republicanismo, la democracia y las libertades individuales.

    No quisiera que el recurso a esta experiencia histórica sea interpretado como un axioma o un dogma, como tampoco debemos tomarlo al renunciar por siempre y en toda ocasión al levantamiento armado, a la rebelión contra una tiranía.

    En tal equívoco subyace, en buena medida, la ventaja que los sátrapas, estilo Maduro, Castro u Ortega, les llevan a sus opositores. ¿Qué métodos y con qué espíritu combativo no ha actuado la oposición venezolana contra la opresión? Y a pesar de sus denodados esfuerzos no han podido coronar su lucha.

    En la historia mundial de las últimas décadas hemos presenciado experiencias sorprendentes, casi increíbles, como por ejemplo, el derrumbe de la dictadura soviética en la antigua URSS provocada por su propia inoperancia interna o desgaste institucional, Un poco más de setenta años estuvo vigente sin que el pueblo o las masas u otra entidad llegara a ser artífice del monumental desastre. Casos como la derrota de tiranos como Hitler y Mussolini como resultado de la guerra, o, como el derrumbe del odioso y en apariencia indestructible Muro de Berlín ante una noticia equivocada por un vocero oficial. No debemos omitir mención a la caída del dictador rumano Nicolae Ceasescu depuesto por una manifestación convocada por él mismo que irrumpió en el palacio de gobierno, lo puso preso y luego lo condenó a muerte.

    Es decir, no hay una sola fórmula o vía o método para derrocar a dictadores, y, en tal sentido, podríamos decir que los cubanos, los nicaragüenses y los venezolanos, no han podido encontrar o forjar un camino hacia la libertad, pero, renunciar, per se, al levantamiento armado, es decir a la rebelión y de ser necesario encarar el desafío de una guerra civil, no es aconsejable. Hacerlo es otorgarle al dictador la ventaja de ejercer el terror, la represión y la corrupción. para mantenerse en el poder.

    ¿Qué hacer? se preguntaba Lenin, el líder bolchevique en el debate que las corrientes antizaristas y entre ellas las comunistas, estaban adelantando para derrotar ese régimen e instaurar la democracia liberal. Lenin recomendó a su partido la fórmula de la combinación de todas las formas de lucha: la lucha electoral, las huelgas, las movilizaciones de masas, pero, sin renunciar al uso de las armas. Dicha orientación no significaba la renuncia a la lucha armada y de allí concluyó, en medio de la derrota zarista en la Primera Guerra Mundial la necesidad de convertirla en guerra civil bajo la dirección de los comunistas.

    El comunista italiano Antonio Gramsci por la época de Lenin, lanzó una variante a dicha estrategia que, como podrá constatar cualquier persona medianamente informada de la historia del siglo XX, se entrelazó con la leninista en años recientes, sobre todo después de la caída del comunismo soviético y el fracaso del socialismo en China. Se trata de la Guerra Cultural consistente en penetrar e influir, no obstante su carácter lento, a las instituciones de los regímenes burgueses capitalistas, fuesen democráticos o no. Eso quería indicar que tal infiltración debía realizarse en el aparato educativo para instaurar la verdad revolucionaria cambiando el fundacional y tradicional relato histórico, también a las fuerzas armadas, al aparato judicial, al congreso o aparato legislativo, a los partidos burgueses, al clero, en una labor dispendiosa pero no siempre metódica que debía o podía desembocar en el triunfo de los comunistas, aun cambiándose el nombre y a través de las elecciones de la “odiada democracia burguesa”.

    Todo ello ha sido puesto en acción, en particular y con mayor fuerza, por la estrategia formulada en el Foro de Sao Paulo por los líderes comunistas Fidel Castro y Luis Inacio Lula Da Silva, entre otros, después del desastre comunista de los años noventa del siglo pasado. Entre sus novedades son destacables estas consignas y acciones: unir disímiles tendencias revolucionarias de la izquierda latinoamericana, adueñarse del movimiento de los Derechos Humanos,  deconstrucción del relato histórico, participar en elecciones, defender la democracia, anular la resistencia de los militares por medio de coimas, ascensos y castigos ejemplarizantes, comprometer al alto clero, estimular movimientos que contribuyan a la disolver las "patriarcales costumbres" burguesas como el proyecto Woke, el feminismo, el matrimonio homosexual, la disolución de la familia, establecer derechos incumplibles, apelando a sus estructuras de combate: milicias, primeras líneas, guerrillas, colectivos, abriendo las puertas a la corrupción  y el delito, etc.

    Ellos lo han hecho y han alcanzado éxitos en sus pretensiones de encubrir lo que realmente buscan: acceder al poder, ejercerlo de manera permanente, cambiar la constitución, establecer la gratuidad total, abolir la libertad de prensa, la propiedad privada, etc.

    Es decir, ellos, los Chávez, Lula, Ortega, Correa, Kirchner, López Obrador, los Petro, los Evo y otros más, conquistaron el poder para destruir las instituciones valiéndose de ellas.

    Me pregunto si ¿no ha llegado la hora de hacer lo inverso, algo parecido desde la defensa de la democracia, las libertades, la propiedad privada, el emprendimiento, el capitalismo, la educación, los derechos humanos, el llamado a las Fuerzas Armadas en defensa de la democracia y por su restablecimiento, ir a elecciones, etc., infiltrándolos a ellos, a sus nuevos aparatos y desoxidando el no inmoral recurso a la rebelión y a las armas de ser necesario?

    Darío Acevedo Carmona, 29 de julio de 2024

  • Huele a conspiración en el campo izquierdo

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    Son varias las movidas del presidente Petro y miembros de su camarilla orientadas a dar un golpe de estado. El alegato justificador unido a las amenazas y a las declaraciones ya sin tapujos que hablan de prolongar el mandato presidencial o de imponer la reelección indefinida se expresa sin tapujos y sin ningún rubor.

    El jefe de la conspiración llamó a su partido y a sus aliados en el Pacto Histórico a convocar a las masas, un grupo de ocho (8) partidos gobiernistas hablan de la realización de una asamblea nacional el 18de julio, muy cercana a la apertura de sesiones del Congreso.

    Quieren anular la constitución del 91, ¿por qué, se preguntan algunos? Porque simple y llanamente el proyecto de esta gente no es democrático, es todo lo contrario. Ellos usan la palabra para escudarse y disimular su verdadero propósito de convertir a Colombia en una dictadura con el apoyo de asambleas que, supuestamente, constituyen el pueblo.

    Así, Petro y su camarilla eludirán su obligación de responder ante los gravísimos hechos de corrupción en que están comprometidos todos sus miembros. Actitud que los leninistas del mundo justifican en nombre de su revolución, en cuyo nombre se vale asesinar enemigos, secuestrar, extorsionar, robar dinero del erario, violar los derechos humanos, etc. Y en segundo lugar, dar el paso a una nueva institucionalidad, con el espejo de Cuba, Venezuela, Nicaragua como fuente de iluminación.

     Que no nos quepa la menor duda a los colombianos, pero sobre todo, a quienes aún creen posible llegar a acuerdos con un gobernante que ha roto todos los diques. Petro usa sus destrezas oratorias para azuzar a las comunidades, a “su pueblo”.

    Ha logrado convertirse en el líder supremo de las izquierdas del país y atraer a algunos políticos progre, paniaguados a quienes solo les importa llenar sus bolsillos.

    Petro quiere tapar la podredumbre que emana de la evidente corrupción en que está inmerso por obra y gracia de sus funcionarios y conmilitones.

    Es hábil en la vieja táctica castrista de echarle la culpa de sus delitos y fracasos a sus opositores. Invierte el orden de responsabilidades cuando dice, por ejemplo, que son las EPS y no sus proyectos estatizantes y sus maniobras que las asfixian, las causantes del cierre de ellas.

    Petro se está saliendo con la suya generando un gran caos en todas las esferas públicas acusando a los empresarios, atacando a la oligarquía, persiguiendo al expresidente Uribe, y, llamando e incitando a la masa, a la multitud a un proceso constituyente.

    Utiliza los dineros del erario para financiar su aventura revolucionaria a la vez que adorna e invisibiliza con su ideología igualitarista el robo a ojos vistos que realizan sus más cercanos.

    Petro está azuzando y propiciando, a sabiendas, una guerra civil con sus convocatorias al “poder popular”, lo que nos puede llevar a un baño de sangre nunca visto en nuestras pasadas tragedias.

    Las noticias sobre su putrefacta y desastrosa gestión, sobre e su inminente destitución por indignidad, su escandalosa corrupción, serán opacadas por la movilización de sus huestes, por las deliberaciones de asambleas comunales, por el muy factible cierre del Congreso, por el juicio al expresidente Uribe, por los “avances” en la elaboración de una nueva constitución y sus contenidos y principios socialistas.

    Ya vemos en acción a viejos filibusteros que se quieren renovar subiéndose al tren de la revolución. Y llegan en auxilio del cuestionado mandatario las temibles guerrillas, la primera línea financiada, las recolonizadas guardias indígenas, afro y campesinas.

    Ante un panorama tan horrible, ante la inminencia de esa demolición de nuestra historia de nuestra democracia y de nuestras libertades, será necesario esperar a que nos den más pruebas de sus malignos planes, para reaccionar y, en consecuencia, organizarnos y movilizarnos?

    Más vale, porque nos está llegando la más oscura noche de nuestra historia.

    Darío Acevedo Carmona, 1 de junio de 2024

  • Los Golpes duros de Petro contra la institucionalidad

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    No voy a hacer comentarios sobre todos los hechos arbitrarios y vergonzosos protagonizados por quien se ha comportado como un dictador en desarrollo, su equipo de gobierno y hasta por amigos y seres muy cercanos. Me centraré en los hechos y conductas expresadas en actos e intencionalidades con sus consecuencias destructivas sobre cuestiones tan sensibles como la economía, la constitución, la separación de poderes, la ética, política de paz y de Fuerza Pública, salud, pensiones, lucha contra la corrupción, relaciones diplomáticas, narcotráfico y otros asuntos en los que puede haber evidencia de violación de leyes, de derechos fundamentales, de deberes establecidos en la Función Pública y repercusión en términos de ética.

    Manejo de la economía: el gobierno desde el presidente hasta ministros del área, han impulsado de manera oral y práctica medidas  que afectan el bienestar de la sociedad, las reglas de juego, la producción de bienes y servicios necesarios para la supervivencia, casos y hechos: 1. Suspensión o reducción significativa de la exploración de hidrocarburos, detrimento patrimonial de Ecopetrol. 2. Gasto desenfrenado e inusual de la Caja de gastos del gobierno central, aumento considerable del precio de la gasolina, 3. Propuesta al sistema bancario de transferir capitales de préstamos al gobierno para que sean manejados por el mismo, amenaza o insinuación de expropiación. 4. Propuesta de endeudamiento después de una reforma financiera que se suponía iba a mejorar la economía, con amenaza de emitir billetes sin respaldo si no se le aprueba esa iniciativa. 5. Consecuencia desastrosa de la intervención del gobierno en su política de estatizar los servicios de salud interviniendo las EPS vía asfixia en los aportes que  obligan al estado. La casi totalidad de indicadores económicas muestra un saldo en rojo. Se ha causado pánico financiero, reducción de la inversión interna y externa, pérdida de confianza, más desempleo, carestía, informalidad.

    La Constitución: se ha visto afectada por anuncios temerarios que demuestran intencionalidad y algunos hechos: 1. Ataques a la separación de poderes, menosprecio al Congreso de la República, amenazas y presiones con mítines en contra de las Cortes, manipulación al intervenir y presionar el nombramiento de Fiscal. 2. Anuncio de convocar a una asamblea constituyente para redactar una nueva carta violando los procedimientos claramente definidos en la Constitución, hablar de proceso constituyente o en marcha, llamar el “pueblo” a que se manifieste en las calles, clara intervención en política al hablar de posible alargue del mandato presidencial o de revivir la reelección.

    Política de paz y de Fuerza Pública: desde el inicio de su mandato, Petro ha tomado medidas que aunque puedan estar revestidas de legalidad han puesto en peligro la seguridad nacional, incrementado la delincuencia común, fortalecido las guerrillas y los GAO. 1. Llamando a calificar servicios a cerca de 80 generales y altos mandos de las Fuerzas Militares y de Policía, 2.  Desautorizando la renovación de la Fuerza Aérea de combate, impidiendo los bombardeos a las bases de los gaos y guerrillas, haciendo concesiones de control de territorio a esas estructuras sin nada a cambio, entablando negociaciones con el grupo reincidente comandado por jefes de las Farc que negociaron el Acuerdo de La Habana, solicitar que la guerrilla del Eln, sin haber suspendido sus operaciones terroristas sea excluido de la lista de grupos terroristas de la Unión Europea. 4. Romper relaciones diplomáticas con Israel principal asistente en materia de armas, equipos y municiones de las Fuerzas Armadas y de Policía. 5. Otorgar subsidios de a millón de pesos a miles de jóvenes para que no asesinen, reivindicar a los integrantes de la 1ª Línea que han sido judicializados y presionar a la Justicia, movilizar escuadrones de indígenas y personas afrodescendientes y campesinas en forma guardias en formación miliciana aunque sin armas y transportarla por fuera de sus lugares naturales para utilizarlos en la movilización política de apoyo al gobierno. 6. Negarse a fumigar los cultivos ilícitos con la secuela de auge no visto del narcotráfico.

    Darío Acevedo Carmona, escrito en junio 2024