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Cuba: Sesenta años de opresión e ignominia

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No hay nada peor en el mundo de la política que fracasar en un proyecto y negarse a reconocerlo. Es lo que le ha restregado en la cara a la comunidad internacional la dictadura castro-comunista cubana que este año, con mucha pena y sin gloria, cumplió 60 años en el poder.

El magro balance político, económico y cultural de esa revolución es la lógica consecuencia de la aplicación del pensamiento totalitario marxista que se ha ensayado y ensañado tercamente sobre una población empobrecida, vigilada y controlada por un partido y una tenebrosa policía política que, a la manera de la Stassi, la Checa y las SS, no les pierden respiro ni pisada a los ciudadanos en su vida pública y privada.

El pueblo ruso tardó 74 años en caer en cuenta del error del experimento comunista que nada bueno dejó como legado. La comunista Alemania del Este sucumbió con el derrumbe de su muro de la infamia en 1988 y en una seguidilla fantástica todos los países de Europa Oriental, Bulgaria, Checoeslovaquia, Rumania, Ukrania, Polonia, Hungría, etc, (integrantes con la URSS de la alianza militar conocida como el Pacto de Varsovia rival de la Occidental OTAN) que habían sido subyugados, recuperaron su soberanía e iniciaron el camino de la recuperación democrática adoptando el sistema capitalista de libre empresa y propiedad privada.

La República Popular China, por entonces, se acomodó a la economía de mercado en auge en el mundo capitalista bajo la inspiración y guía del redimido disidente Deng Xiao Ping, aunque mantuvo el control dictatorial del poder en manos del partido comunista.

De suerte que hoy en día, en teoría, solo hay dos países que insisten en el experimento comunista a costa de una represión total de las voces opositoras y disidentes que claman libertad y democracia. Se trata de la Cuba de los Castro y la Corea del Norte de la dinastía Kim (abuelo, padre e hijo). En ellos no hay libertad de información ni de prensa, existe un solo partido, a su vez dirigido por un gran dirigente rodeado de un aparato o clique o mafia que lo rodea y usufructúa las gabelas inalcanzables para las inmensas mayorías de la población y la iniciativa privada no tiene lugar.

Corea del Norte ha desarrollado un vasto plan de armas nucleares a expensas del hambre de sus habitantes. Cuba ha logrado sostenerse, primero, por los subsidios soviéticos y luego por los del régimen venezolano de Chávez y Maduro o socialismo bolivariano del siglo XXI, ante su incapacidad de generar riqueza. El castrismo desvergonzadamente acusa del empobrecimiento de su pueblo al capitalismo, es decir, al sistema que eliminó y reemplazó por el más positivo, justo y eficiente socialismo. Y al imperialismo yanki al que juró combatir y que ha usado como burladero explicativo de su estancamiento y desgracias.

Fidel y Raúl no ahorraron esfuerzos para intentar replicar su proyecto en Latinoamérica y en algunos países de África, de lo que queda, por fortuna, un estruendoso fracaso. La dictadura castrista reúne toda la bazofia y oscurantismo de las peores dictaduras del continente habiéndolas superado en represión, torturas a disidentes, control policíaco y privación de derechos.

Con motivo de los 60 años de su flamante revolución vendida como esperanza para el continente, el partido comunista, el único permitido, pretende a través de un referendo “cambiar” la Constitución que en letra clara estipula la consagración del país al comunismo, al partido único, al secretario general, y que, por tanto, seguirá negando a los cubanos sus derechos a ser una nación con libertades y a escoger por vía democrática a sus gobernantes.

El summum del pensamiento totalitario será refrendado en un evento regido, reglamentado y ejecutado por el partido único que trata a los ciudadanos como menores de edad, como comunidad de hormigas, como entes. Lo más reaccionario y obtuso de lo que podamos hablar en una época en que la democracia a pesar de sus falencias y vacíos sigue siendo el paradigma de la convivencia entre los seres humanos.

El pueblo cubano llora y sufre la entelequia de un par de iluminados que se abrogaron el poder de usurpar su derecho a decidir su futuro, mientras la gran mayoría de países que integran la ONU mantiene una actitud de tolerancia y pasividad cómplice ante un régimen que vive del cuento.

Allá hay cientos de detenidos políticos por pensar diferente, están las valientes Damas de Blanco que soportan los atropellos de la policía y valerosos activistas de derechos humanos que luchan para no ser olvidados por gobiernos y por la opinión mundial que ha sucumbido, por inercia, a convivir con una de las peores dictaduras de la historia.

Darío Acevedo Carmona, 28 de enero de 2019

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