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  • Democracia colombiana herida de muerte por golpe de estado escalonado de Petro

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    Mientras los opositores e inconformes damos un paso, Petro  responde dando diez o más. La distancia que nos lleva es muy grande no en relación con las encuestas que aún le arrojan un importante 30% de favorabilidad y cerca de 45% de imagen positiva, sino en relación con lo que está sucediendo a diario  y lo que está por venir.

    Quiero explicar esto: En ninguna parte del mudo los revolucionarios estilo Petro llegaron al poder siendo mayoría, ni Hitler, ni Lenin, ni Fidel ni Maduro, etc. Han consolidado su toma del poder total del estado sino a través de la combinación de todas las formas de lucha, de maniobras, artimañas, mentiras, rumores disociación, corrupción y amenazas. Esa toma total del poder se da a través de un accionar escalonado.

    Por ejemplo, como él sabe que le rechazarán una de sus jugadas maestra, la consulta popular, amenaza que cerrará el Congreso, lo que confirma su aversión a los pilares de la democracia lo cual significa llamar a un golpe de estado. También amedranta con expedir decreto para algo que obligatoriamente tiene que pasar por el Congreso y la Corte Constitucional. Y, ha convocado a miles de indígenas neocolonizados por su retórica demagógica y agitacional y el dinero del estado a raudales que les está entregando.

    Son medidas de tipo golpista frente a las que la sociedad civil y sus instituciones centrales parece que no estar enteradas y por eso en capacidad de evitar. Es la exhibición del poder del miedo más grave vivida en muchísimos años por el país.

    Y si todo su proyecto dictatorial se le cae, amenazará con el levantamiento general del pueblo, que no es otra cosa que la reedición del sangriento experimento insurreccional liderado por él en 2021.

    Así las cosas, opositores, descontentos o inconformes estamos retados a entender que estamos ante el muy probable baño de sangre que en nombre del “pueblo” está listo a provocar con las ventajas adquiridas. Esas ventajas nada tienen que ver con porcentajes de encuestas ni con expectativas electorales, sino con el profundo debilitamiento estratégico de las Fuerzas Armadas y de Policía y la inoperancia de las otras ramas del poder público. Miremos como se pasó por la faja decisiones del Consejo de Estado, cómo se gana la mayoría de los magistrados en la Constitucional y cómo se apodera las comunicaciones.

    Nada raro que en su calculada voluntad revolucionaria empiece a caminar por las avenidas de las capitales del país con el estribillo y el gesto rojo rojito del dictador Hugo Chávez, gritando en medio de bodegueros contratados con dinero del erario “exprópiese”… Y, entonces, ya será muy tarde, mucho más tarde, para reaccionar.

    Con Petro y su pandilla de vividores, corruptos, embaucadores, resentidos, trepadores, ladrones, bodegueros y drogadictos, vendrá la ruina de los colombianos que es lo que figura en su retórica escondida “cuando los pobres dejan de ser pobres se vuelven de derecha”, salida de las bocas de López Obrador, Chávez y Petro.

    Será la noche más larga, fría y dolorosa a la que estaremos expuestos los colombianos. Veremos la ruina total de la economía, sin petróleo, sin gas, sin café, inundados de baratijas chinas, de “médicos” cubanos, de espías lobos esteparios de Rusia, sin ganado, escasearán los huevos y hasta las arepas, quizás vivamos recibiendo las bolsas Clap de Venezuela o de una libreta de racionamiento de la Cuba fidelista de artículos que la dictadura otorgará como un regalo bondadoso.

    Las escuelas, colegios y hospitales se deteriorarán física y funcionalmente, el servicio eléctrico será de apagones y hasta el agua escaseará. Nadie podrá chistar, el estado será, muy de lejos, el mayor proveedor de empleos inútiles, a cambio, los funcionarios serán obligados a asistir a todos los actos de adoración al gran líder salvador de Colombia: Gustavo Francisco Petro Urrego, enviado por los dioses del Olimpo desde el espacio sideral cien años de soledad atrás.

    Es, al parecer, la gran tragedia que nos espera porque ni hemos sido capaces de enfrentar el monstruo antes y mucho menos cuando se desate el terror rojo, del que la historia abunda en ejemplos que nunca creemos nos vaya a suceder.

    Coda: Petro y sus militantes de la elite izquierdista están arrasando con los pocos vestigios que aún subsisten de las culturas y cosmovisiones de los pueblos indígenas a través de asignaciones sin control de dinero del erario, de la formación de sus autoridades y líderes en la doctrina marxista, de inculcarles odio y de asignarles la misión de rescatar lo perdido. Es la obra neocolonizadora más perversa que afecta y destruye la riqueza étnica del país y estimula sentimientos antiindígenas en sectores de la población.

    Darío Acevedo Carmona, 4 de mayo de 2025

  • Hora de definiciones

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    Millones de colombianos quisiéramos escuchar de los candidatos a la presidencia (el número de ellos ya supera la treintena) si les parece que ante la situación de alto riesgo y gravedad que vivimos por acciones del actual gobierno, deben llamar a la población a la defensa activa de la Constitución e iniciar desde ya acciones políticas y judiciales para enjuiciar al presidente? O si lo correcto es esperar hasta las elecciones de 2026, como si hubiera la seguridad de que ellas tendrán lugar?

    Creo que también sería saludable escuchar desde ya sus propuestas en tantos asuntos de estado y sociedad en los que el presidente Petro ha procedido con evidente desgreño, irresponsabilidad y espíritu destructor.

    A título de ejemplo, ¿qué harían ante el reto de retomar radicalmente la aspersión de la fumigación aérea de los cultivos ilícitos con glifosato?

    ¿Restablecerían el Alto Mando Militar y autorizarían los bombardeos a las bases de grupos armados irregulares? ¿Aumentarían considerablemente el pie de fuerza?

    ¿Derogarían todos los decretos que se han aprobado a punta de artimañas y mermelada?

    ¿Restablecerían ipso facto la exploración petrolera, de gas y la exportación de carbón?

    ¿Cerrarían todas las misiones diplomáticas creadas sin fundamento? ¿Revocarían de inmediato a todos los embajadores y cónsules nombrados en clara violación de méritos?, ¿Romperían relaciones con Cuba?, ¿Restablecerían relaciones con Israel? ¿Levantarían el bloqueo a regiones afectadas por medidas de Petro contra Barranquilla, Antioquia y Medellín?

    ¿Propondrían una nueva reforma a la salud? y ¿Derogarían la pensional y la laboral?

    Se trata de que quien vaya a ser presidente de Colombia les diga con contundencia y claridad a los colombianos cuál es su plan de acción para realizar desde los primeros días de ejercicio del mando. Planteo estas inquietudes que ya circulan por las redes y que expresan un sentimiento de impotencia, de ausencia de orientación por parte de quienes aspiran a gobernarnos y también, porque se observa la insuficiencia de estar centrados en hacer diagnósticos de Petro y su camarilla, chistes y memes y de estar a la cola de sus idioteces y amenazas.

    Y es que en nombre de la corrección política o de miedo a un estallido social, de discursos melifluos de mediación o de búsqueda de compromisos se ha perdido la perspectiva del daño causado. Estamos siendo abofeteados a diario y con cargas de profundidad. Es hora de reconocer la gravedad del peligro. Pongámonos serios y bravos. Es decir, asumamos que

     

    nos debemos radicalizar y luchar a fondo y abandonar el temor a confrontar a quienes quieren imponernos el fracasado modelo de socialismo bolivariano o perecemos como sociedad libre.

    ¿Dejáremos que se torne en paisaje el desastre, el delito, la ignominia, la verborrea, la mentira, la corrupción, la ordinariez del poder, la patanería, la amenaza, recursos usuales del indigno presidente?

    ¿Seguiremos esperando que la Constitución sea convertida en un trapo por un mandatario que no ha cesado en mancharla, en violarla, en desconocerla en burlarla? El problema no es si el vicio corroe o ha afectado a otros gobernantes, esa no es disculpa válida como alega el gobernante señalado por su drogadicción. El problema no es el mensajero ES EL MENSAJE.

    ¿Se van a quedar callados, guardarán silencio para, supuestamente, evitar un nuevo estallido social? La pregunta es válida para los congresistas, todos y los de la Oposición en particular, cuyo deber es enjuiciar al presidente por faltas evidentes y recurrentes a la DIGNIDAD del cargo, ¿qué están pensando? ¿Por qué no han apoyado y presionado el juicio por indignidad (art. 109 C.N.) frenado con artimañas por tres miembros de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes que es un proceso independiente del que adelanta el Consejo Nacional Electoral?

    ¿Por qué la Corte Suprema, tan dura y eficaz en casos de igual gravedad en que se vieron comprometidos congresistas mafiosos o señalados de aliarse con paramilitares, y otros altos funcionarios, no procede de la misma manera?

    ¿Acaso la Corte Constitucional y las Fuerzas Armadas no tienen el mandato claro, contundente y preciso para salir en defensa de la Constitución y la institucionalidad?

    ¡Despierten y entiendan que el tipo que habita el palacio presidencial convirtió ese lugar en una pocilga, en una cueva de Rolando! Tenemos todos los elementos para darle un giro de 180 grados a la situación y poner a Petro a la defensiva.

    Los colombianos tenemos suficiente información del desastre y queremos dejar de ser humillados ante el mundo por un gobierno lumpen.

    Colombia, su historia y su institucionalidad no son perfectas, pero, no podemos dejar que se extermine lo que se ha construido a un alto precio y con tanto esfuerzo y hasta dolor a lo largo de su existencia. Colombia no es Petro y su pandilla, Colombia es mucho, pero mucho más que este gobierno tóxico y episódico.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de abril de 2025

  • La revolución lumpen del gobierno petrista

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    Definición del término “lumpen” por la Real Academia de la lengua Española: “Sector social más bajo del proletariado desprovisto de conciencia de clase” Y según el Diccionario Panhispánico del español jurídico: “Grupo social que atenta sin ningún tipo de principios contra la seguridad de los individuos o colectividades, bajo un ánimo rapaz y delincuencial”.

    Aunque una revolución se caracteriza por el desconocimiento del orden vigente por la violación de las leyes y su reemplazo por otras, y que todo lo que en ella ocurre se da en un ambiente de destrucción, derrocamiento, violencia y caos, pero, no todo lo que se hace es válido ni moral ni filosóficamente. Hay un límite, digamos, una línea que no debe ser burlada por los protagonistas del cambio radical. Esto es de curso aplicable a todo tipo de revoluciones, en particular, a las que han tenido lugar desde fines del siglo XVIII hasta el presente.

    Esto quiere decir, al margen de opiniones y las valoraciones, que los líderes de las revoluciones actúan  con base en un programa y en unas ideas con las cuales se edificaría el nuevo orden social y que en tal sentido, no todo está permitido en el marco de una revolución. También puede indicarnos que los humanos a lo largo de su existencia han forjado un ethos, una moral común no explícita. Se que esto es muy polémico, pero, en un nivel muy asociado al instinto de supervivencia y conservación de la especie, ese algo existe. A título de ejemplo, y a pesar de lo depredadores que han sido los pueblos en sus guerras, hoy en día, ese algo común se puede apreciar en que se haya evitado una guerra mundial con armas nucleares.

    En otros tópicos también, como es la diferencia aceptada por todos los países en acoger los postulados de los Derechos Humanos, que no es poca cosa, y en algo que florece en los conflictos internos, a saber, la diferencia entre el delito político y el delito común que permite establecer la diferencia entre la motivación altruista y la egoísta o particular.

    Conductas como la tierra arrasada, el fusilamiento de personas fuera de combate, la tortura, la violencia sexual, la retención forzada o secuestro, la afectación de bienes civiles esenciales, el reclutamiento de menores entre otras, están prohibidas y pueden ser investigadas y castigadas por tribunales internacionales.

    Pero hay otro conjunto de hechos delictivos que sin constituir crímenes de guerra  son vistos como eventos de degradación moral o lumpen realizados por los militantes de movimientos o grupos de poder político, cliques, personas que ostentan poder y que lo usan con fines inaceptables y ajenos a los códigos de cualquier nación o de una revolución.

    En el ámbito de las revoluciones comunistas del siglo XX, el delito común o conducta lúmpen es aquella que devela una degeneración de las virtudes del ciudadano o del revolucionario o comunista, consistente en servir a la causa colectiva, el altruismo, la justicia proletaria, es lo que al menos se predica en su retórica. Por ejemplo el robo si se realiza con fines de enriquecimiento individual es sucio, diferente al que se hace para financiar operaciones y necesidades logísticas del movimiento donde se califica de delito político. Violar a otras personas, malversar fondos estatales o comunes para la guerra o de partidas del nuevo estado por parte de funcionarios o personas con fines de lucro personal. Para decirlo en términos más simples, delitos comunes de inspiración egoísta, es decir, en los que prima el lucro personal, no pueden ser calificadas como delito político ante las leyes revolucionarias ni ante las del orden que se quiere derribar.

    Y no son estas preocupaciones o actitudes las que estamos observando en el proceder de movimientos que actúan bajo la cobertura de un discurso supuestamente edificante, como son los casos de Chávez y Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Los Kirchner en Argentina y Petro en Colombia.

    No me refiero a los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en el marco de conflictos armados sino de los delitos de tipo moral ordinario que responden al interés individual o grupal que se cometen para beneficio propio. Entre ellos el robo de bienes públicos o privados, el narcotráfico, los relativos al amplio campo de la corrupción: coimas, nepotismo, prevaricato, concierto para delinquir, trata de blancas, etc.

    Cuando estas conductas son la cara de un gobierno, su sello, es decir, cuando se está ante una situación en la que florecen esos delitos y la justicia o no existe o es insuficiente o es cómplice o es ineficaz en combatirlos, y se cometen  a ojos vistas y de manera continua y sistemática se configura entonces un régimen corrupto o lumpen.

    Es lo que estamos presenciando en los países y sus gobernantes citados. Arruinaron a Venezuela, se robaron enterita a PDVSA, enriquecieron a sus familias allá y en Argentina, en Cuba solo hay miseria general mientras la clique comunista, en particular los altos mandos castristas acumulan fortunas y en Colombia no hay día o semana en que no conozcamos un escándalo de corrupción, muchos de los cuales pretenden ser obscurecidos o encortinados por el presidente Petro, quien a su vez, él mismo y su entorno familiar, sus funcionarios de confianza: ministros, embajadores, gerentes de empresas del estado y otros altos cargos, se han visto envueltos en conductas de delincuencia común. 

    Por eso es válido, entonces, caracterizar a esos gobiernos y a sus mandos centrales como gobiernos lumpen comunistas en tanto incurren en conductas degradadas contra su propia lógica moral.

    Darío Acevedo Carmona, 12 de abril de 2025