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  • Juicio por Indignidad no es golpe

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    Es el presidente Petro quien, en su afán de nunca responder o explicar los escándalos provocados por sus familiares, conmilitones y aliados, escudándose en su vaporosa ideología y remitiendo todas las culpas al pasado, ha instalado en el ambiente político el fantasma de un golpe de estado detrás del cual estarían la oligarquía, los poderosos, los medios, los políticos tradicionales, los en verdad corruptos, etc., etc.

    Y prevalido de ese artificio propagandístico se dirige a las comunidades diciéndoles que deben estar alerta para enfrentar ese “golpe” y amenazando a sus supuestos organizadores con el “ni se atrevan”, “que no se les ocurra” porque entonces, sugiere, el pueblo que considera de su propiedad, “mi pueblo”, se lanzará a las calles como en ocasiones anteriores, para evitarlo.

    De esa burda y malintencionada manera, Petro, a la vez que evade su responsabilidad en los hechos de dominio público notifica a los colombianos que él es un inamovible e inimputable, Es decir, que está por encima de la ley.

    Los hechos de amplio dominio público van desde las declaraciones de ingreso y manejo de altas sumas de dinero de origen dudoso que ingresaron a su campaña como a los bolsillos de su hijo Nicolás, hasta el relativo al miserable engaño y robo de recursos destinados a la sedienta población guajira.

    En el curso de los hechos, un abogado experto en denunciar a quienes violan las normas electorales y a quienes ocupan con indignidad cargos de elección popular, el Doctor José Miguel Abuchaibe, guajiro él, ajeno a la actividad proselitista, fue el que interpuso en mayo del 2023 una demanda por INDIGNIDAD contra la campaña presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez. Lo hizo después de examinar las cuentas presentadas por el gerente de esta, el actual presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, y descubrir que se había sobrepasado los topes de gastos contemplados en la ley electoral. La suma descubierta hasta ese momento no era muy considerable, pero, era suficiente para justificar el inicio de una investigación por parte de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes.

    El sr Roa, corrió a revisar y a hacer ajustes al informe de gastos, pretendiendo desactivar la denuncia. Sin embargo, en este año transcurrido varias cosas que es pertinente mencionar, ocurrieron. Lo primero es que, en la susodicha Comisión de Acusaciones, el presidente Petro cuenta con una aplastante mayoría de congresistas que se dedicaron a traspapela y a dilatar la investigación, violando el debido proceso.

    En segundo lugar, varias nuevas irregularidades salieron a flote: aportes  de sindicato de maestros, Fecode, de la USO y pagos a centenares de testigos electorales no declarados, y el más reciente del avión enredado en temas de narcotráfico puesto al servicio de a campaña Petro Presidente y a las de algunos congresistas del Pacto Histórico. También, la intervención del Consejo Nacional Electoral que está ad-portas de presentar un documento de acusación contra la campaña por superación de los topes. La denuncia tomó, entonces, mayor validez a los ojos de la opinión pública.

    Pero, lo que le ha dado celeridad al trámite investigativo en la Comisión de Acusaciones, fue la denuncia interpuesta por el Dr Abuchaibe ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, por violación del debido proceso, que se hizo sentir en Corte Suprema de Justicia. Este órgano judicial, encargado de procesar a los miembros del Congreso, inició proceso contra los integrantes de dicha Comisión por prevaricato y obstrucción del debido proceso. Las marchas  masivas de gentes de todas las clases y condiciones en todo el país, a su vez, han dejado sentir su peso.

    La consecuencia es que la Comisión de Acusaciones avanza por estos días en lo que es su deber, llamar a testigos, revisar cuentas, recibir el informe del Consejo Nacional Electoral y preparar el informe, no su juicio, a la Cámara de Representantes en pleno que habrá de tomar una decisión.

    El juicio, cabe aclarar, no es de carácter penal, sino que es un juicio por indignidad, por violación del artículo 109 de la Constitución que, de resultar condenatorio obligaría a la renuncia del primer mandatario. Siendo así las cosas, lo que se insinúa contra el presidente como un hecho indetenible no es un golpe blando, mucho menos, duro, sino un procedimiento legal contemplado en la Carta de Derechos del país.

    He aquí el contenido del artículo 109 modificado por el artículo 3 del Acto Legislativo 1 de 2003, que además nos da la sensación certera de que nadie, absolutamente nadie, en una democracia, puede considerarse por encima de la Ley: “…la violación de los topes máximos de financiación de las campañas, debidamente comprobada, será sancionada con la pérdida de investidura o del cargo…”

    Darío Acevedo Carmona, 8 de mayo de 2024

  • Petro imita a Chávez, constitución en peligro inminente y Dìa del trabajo distorsionado

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    Petro con su apelación demagógica al "pueblo" pretende abolir de facto varios artículos de nuestra Constitución 109 relativo a violación de topes de campaña, 374 a 379 sobre requisitos, y formalidades para reformar la constitución. Petro se autonombra intérprete de ese pueblo que va a las plazas para hacer añicos la constitución vigente. ¿Estará ensayando, como en 2021, un golpe de estado apoyado por lo que él llama "un proceso constituyente popular" que según él, está por encima de la Carta que nos rige.

    La irresponsable, aventurera, revolucionaria e incitadora intervención de Petro hoy 1° de mayo, debe ser vista y recibida como la más clara prueba de su intención de mantenerse en el poder más allá de 2026. ¿Necesitan algo más contundente los que aún dudan de la catadura dictatorial de Petro, quienes aún no se deciden o no quieren entender que llegó el momento de sumarse a la lucha contra la imposición del fracasado socialismo bolivariano en Colombia?

    Una marcha o una concentración, por masiva y vocinglera que sea, no podrá absolver los abrumadores hechos de corrupción en que están involucrados el presidente y varios de sus más altos funcionarios. En Colombia, la masa no reemplazará a los tribunales y a los jueces.

    Darío Acevedo C. 1° de mayo de 2024

     

    Día del trabajo distorsionado

    El primero de mayo en Colombia y en la mayor parte del mundo es un día dedicado a los trabajadores, a la clase obrera y al trabajo a través del cual se honra la memoria de las víctimas masacradas durante una huelga en Chicago, USA, en 1886. Es, por tanto, una jornada conmemorativa en la que los asalariados desfilan con sus consignas, sus banderas y sus cánticos.

    En nuestro país se reconoció como día festivo de carácter cívico en el año 1937 por iniciativa del senador, intelectual socialista y liberal Gerardo Molina. Quiero resaltar un hecho inmodificable que da cuenta de la singularidad de dicha fiesta, la misma que es aplicable a cada día-homenaje a muy definidas personas y hechos a los que se les otorga un gran valor o significancia histórica

     Quiero decir, el 1° de mayo es el día del trabajador o del trabajo y no el día de la raza o el de la independencia nacional o el de una batalla. Esas características son inalterables.

    De modo que, la pretensión convertida en hecho por el presidente Petro de hacerse presente en los actos de ese día al lado de los sindicatos es una absoluta intromisión en cuanto el cargo que él representa nada tiene que ver con lo que se evoca y rememora. Significa, ni más ni menos que Petro al alterar con su presencia oportunista con la que busca generar apoyos populares a su fallida y desastrosa gestión, no solo distorsiona la esencia de esa jornada, si no que termina siendo un insulto a sus verdaderos protagonistas.

    Como si fuera poco el daño que ocasiona con su burdo papel de agitador de masas, Petro, el gran neocolonizador de comunidades indígenas a las que ha corrompido con su ideología trasnochada y fracasada, trae, otra vez, a Bogotá, a la guardia indígena que nada tiene que ver con la efeméride de los obreros. De esa manera, es múltiple el daño y el insulto que se encierra al impregnar el festivo en beneficio personal.

    Por ello, merece un aplauso la Confederación General del Trabajo, CGT, por su digna decisión de no marchar con el presidente y no dejar desdibujar un día que es de los trabajadores y solo de ellos.

    Darío Acevedo Carmona, 30 de abril de 2024

  • La retórica de Petro es basura

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    ¿Es posible y necesario que los colombianos tengamos a la mano una caracterización satisfactoria de lo que expresa constantemente, en todo tipo de auditorios y de públicos el presidente Gustavo Petro? Por parte de dirigentes políticos, analistas y columnistas y en redes, en marchas y recintos académicos se han lanzado apreciaciones u opiniones que describen el contenido de su parlamento como demagógico, populista, verborrágico, culebrero, mitómano, indecoroso, diletante, ofensivo, provocador, entre otros calificativos.

    Considero que quienes gozan de un alto o mediano nivel de formación educativa y cultural no están obligados a refutar cada frase pronunciada de manera ligera, sin demostración, sin asidero o inspirada en momentos de ebullición de los jugos gástricos y de los bajos instintos. Por ejemplo, no hay por qué escribir un texto muy elaborado para refutar a quien dice que el mundo esta gobernado por dos tribus de extraterrestres, o a quien, como en el caso de Petro, preso de su rabia con las marchas del 21A sale a descalificarlas asociándolas con el paramilitarismo, el narcotráfico, la corrupción, la violación de los derechos humanos, etc. 

    Sin duda, es necesaria la crítica elaborada ante tantas arbitrariedades y estupideces justificadas con pobre retórica. Y a fe que quienes lo han hecho, han demostrado la incoherencia, la falta de seriedad, el deseo de enredar, de distraer, el ánimo de pelea, la insensatez, la irresponsabilidad, la grosería que, de forma sistemática, exhibe el presidente Petro en todo tipo de intervenciones.

    Petro echa discursos contra los hidrocarburos, cual profeta advierte el fin del mundo, posa de científico, de líder mundial contra el cambio climático, de profesor que con lápiz en mano educa a su auditorio, de economista, de filósofo, de historiador que destruye de un plumazo nuestro relato fundacional.

    No es improcedente demostrar la falsedad e impertinencia de sus teorías y decires, para hacer ver las devastadoras consecuencias de sus locos y extraviados empeños.

    Opino que todo lo que sale de su boca está impregnado de un vacío de sustento, de ligereza y de espontaneidad que encubre su altísimo grado de ignorancia, y así mismo, de irresponsabilidad cuando desliza el insulto y la mentira en el debate político.

    Petro usa y abusa del lenguaje como cualquier charlatán de cafetín, no alcanza la altura de la retórica de un presidente, se contenta con el empleo de adjetivos y fraseología disociadora para ofender y distraer. Día por día lanza elucubraciones que suscitan escándalo. Cada vez se parece más a Chávez y a Maduro cuyos discursos abundan en diatribas, difamaciones, estrechez de pensamiento y en banalización del lenguaje. A este estilo debemos llamarlo adecuadamente: retórica basura, no sirve para nada bueno, estorba, es desagradable y puede ser dañina para la salud.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de abril de 2024

  • No subestimar a Petro

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    Casos se han visto en la historia y en el presente, de gobernantes sobre los que amplios sectores tenían una imagen de menosprecio, incapacidad y eran objeto de burlas que, sin saberse cómo, alcanzaron un poder inmenso e incontrolable desde el que hicieron gravísimo daño a sus países y a la humanidad.

    En el siglo XX, para no ir más lejos, hay varios ejemplos patéticos de ese tipo de personas a las que en principio no se les daba mayor credibilidad para ejercer poderes y dirigir multitudes. En este breve escrito me referiré a algunos casos en los que hubo una manifiesta subestimación del peligro que ellos representaban.

    En Alemania, por ejemplo, luego de la república de Weimar de los años veinte del siglo pasado, venida a menos por el que significó un humillante tratado (Versalles, Francia) fin de la primera guerra mundial, surgió un personaje risible que predicaba la superioridad de la raza aria y una ideología redentora de la grandeza perdida. Adolfo Hitler, un simple suboficial del ejército prusiano creó el partido nacional socialista (nazi) cuyos miembros se uniformaban, desfilaban a la manera militar, eran agresivos y se guiaban por unas cuantas consignas. Pocos vieron en él y en su partido un peligro. En las elecciones de 1933 ningún partido tradicional alcanzó a formar gobierno (sistema parlamentario). El presidente de entonces, Paul Hindenburg designó canciller a Hitler. Sabemos lo que vino después.

    Otro caso en el que un personaje de baja reputación en su partido, el marxista bolchevique de la Rusia zarista accede al poder por una vía inesperada fue José Stalin. Nombrado secretario general del partido que gobernaba dictatorialmente desde 1917, en un cargo administrativo considerado de menor rango. En el partido, a la muerte de su jefe indiscutido, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, en 1924, se disputaban el poder, dirigentes prestigiosos como León Trotsky, Nicolás Bujarin, Kamenev, Rádek, Sinoviev, etc. La lista de sucesores que hacían parte del politburó era de 19 en total, y Stalin que no era ruso sino georgiano, de origen muy humilde, poco educado, malos modales, asaltante de caminos para la revolución, ocupaba el último lugar. Ese hombre preso en su paranoia se encargó de eliminar a más de 300 miembros del Comité Central en el lapso de 13 años, decapitó el ejército en 1937-38 dejando expuesta a la URSS al ataque de las tropas hitlerianas. Su poder fue tan enorme y violento que se le responsabilizó de la muerte de seis millones de ucranianos por hambre en los años 32 y 33, de miles de adversarios de su entorno y de muchas otras atrocidades. Un don nadie se tornó en arquitecto del nuevo orden mundial de la posguerra de los años 40 y artífice de la derrota del nazismo, junto con Churchill y Roossevelt.

    Hay más casos en el mundo de infravalorados que se tornaron en líderes supremos y que causaron innumerables daños a sus países, cito ejemplos latinoamericanos.

    A mi mente viene la trágica experiencia de Cuba, que, siendo gobernada por el dictador Fulgencio Batista, pasó a manos de un hombre cuya máxima virtud radicó en su espíritu aventurero y en su desbordada lengua. Fidel Castro intentó tomarse el poder en un burdo ataque al cuartel Moncada, fue enjuiciado y condenado, pero, subestimado, recibió la gracia del indulto. Una vez en libertad organizó una guerrilla para derrocar a Batista. Atrajo a la dirigencia liberal y demócrata con un discurso martiano. Su triunfo el 1° de enero de 1959 fue recibido con júbilo, pero, a poco andar dio comienzo a una dictadura socialista que aún subsiste y que llevó a su pueblo a vivir en la miseria, sin libertades y sin democracia hasta el presente, 64 años de oprobio.

    América Latina ha sido territorio fértil para todo tipo de dictaduras y dictadores, fenómeno que ha sido registrado en obras de reputados literatos. Entre quienes fueron subestimados y luego se convirtieron en tiranos exhibiendo una gran capacidad destructiva e impusieron ideas y proyectos económicos fracasados, el campeón es Hugo Chávez Frías quien fue indultado por el presidente Rafael Caldera después de haber sido condenado por su intento de golpe de estado en 1992. Nadie le podrá disputar el pedestal de haber convertido, con ayuda de su sucesor, el inepto, corrupto e ignaro, también subestimado, Nicolás Maduro, el país más rico en petróleo en el mundo en uno de los más pobres de América, donde escasea lo que más abunda.

    Podríamos incluir en esa deshonrosa lista a personajes como Ortega, Correa, los Kirchner, López Obrador, pero, es suficiente con los mencionados para demostrar cómo se han equivocado los pueblos al recibir con aclamaciones, votos y fervor el verbo redentor de esos falsos profetas. Y para que en Colombia se entienda el peligro latente que vivimos bajo el mando de Gustavo Petro, quien se insinúa con claridad, como uno de los más letales demoledores de nuestro estado e institucionalidad y quien llegó donde está, gracias a la ingenuidad de quienes subestimaron su capacidad destructora, su desbocada verborragia, su habilidad para crear cortinas de humo sobre sus fracasos y acusaciones por corrupción. Estamos advertidos, pero aún no condenados, siempre y cuando no lo subestimemos.

    Darío Acevedo Carmona, 17 de diciembre de 2023

    Esta columna reaparecerá en enero de 2024, entretanto feliz Navidad y prosperidad en el Año Nuevo les deseo a mis lectores.

  • La jerga resentida e hipócrita de Gustavo Petro y Francia Márquez

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    De manera reiterada congresistas de sectores de izquierda, ministros del actual gobierno, el presidente Petro y la vicepresidente Francia Márquez, se refieren en muchas de sus intervenciones públicas, con desdén, rabia y odio a las elites y a los poderosos de Colombia a quienes responsabilizan de lo que ellos llaman “las injusticias sociales”, “la esclavitud”, “la gran desigualdad social” y otras atrocidades.

    Como si por ser gobierno no estuvieran obligados por taxativas normas constitucionales a gobernar y proceder en todos sus actos con un espíritu de unidad nacional, de entender que somos una sociedad diversa y democrática y como si no fuera por tales condiciones que han llegado a donde están, precisamente, por ellas.

    En las campañas políticas de plaza pública es muy común que se apele a ese tipo  de lenguaje  que abre brechas y crea una atmósfera de combate. Es el esfuerzo por diferenciarse del otro, de ese otro al que se le achacan todos los males y todo lo negativo.

    A lo que quiero llegar es a que entendamos el significado de esos términos en cuanto nos permite ver todo lo que hay de falsedad, hipocresía y doble moral en los discursos de los primeros mandatarios del país.

    Elites quiere decir sectores destacados de diferentes grupos de personas que ejercen un liderazgo, que marcan derroteros, señalan metas precisas, explican o muestran cómo es posible alcanzarlas. Aunque no faltan aquellos que se aprovechan del liderazgo para generar todo lo contrario, para dividir, para violentar al adversario o degradarlo, para estigmatizarlo, que es lo que la mayoría de los colombianos vemos casi a diario en las actuaciones del presidente y la vicepresidente.

    Ellos se regodean hablando contra las elites sin reconocer que son parte de ellas, el presidente Petro, por ejemplo, se ha colocado al frente de una amplia convergencia de agrupaciones y tendencias de izquierda, y, la vicepresidente Francia Márquez lo es de las comunidades afro, aunque varios sectores la han desautorizado en razón de sus poses de falsa víctima y por el engreimiento que trasluce al hablar, además, con un tono de resentimiento.

    Sobre la referencia despreciativa a lo “poderosos”, o también los “riquitos blancos”, a los banqueros, los grandes finqueros, los ganaderos, los azucareros, los caficultores, últimamente a los de El Poblado de Medellín y empresarios de Barranquilla, en particular, el presidente Petro se deleita impulsando sentimientos de odio de clase. En actitud a todas luces irresponsable les achaca crímenes, robos, alianzas con el narcotráfico, creación del paramilitarismo, generación de miseria y hasta de esclavitud, autoliberándose de la obligación de demostrar lo que afirma. Es decir, quiere hacer ver que sus temerarias afirmaciones son ciertas porque él las dice.

    Tanto Petro como Francia sostienen un discurso sobre nuestra historia a la que despachan en una frase de cajón, se consideran “el cambio” en contra de 200 años (según Petro) o 500 (según Francia) en los que “as elites y la oligarquía” gobernaron sin “hacer nada”. Ellos ahora dicen ser el “pueblo” al que dicen representar y defender porque ellos lo declaran, y lo empoderan demagógicamente otorgándole poderes constituyentes y fuente legitima de su deseada continuidad en el poder más allá de 2026.

    En este punto, podemos detectar una posición hipócrita ya que ambos, claramente, hacen parte de ese sector que nombran como los poderosos que, en ocasiones llaman “oligarquía”, ellos dos, en particular Petro, reciben un salario que solo se les reconoce a los más altos dignatarios del estado, cuentan con el apoyo de numerosos empleados, tienen equipos humanos para su seguridad, naves aéreas y vehículos para sus desplazamientos, iguales a las de aquellos que critican en plazas públicas. Petro no le ha dado un golpe a la tierra, pero es un poderoso de la clase política y como congresista se ha lucrado por más de 30 años.

    Ofenden el pudor público con su lengua incendiaria, con su falta de coherencia y consistencia cuando por ejemplo se refieren a la corrupción siendo que recibe dineros en bolsas a hurtadillas, y han sido señalados de recibir sumas de dudosa procedencia  de personas relacionadas con el narcotráfico como el “hombre Marlboro”, han violado los topes de gastos de su campaña presidencial con dineros de sindicalistas y aportes de un gran capitalista y contratista del estado, el señor Torres, cabeza de un “poderoso” clan.

    Y aunque Petro se infla diciendo que todos sus opositores son aliados del narcotráfico y el paramilitarismo, nombra gestores de paz a jóvenes bandidos para que no maten, limpia el rostro de miembros de la primera línea, debilita a la Fuerza Pública y anuncia que invitará al palacio de Nariño a uno de los más crueles jefes del paramilitarismo que no ha reparado una sola de las víctimas que por miles causó.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de marzo de 2024