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  • 1. Las condiciones de la naturaleza y un ministro para Petro 2. Magnus Petrum

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    1. Las condiciones de la naturaleza y un ministro para Petro  

    Es la naturaleza, mucho antes que los humanos, la que establece como parte de su proceso evolutivo la existencia de dos sexos como condición  sine que non de la reproducción de las especies vivas, y es a través de normas que los humanos, dan nombre de hombre y mujer a esa realidad para vivir organizadamente en sociedad.

    No existe un tercer o cuarto o ene sexos ni algo que se llame “sexo fluido” o que haga parte de un abecedario, cómo quieren imponer a través de propaganda y otros medios, grupos que viven la sexualidad de manera diferente a la de quiénes son heterosexuales.

    La ley, por lo menos en la cultura Occidental, no se ocupa de las tendencias o prácticas sexuales de los individuos, excepto si estas se realizan violando normas de comportamiento civil.

    Las diferentes tendencias sexuales de las personas son asunto de cada individuo en su ámbito privado. De modo que no tienen por qué ser objeto de ostentación o exigencia de leyes, pues en ese caso habría que convertir en fuerza de ley el libro Kamasutra.

    El oso reciente de Petro al nombrar un ministro que rechaza ser reconocido como masculino o femenino y que hace ostentación pública de su tendencia, es una clara muestra de la estupidez que nos quieren imponer estos profetas del caos, que pretenden romper la diferencia entre lo público y lo privado y suprimir lo que cabe en la idea del “libre desarrollo de la personalidad”.

    18 sept. de 2025

     

    2. Magnus Petrum

    Petro se refiere los alcaldes de Medellín y Cali utilizando un lenguaje lunfardo y vulgar, como un agitador, no un presidente de una República (que no es "re" por ser dos veces pública, como trató de explicar cuando convencido de su sapiencia,  afirmó que "re" es un sufijo).

    Ese lenguaje vulgar y tropelero esconde una profunda ignorancia de los temas  y problemas sobre los que interviene tratando de impresionar a la galería, o hacerse el irreverente y hasta el desprejuiciado al opinar como todo un charlatán en asuntos delicados.

    Es lo que acabamos de escuchar en una de sus innumerables peroratas refiriéndose a una cuestión íntima de las mujeres, "las mujeres sabrán qué hacer con su clítoris", dando muestras de una conducta irrespetuosa que solo se explica porque cree tener poderes y funciones ilimitadas hasta para entrometerse donde nadie lo está invitando.

    Las feministas deberían estar convocando una marcha hacia la Plaza de Bolívar por la dignidad de todas las mujeres y contra del bárbaro que osó invadir sus predios.

    Petro es tan irresponsable que afirmó sin ton ni son que el problema del narcotráfico es de EEUU y no de Colombia, como si los policías los soldados los campesinos los líderes sociales los indígenas y hasta los que consumen “cafecito cargado por la mañana” no sufrieran muerte, vejámenes, retaliaciones, extorsiones, y como si el consumo interno no afectara a jóvenes y adultos en el país. ¡Qué mal nos hace ver ante el mundo este personaje!

    De manera que si hacemos caso de su ostentosa y vacía sabiduría, deberíamos desentendernos del drama que sufren distintas comunidades, pobladores, campesinos, indígenas, afroamericanos, líderes sociales, políticos, empresarios etc, en razón del auge de economías subterráneas que afectan no solo la economía legal sino la cultura, las relaciones familiares y de vecindad, la vida en centros educativos, etc., afectadas por el efecto nocivo y violento de actividades de narcotráfico.

    Romper relaciones con los Estados Unidos parece una consigna escrita en su frente. Nada más atractivo para borrar de un plumazo todos los escándalos de corrupción, de inmoralidad y de incompetencia. Esa bandera le daría, cree el, una aureola inmaculada de víctima del imperialismo yanqui, pues su ego es mucho más grande que Colombia.

    17 de septiembre de 2025

  • Peligro: Colombia alto voltaje

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    Por cuenta de la descertificación de Colombia por los Estados Unidos en razón de sus bajos resultados en la lucha contra el narcotráfico, el país entra en una situación de mayor tensión que la que venía enfrentando por la perturbadora y destructiva gestión interna del gobierno petrista y la cercanía de procesos electorales claves para su futuro.

    Sobre el tema del narcotráfico se debe tener en cuenta que es un asunto internacional que involucra a varios países del mundo desarrollado y de países en desarrollo que sirven, los primeros como mercados demandantes y los segundos como productores, puentes de tránsito y hasta consumidores en menor escala.

    Simplificar el problema a una relación tipo imperialismo-colonialismo como oportunistamente hacen mandatarios de la izquierda radical del Foro de Sao Paulo, Evo Morales, Correa, Chávez, López Obrador, y ahora Gustavo Petro, no solo deforma la naturaleza y complejidad del fenómeno sino que lo convierte en insumo de su trillado antiimperialismo para posar como víctimas del consumismo de las naciones capitalistas.

    De esa forma, Petro aprovecha la descertificación para posar de víctima y de paso azuzar su visión clasista, pobres productores contra ricos consumidores. Que significa un paso atrás respecto de una política internacional que diversos gobiernos afectados y organismos internacionales han acordado denominarlo como delito internacional que permea negativamente la economía mundo, las culturas, la política, la justicia y genera violencias por doquier.

    Es decir, un rango mucho mayor de daño que el insinuado por personajes como Evo Morales y hoy Gustavo Petro, pues en efecto y de modo constatado, las mafias que se configuran alrededor del fenómeno ejercen un papel disolvente de la economía, las costumbres, las normas, las reglas del juego y hasta las relaciones familiares.

    Esas mafias tejen redes corrompiendo sistemas policiales y gobiernos como se ha podido observar en las últimas décadas en las américas y su infiltración está soportada en sofisticadas y a la vez brutales mecanismos de presión y soborno.

    Ese es el marco en el que Estados Unidos y países latinoamericanos han acordado programas de control de los cultivos de la coca, y la producción y comercialización de la cocaína y otras hierbas y drogas. Es una política que contempla insumos y compromisos que se pueden resumir en una relación en la que los Estados Unidos aportan recursos financieros, armas, dotación, y los productores y comercializadores  preparan fuerzas policiales y de investigación, se comprometen a establecer políticas de sustitución de cultivos ilícitos por productos de pancoger, interdicción, investigación y extradición de capos y altos funcionarios corruptos.

    La política de combate al narcotráfico no es ni de cerca ni de lejos, una imposición imperialista pues los afectados en todo sentido aunque lo sean en diferente formatos y magnitudes, la han forjado a través de años de conversaciones.

    Por tanto, la certificación o descertificación es una medida adoptada por Estados Unidos acordada por diversos países que sufren el flagelo de una u otra forma. Significa un compromiso en el que Estados Unidos destina una cantidad de dólares para que se cumplan las metas acordadas. O sea, no debe ser vista como un premio o como una donación bonachona. Por supuesto, en dicha relación hay y pueden expresarse dificultades, quejas y desacuerdos entre los compromisarios.

    Lo que nos puede ayudar a entender la reacción del presidente Petro ante la descertificación puede ser leída como un acto de irresponsabilidad que se quiere justificar en una actitud complaciente hacia los pobres campesinos e indígenas que a su vez se ha traducido en una presencia orgánica de mafias centroamericanas y mexicanas en el país y por ende en un aumento de la violencia, la delincuencia, la corrupción oficial en razón del aumento desmesurado de los cultivos ilícitos y de la producción de cocaína.

    Las afanosas medidas anunciadas por Petro develan un trasfondo muy propio de mandatarios desprestigiados, ahogados en su impopularidad y fracasados en su gestión gubernamental. Opta por convertir la descertificación en su salvavidas de cara a las próximas elecciones y por eso reverdece el antiimperialismo, una carta de batalla útil para dar un paso gigantesco hacia la dictadura socialcomunista del siglo XXI. Él ve esa medida como una salvación de su proyecto que supone la ruptura de lo poco que queda de la histórica relación con los Estados Unidos y el viraje hacia la Rusia imperial y la China comunista.

    Darío Acevedo Carmona, 21 de septiembre de 2025