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VentanaAbierta

  • Petro pone en peligro relaciones históricas con EE. UU.

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    La actual crisis diplomática entre los Estados Unidos y Colombia era previsible y comprensible si tenemos en cuenta diversos elementos y situaciones que la han generado. Por ejemplo, la sucesión  de medidas y declaraciones tomadas por el presidente Petro, lo que ha hecho y ha dejado de hacer en el contexto de políticas y acuerdos con muchos años de vigencia.

    Empecemos por uno de los temas más sensibles en razón de su afectación de la convivencia, la salud pública y la violencia en ambos países, el narcotráfico. Un fenómeno que subsiste durante algo más de medio siglo, sobre el cual, Petro ha bajado la guardia en el compromiso de reducir los cultivos ilícitos y cuya consecuencia directa es el auge del narcotráfico, una mayor cantidad de producción de cocaína, incremento de la violencia interna en Colombia, presencia de mafias internacionales, y destrucción de lazos societales y culturales entre otros males.

    A ello, sumémosle las declaraciones altisonantes de Petro contra EE. UU. y Europa a quienes atribuye la mayor responsabilidad  en tanto es donde se da la demanda de los narcóticos y la improcedente propuesta de legalización del ilícito negocio.

    Podemos agregar al cuadro de desatinos, ofensas, provocaciones y errores, la negativa a extraditar narcotraficantes pedidos por Estados Unidos por supuesta prelación de negociaciones de paz en curso. Palabras descalificadoras contra el presidente Trump, la negativa recibir vuelos con deportados esposados con frases desobligantes, la ruptura de relaciones con Israel y la simpatía hacia Hamas, organización considerada terrorista por la potencia norteamericana. El acercamiento y defensa del régimen dictatorial de Maduro, las críticas por tratamiento dado por Trump al problema de la masiva e ilegal migración estimulada por gobiernos ineptos e inamistosos con EE. UU.

    Y, por último, la denuncia de Petro sobre la existencia de un supuesto complot para derrocarlo, plan en el que estarían involucrados altos cargos políticos y funcionarios como el  Secretario de Estado, Marco Rubio, que al parecer fue el detonante dela crisis en curso.

    Sin embargo, no se puede descartar en este ejercicio explicativo, la incidencia de la forma de ser del presidente colombiano, de su manera de pensar y de su desabrochado estilo de gobernar. De él se ha dicho, y con toda razón, que no ha dejado de ser y de pensar como el guerrillero que fue del M-19. Y uno de los ejes de la política de ese grupo subversivo es la lucha contra el imperialismo yanki, a la que sigue siendo fiel como lo demuestra en su forma de actuar.

    Petro ha dado muestras explícitas e inequívocas de sus convicciones ideológicas revolucionarias por el método de destrucción de las instituciones del odiado sistema capitalista al que señala de esclavista y de ser responsabiliza de todos los males del mundo, el hambre, las guerras, la esclavitud, las injusticias sociales, etc.

    Por eso, no es de extrañar que las heridas a una relación histórica de Colombia con Estados Unidos, vital en los campos económico, político y militar, tengan su raíz en esa cosmovisión ideológica del izquierdismo neomarxista que mantiene como dogma inalterable la destrucción del capitalismo del que Estados Unidos es el máximo exponente en el mundo.

    En la ruptura de eso lazos, Petro ha tomado medidas osadas que pueden haber lesionado el sentimiento no solo del gobierno actual sino de los dos partidos de EE. UU. que consideran a Colombia como un aliado estratégico en todo el continente americano. El acercamiento a la Ruta de la Seda de la China de Xi Jing Pi, una estrategia de penetración profunda de dicha potencia en el entorno estadounidense, los cuestionamientos al tratado de libre comercio, el negarse a adquirir los aviones para la defensa aérea al gran aliado y optar por la firma sueca no obstante la ayuda que recibió el país con el Plan Colombia. Por supuesto, la ruptura de relaciones con Israel hace parte de ese cóctel que explosiona una amistad profunda.

    Tampoco podemos dejar de lado el estilo de Petro con el que ha provocado reacciones cada vez más criticadas en la esfera de la diplomacia. Sus incumplimientos y llegadas tarde a citas con autoridades internacionales, sus ocurrencias seudocientíficas sobre el cambio climático y la economía en las que deja traslucir su desmesurada ambición de convertirse en un líder mundial, ilusión que quizás le esté pasando factura en cuanto le hace perder el sentido de realidad.

    Así las cosas, no abrigo la esperanza de que se produzca en Petro y en su desopilante gobierno un giro, una reconsideración o autocrítica. Todo lo contrario, empezará a utilizar las medidas del gobierno Trump como actos imperialistas, como violaciones a nuestra soberanía, es decir, como una intromisión para sabotear su amistad con Maduro y su dictadura y su militancia con el castrochavismo y el Foro de Sao Paulo.

    Darío Acevedo Carmona, 6 de julio de 2025

  • Entre cortinas de humo y un golpe de estado imprevisto

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    Debemos ser cuidadosos al hablar de las cortinas de humo que lanza el presidente Petro para tapar un escándalo con un tema controversial nuevo. ¿Por qué lo digo? Porque esas cortinas no son desdeñables ni desechables, no dejan de ser armas a discreción que pueden hacerse realidad.

    Por ejemplo: con la opinión pública entretenida discutiendo sobre la consulta popular, la asamblea popular constituyente y la desconfianza sobre la Registraduría en las elecciones de 2026, uno se puede preguntar ¿Y en dónde quedó la explicación debida sobre el viaje a Manta el feudo del gran capo ecuatoriano hoy preso, pedido en extradición por EE. UU. y que podría tener muchos secretos e informaciones que de ser reveladas causarían un terremoto grado 8.5 en la escala Ritcher?

    ¿Y dónde queda la explicación sobre el tema de los pasaportes?

    En este escenario es en el que Petro puede morderse la cola, enredado en sus propias artimañas. No obstante, las cortinas que sacó a relucir: consulta, constituyente y Registraduría, siguen siendo una amenaza contra nuestra democracia.

    ¡Atentos porque Petro es un as como cortinero!

    Colombia amanece bajo un golpe de estado real protagonizado por el proyecto de dictador que expide un decreto que lo protege frente a una supuesta persecución del Consejo de Estado, una de las principales cortes judiciales de nuestra república, herida por el hachazo (decreto para quitarle la revisión de tutelas contra el presidente) que el sinuoso ministro de Justicia, Montealegre, le ha dado a la Constitución y a la separación de poderes.

    Cuando el gobernante procede como Petro es porque busca crear un escudo, en su caso, para evadir su responsabilidad sobre los graves hechos de corrupción de sus círculos de poder, y ocultar la incompetencia y la ignorancia crasa en el manejo de la cosa pública, es decir, del estado, al que ha convertido en una especie piñata donde todos llegan a romper la canasta de sorpresas.

    Petro afirma que el pueblo ha derrotado el golpe impulsado por su exministro de confianza, Leyva, la extrema derecha de Colombia y la de Estados Unidos. A pié juntillas sigue el libreto del socialismo bolivariano que consiste en revivir una retórica antidemocrática, antilibertaria y pro dictatorial que ha fracasado donde quiera se ha impuesto.

    Con el oscuro personaje que es Montealegre y sus jugadas para entronizar dos magistrados de su resorte en la Corte Constitucional, cree poder frenar, asustar y atomizar a las fuerzas de oposición y hacer ver su golpe como una medida normal.

    Colombia se encuentra a un ínfimo paso de perder su democracia, su libertad y su constitución a manos de un empedernido seudosalvador, de una persona embriagada en sus propios sueños de grandeza, que respira odio, división, confrontación permanente.

    Su proyecto estipula la destrucción de nuestra historia, de los símbolos patrios, del estado de derecho, de nuestras relaciones internacionales  de establecer lazos con grupos y  organizaciones terroristas como Hamas y Hezbollah., tender puentes sólidos con dictadores y dictaduras como las Cuba, Venezuela y Nicaragua.

    Este golpe de estado, hay que decirlo una y mil veces, es avalado y aplaudido por su movimiento político el Pacto Histórico que hundido en el pantano de la corrupción aplaude a rabiar el accionar de un gobierno lumpenizado.

    Coda: ¿Revelará Laura Sarabia lo que tiene guardado?

    Una opinión sobre el caso Petro-Sarabia: el enredo comenzó con un asunto en sumo grado turbio, el movimiento de maletas con dinero en efectivo, una de las cuales supuestamente fue robada por la empleada de la señora Sarabia, a la que le ordenó practicar el polígrafo prueba que solo se puede realizar con órdenes de autoridad judicial. En el entramado están involucrados coroneles de la Policía y algunos agentes. El coronel Dávila, se dice, se suicidó dejando a su esposa e hijos en orfandad y muchas dudas sobre la veracidad.

    Luego sobrevino el escándalo de amplio conocimiento, la pelea entre Sarabia y Benedetti que puso en nerviosismo al presidente, dada la gravedad de las afirmaciones y amenazas de este último en el sentido de contar sobre el ingreso de dineros a la campaña presidencial de Petro.

    Primer resultado, ambos funcionarios salieron del gobierno, pero dejando, eso sí, la inmensa duda de que ahí no se calmarían las aguas turbulentas. Dinero en maletas sin saberse la procedencia, muertes, extralimitación de funciones, etc. podían aclararse en cualquier momento. Por tanto, era necesario, para Petro, evitar que el asunto renaciera y entonces procedió a renombrarlos en cargos de importancia.

    La estrategia era clara, amarrar lenguas acercándolos al gobierno, desgastarlos, dejar que a sí mismos se anularan o se enlodaran. Maniobra habilidosa de Petro. Tanto Benedetti como Sarabia, tienen a sus espaldas acusaciones muy serias.

    De esa forma, Petro, corroborando que es un artista de la astucia para tapar su oscuro estilo, obtuvo el sellado de lenguas. Por eso no creo que Benedetti, hoy muy perfilado para alcanzar la reelección de su jefe, ni Sarabia, vayan a hablar de lo que no declararon en el momento indicado. No por lealtad sino por interés personal y salvaguardar lo logrado.

    Darío Acevedo Carmona, julio de 2025

  • ¿Esperar hasta 2026?

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    Una corriente de opinión muy importante en la que figuran muchas personalidades políticas, de los medios y analistas, consideran que hay que esperar hasta 2026 para derrotar a Petro en las elecciones parlamentarias y presidenciales. Los argumentos van desde afirmar que deponerlo equivale a convertirlo en un mártir de la izquierda y que se fortalecería más. Otros piensan que Petro permitirá unas elecciones libres, tranquilas, y además, que es derrotable. También están los que confían que Petro no terminará de destruir el país y su institucionalidad en el año que le falta para concluir su mandato.

    Razones no faltan para abrigar la esperanza de salir por vía electoral del agujero negro en que nos ha metido este gobierno, se alega que es un procedimiento legal y por supuesto, no se le niega.

    Sin embargo, pienso que las leyes que nos rigen y en particular, algunos artículos de la Constitución Nacional, brindan herramientas al alcance de las fuerzas democráticas del Centro, la Centro-Derecha, la Derecha y sectores independientes y que hay evidencias suficientes de los hechos bochornosos en que incurre a menudo el señor Petro que afectan de manera profunda la imagen de nuestro país ante el mundo y son motivo de vergüenza en tanto lesionan de manera grave la institucionalidad, de tal manera que reúne méritos para ser juzgado por el Congreso de la República.

    El principio jurídico según el cual cuando alguien comete uno o varios delitos, y lo hace en conciencia de estarlos cometiendo, debe ser judicializado de inmediato, sometido a juicio y ser castigado conforme a ley. Quienes desde el Congreso obvian el deber de impulsar el juicio por indignidad contra el presidente Petro por razones de presunta conveniencia política o llevados por un espíritu de apaciguamiento, podrían estar incurriendo en el delito de omisión de funciones a título de dolo.

    Cuando digo que es necesario que las fuerzas opositoras al gobierno Petro pasemos a la ofensiva, ¿qué quiero decir? Aporto dos respuestas, pueden ser muchas más: 1. Significa que no debemos dejar que él nos imponga la agenda. 2. Significa que es más rentable que él se queje de nosotros en vez de nosotros estar hablando de él. También puede entenderse en esta línea la negativa del Congreso a aprobar su proyecto de consulta popular. Apoyar la denuncia del Dr  Abuchaibe por exceder topes de campaña lo que implica juicio por indignidad, artículo 109 de la C.N. Una más: organizar una movilización nacional que no tiene costo alguno, se requiere una gran unidad: convocar un cacerolazo nacional al mediodía o al anochecer del día señalado, exigiendo la renuncia de Petro.

    Insulta el sentido común, trata a la población como ignorante, está causando un daño mayúsculo al país, a su economía. Su cinismo no tiene parangón. Hace y deshace con la imagen del país, destruye la confianza en la institucionalidad, y no hay quien le ponga freno. El Congreso está en mora de juzgarlo y destituirlo por indigno.

    Ocurre con él algo similar al caso del ladrón que sorprendido in fraganti y perseguido por una multitud que grita “cójanlo, cójanlo”, abandona el cuerpo del delito, se esconde y luego se une a la turba y grita con ella “cójanlo, cójanlo”.

    Darío Acevedo Carmona, junio de 2025

  • La izquierda lumpen cosecha lo que siembra

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    No se conoce revolución política que no haya sido dirigida por elites intelectuales cultivadas en conocimientos sociológicos y filosóficos. Buena parte de ellos provenientes de la alta sociedad, nobles, burgueses y pequeño-burgueses, críticos de las realidades angustiosas y lacerantes  que les tocó presenciar y que se formaron en universidades a las que nunca ingresaron gentes del pueblo.

    Veo en la realidad de la Colombia actual gobernada por un movimiento que dice y quiere hacer un cambio profundo del país, es decir, una revolución con la que el presidente Petro pretende justificar el desconocimiento de la Constitución de 1991apoyado en su falsa y socorrida veneración por el “pueblo”.

    ¿Me pregunto si es eso lo que queda en el campo revolucionario de las izquierdas colombianas? No tengo una respuesta para todo lo que se puede ver y decir, pero, es evidente que el agrupamiento creado alrededor de Petro y su camarilla no cuenta con el sector formado en la academia, que acredita arrestos teóricos, que escriben textos de gran acogida en círculos universitarios, algunos vinculados a la acción política y otros a la educativa. Algunos fueron eliminados por grupos de extrema derecha otros por los de extrema izquierda, otros más están ya cruzando la fase de la despedida.

    Entre ellos figuran destacados y muy numerosos investigadores que desde distintas vertientes del marxismo publicaron estudios sobre la realidad y los grandes problemas nacionales. No citaré a nadie por motivos ajenos a esta columna y porque no quiero cometer una injusticia reduciéndolos a una frase o a un adjetivo. No es mi estilo. Fui parte de ese ambiente tanto como líder sindical como investigador hace ya muchos años. Hoy, gracias a luchas conmigo mismo, al conocimiento de la historia seria, a los acontecimientos ocurridos en el mundo capitalista y sobre todo en el comunista, pienso de otra forma que, quienes me conocieron como profesor en la Universidad Nacional saben que no fue algo repentino ni mediado por intereses oportunistas.

    Quiero referirme entonces, a esa grieta profunda estructurada por Gustavo Petro en la que se puede apreciar de su lado, seguro que con contadas excepciones, un variopinto conjunto de dirigentes políticos que se caracteriza por su pobreza intelectual y su ambición por apropiarse del erario, y, del otro, por lo que hemos dado en llamar, con criterio muy democrático, la izquierda democrática o decente, que la hay aunque con ella se mantenga una profunda distancia acerca del que hacer sobre el presente y el futuro de la humanidad.

    El movimiento gestado por Gustavo Petro en el Pacto Histórico, es una alianza de partiditos, movimientos y personajes aventureros carentes de principios morales, propios de otras épocas, que sobresalen por sus conductas aberrantes, en particular, por su desbordada ambición de corte egoísta (se supone que revolucionarios de izquierda no se deben dejar llevar por ansias de riqueza) por el dinero oficial, el erario, y por nombramientos sin el cumplimiento de méritos.

    Estos comportamientos inmorales ampliamente conocidos sobre los que no reaccionan con estupor ni muestran arrepentimiento es lo que nos lleva a calificar el gobierno actual, a quien lo preside y a quienes lo apoyan en distintos escenarios, como una derivación lumpen de la izquierda.

    Petro, su máximo exponente y líder, ha reconocido la influencia que en su forma de pensar y actuar proviene del filósofo italiano Antonio Negri uno de los intelectuales creador de las teorías deconstructivas, que le dieron el réquiem al capitalismo, a la Modernidad y a la cultura Occidental bajo la convicción de estar asistiendo al parto de la supuesta nueva era de la Posmodernidad.

    En esas influencias mezcladas y quizás no muy bien leídas, en las que los revolucionarios se inspiran para derrocar el “sistema” apelando a la multitud, a la masa, al “pueblo” del que se consideran únicos y máximos voceros e intérpretes, cabe el método de la “acción directa”, recordemos el proyecto insurreccional de 2021, la violencia contra bienes públicos, la humillación de los símbolos patrios, la retórica llena de insultos y amenazas a sus rivales, la exhibición de viejas banderas guerrilleras y de la muerte, la afectación de la separación de poderes, el cuestionamiento de todo el orden vigente, la generación de una atmósfera de inseguridad y caos, el debilitamiento de las fuerzas armadas, la guerra cultural inspirada en el marxista italiano Antonio Gramsci, etc.

    Las movidas de Petro ya no solo se concretan en la firma del decreto que convoca una consulta popular sino que amenaza con una asamblea constituyente en caso de que fracase la anterior.  Para darle sustento jurídico  a estos proyectos, Petro se ha rodeado de personajes cuestionados, oportunistas de toda laya, ricachones, contratistas poderosos, ladrones del erario, gritones, viciosos, drogadictos y alcohólicos en el que pueden tener sus espacios los teóricos del terrorismo y del atentado individual.

    Petro puso en marcha, como revolucionario aplicado que es, el paso más osado que haya dado en llevar su proyecto revolucionario socialista bolivariano hasta las últimas consecuencias. El recurso a la violencia no falta como lo pudimos ver en 2021. En ese explosivo cóctel o caldo de cultivo, considero a título de hipótesis  que se pudo inspirar el atentado contra el senador y candidato presidencial Miguel Uribe Turbay.  

    Sus recientes intervenciones públicas en Bogotá y Cali donde exhibió la bandera de la muerte y amenazó a los congresistas con borrarlos de la historia nacional si seguían oponiéndose a sus proyectos confirman esa probabilidad.

    Eso, sumado a los consuetudinarios llamados y alertas al “pueblo”, a los “indígenas”, a los “maestros” para que salgan a las calles a defender su “obra y sus proyectos” a los que se opone la “oligarquía” y los “nazis de Colombia, es el caldo de cultivo en el que emerge la violencia de la primera línea y el terrorismo individual.

    Darío Acevedo Carmona, 15 de junio de 2025

  • La corrupción no conoce linderos de clase o tendencia política

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    No hay razón válida ya sea para estigmatizar per se a una determinada corriente política o a una clase o sector social o para autodefinirse de impoluto por una u otra condición. Con esto quiero decir que cada situación de corrupción pública en la que se vean comprometidos un gobierno o un partido político, debe ser valorada usando la mayor precisión y concreción.

    En un artículo sobre la corrupción del actual gobierno español que leí en las redes por estos días, observé que el comentarista se refería al contraste del gobierno de Pedro Sánchez, sumido en varios escándalos de inmoralidad en el manejo de recursos del erario en que están involucrados familiares y miembros  de su partido y de otros de la coalición, con respecto a la corrección que caracterizó el ejercicio gubernamental de Felipe González y el Partido Socialista Obrero Español.

    Viene a mi memoria una declaración que se le atribuyó a Carlos Gaviria Díaz durante su campaña presidencial en el 2006 cuando habría afirmado que ser de izquierda era incompatible con ser corrupto y que quien lo fuere, entonces, no podía ser de izquierda. En otras palabras, la izquierda es inmaculada y en sí misma, impoluta porque en su filosofía prima la idea del altruismo y no la del egoísmo que subyace en la derecha y en el sistema capitalista, lo cual nos llevaría al exabrupto de igualar un delito con una actividad económica de toda la existencia humana de la que se obtienen ganancias a través de la producción y el intercambio.

    Quisiera pues insistir en la idea de que la corrupción en el manejo de los bienes y riquezas públicas, en el otorgamiento de contratos y en el nombramiento de cargos de responsabilidad, es asunto en el que pueden incurrir dolosamente gobiernos y partidos de cualquier tendencia.

    En la historia mundial encontramos ejemplos de regímenes y gobiernos que siendo dictatoriales y represivos o democrático-liberales, no cayeron en la tentación de la corrupción. Nadie podría, por ejemplo señalar de acciones corruptas por parte Lenin, Stalin, o de Churchil y F. D. Roosevelt, aunque sí de gobernantes como Fidel Castro y sus hijos, Hugo Chávez, Maduro, Cabello, Lula, Color de Melo, y una buena tanda de dictadores procapitalistas latinoamericanos.

    ¿Por qué estas reflexiones y qué tan útiles pueden ser para referirnos al gobierno de Gustavo Petro? La razón está a la vista y es potente e incuestionable, el gobierno que él preside, las decisiones que él ha tomado y lo que ha sucedido tienen el signo de la corrupción: nombramientos de altos cargos sin cumplimiento de requisitos, de ministros involucrados en manejo indelicado de recursos del erario, trampas, engaños, “mermelada”, maletines repletos de dinero, ministros, familiares, entre otros, que dan para calificar su gestión como envuelta en casos de corrupción en grado superlativo.

    Aunque lentamente en algunos episodios, los órganos judiciales y de control avanzan en investigaciones que arrojan luces sobre el carácter abrumador del fenómeno delincuencial. De poco le ha servido al gobierno y a sus apoyos en el Congreso a manera de disculpa cada vez más desgastada, relacionar el problema con lo ocurrido en anteriores gobiernos tratando de justificar y evadir su propia responsabilidad

    Además del daño a la sociedad, a las instituciones, a la convivencia, a la imagen de la política, la corrupción del gobierno Petro ha extendido sus efectos perversos de destrucción a los distintos movimientos que hacen parte de la coalición oficialista del Pacto Histórico que a pesar de la evidencia del mal, sostienen su apoyo y lealtad con el mandatario como si para sus líderes fuera lo mismo ser corrupto que ser empresario o en versión de cinismo puro y duro, como si ser revolucionario, de izquierdas y o comunistas constituyera una patente de corso para hacer y deshacer a su antojo puesto que de lo que trataría una revolución es de demoler todo el sistema o el edificio de la vieja sociedad esclavizante, tan malo, que nada de él es salvable.

    Las implicaciones para la gobernabilidad del presidente Petro son desastrosas en cuanto ese orden y esa institucionalidad que atropellan y se proponen demoler es el de una democracia que, entre otras cosas, le permitió a él y a sus aliados alcanzar el gobierno por la vía democrática de las elecciones.

    En síntesis Petro y sus amigos y aliados, quizás en un alarde de poder y egoísmo, están haciendo esfuerzos para hacer ver a la izquierda colombiana como una fuerza corrupta, arribista y egoísta, algo que no fueron Lucho Garzón ni Angelino Garzón ni muchos otros líderes y académicos y gentes del común.

    Darío Acevedo Carmona, 8 de junio de 2025

  • Enfrentamos el desafío petrista o perecemos

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    Pienso, como muchos, que el hundimiento de la convocatoria a una consulta popular planteada por el presidente Petro al Congreso de la República es la más importante demostración de que, a pesar del pesimismo, del derrotismo y de la mala imagen, el poder legislativo se niega a ser un mandadero del Ejecutivo.

    Así mismo, hay que valorar los esfuerzos que realizan diversas entidades, movimientos y organizaciones para  cerrarle el paso a los ímpetus dictatoriales de Petro. Destacable la firmeza, por ejemplo, del Consejo de Estado, la intervención de la Corte Suprema al judicializar a altos funcionarios del gobierno, la información crítica de importantes medios de comunicación, la voz de repulsa de partidos y dirigentes políticos, un estado de ánimo de rechazo a Petro que, no obstante disperso y desorganizado, se manifiesta en muchísimos sectores y redes.

    Sin embargo, hay que reconocer que el dictador en ciernes no se da por vencido y con sus amenazas de paros, toma del Congreso, movilizaciones callejeras ha elevado el tono de su confrontación con el orden democrático. Y que, en lo que respecta con lo que han hecho las fuerzas opositoras, no todo ha sido o es suficiente para contrarrestar la estrategia petrista.

    Petro es un peleador empedernido y sabe que no se puede comportar como lo hace un presidente en democracia. Se levanta de la lona y lanza contundentes golpes a sus rivales. Realiza un segundo viaje a la China comunista-capitalista para sumarse a la Ruta de la Seda, política de dominación mundial de Xi Jinping, toma distancia de los EE. UU., el mayor aliado de Colombia en muchas décadas, pues según él “Ya esa posición de ser paria y segundón de Estados Unidos creo que queda en el pasado”.  

    Paso a paso, Petro da señales inequívocas  de extender el alcance de su proyecto de destrucción del orden interno a la política internacional de Colombia. Primero la ruptura con Israel y su apoyo a la agrupación terrorista Hamas, el desconocimiento del triunfo de la oposición venezolana, el desconocimiento de la victoria de Noboa en Ecuador, sus peleas con los mandatarios de Argentina y El Salvador. Todo indica que quiere llevar a Colombia a transitar el camino de Chávez y Maduro, de Ortega y la dictadura cubana. 

    En su largo periplo obtiene una entrevista con el Papa León XIV, a quien de seguro no le confesó cuan mal cristiano es ni lo enteró de su impulso al odio de clases, de los daños causados a nuestra democracia, de sus adicciones y escándalos. Retomó el apoyo de congresistas liberales, conservadores y de la U para aprobar con 66 votos la elección de Héctor Carvajal, como miembro de la Corte Constitucional quedando a un paso de alcanzar mayoría, presidió en Barranquilla su convocatoria al cabildo abierto y agitó su invitación a un paro nacional para presionar el Congreso a votar su recargada propuesta de  consulta popular con nuevas preguntas.

    Las redes y los analistas de medios no han pasado por alto la andanada petrista, no faltan las burlas, las opiniones adversas, la retórica adjetivesca. Lo mismo de siempre, como si de esa manera a Petro se le pudiera hacer renunciar o deponer. Petro ha demostrado  que sabe defenderse y sabe aplicar técnicas de contraataque que confunden a sus rivales.

    Petro no debe ser  menospreciado o subvalorado, es un líder astuto, hábil, goza de la perseverancia de todo revolucionario. Fue capaz de tapar la bulla que se desató con las cartas de su exministro de Relaciones Exteriores y de eludir la derrota sufrida en el Congreso configurando un estado de cosas propicio a un golpe duro de estado

    Sería un error garrafal subestimar las amenazas de quien se ha ubicado sin miramientos en el campo de la revolución y por ende del camino insurreccional. Petro no está cañando, con su camarilla de rapaces vividores es capaz  de incendiar el país para alcanzar la meta del poder total.

    Debilitó y desmotivó a las Fuerzas Armadas, controla a la Fiscalía, muy probablemente contará con la mayoría en la Corte Constitucional, tiene influencia fuerte en la Procuraduría y  en la Contraloría, un Congreso que le teme aunque le haya propinado una gran derrota, dispone de unas bien organizadas milicias, reanimó a la primera línea, utilizando a placer el erario para pagar los costos multimillonarios de las movilizaciones.

    Si los colombianos no entendemos que llegó la hora de hacer a un lado la corrección política y de responder con fuertes acciones de calle, con actos de desobediencia civil y militar, con objeciones de conciencia, con votos, con denuncias internas y externas de los graves delitos de corrupción. Si no pasamos a la ofensiva y dejamos de estar a la cola del reguero de medidas distractoras que el desbocado aventurero deja en su andar, entonces, estaremos perdidos quien sabe por cuántos años o décadas. Lloraremos lágrimas de sangre.   

    Todas las altas cortes, todas las Fuerzas Armadas, los partidos libertarios y democráticos, los medios, los sindicatos sensatos, las iglesias, los gremios, los empresarios grandes, medianos y pequeños vapuleados y desprestigiados por este gobierno, los artistas, los profesionales, los académicos, están en el deber de salirle al paso a esta loca aventura a la que está citando el presidente Petro.

    Darío Acevedo Carmona, 25 de mayo de 2025

  • Democracia colombiana herida de muerte por golpe de estado escalonado de Petro

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    Mientras los opositores e inconformes damos un paso, Petro  responde dando diez o más. La distancia que nos lleva es muy grande no en relación con las encuestas que aún le arrojan un importante 30% de favorabilidad y cerca de 45% de imagen positiva, sino en relación con lo que está sucediendo a diario  y lo que está por venir.

    Quiero explicar esto: En ninguna parte del mudo los revolucionarios estilo Petro llegaron al poder siendo mayoría, ni Hitler, ni Lenin, ni Fidel ni Maduro, etc. Han consolidado su toma del poder total del estado sino a través de la combinación de todas las formas de lucha, de maniobras, artimañas, mentiras, rumores disociación, corrupción y amenazas. Esa toma total del poder se da a través de un accionar escalonado.

    Por ejemplo, como él sabe que le rechazarán una de sus jugadas maestra, la consulta popular, amenaza que cerrará el Congreso, lo que confirma su aversión a los pilares de la democracia lo cual significa llamar a un golpe de estado. También amedranta con expedir decreto para algo que obligatoriamente tiene que pasar por el Congreso y la Corte Constitucional. Y, ha convocado a miles de indígenas neocolonizados por su retórica demagógica y agitacional y el dinero del estado a raudales que les está entregando.

    Son medidas de tipo golpista frente a las que la sociedad civil y sus instituciones centrales parece que no estar enteradas y por eso en capacidad de evitar. Es la exhibición del poder del miedo más grave vivida en muchísimos años por el país.

    Y si todo su proyecto dictatorial se le cae, amenazará con el levantamiento general del pueblo, que no es otra cosa que la reedición del sangriento experimento insurreccional liderado por él en 2021.

    Así las cosas, opositores, descontentos o inconformes estamos retados a entender que estamos ante el muy probable baño de sangre que en nombre del “pueblo” está listo a provocar con las ventajas adquiridas. Esas ventajas nada tienen que ver con porcentajes de encuestas ni con expectativas electorales, sino con el profundo debilitamiento estratégico de las Fuerzas Armadas y de Policía y la inoperancia de las otras ramas del poder público. Miremos como se pasó por la faja decisiones del Consejo de Estado, cómo se gana la mayoría de los magistrados en la Constitucional y cómo se apodera las comunicaciones.

    Nada raro que en su calculada voluntad revolucionaria empiece a caminar por las avenidas de las capitales del país con el estribillo y el gesto rojo rojito del dictador Hugo Chávez, gritando en medio de bodegueros contratados con dinero del erario “exprópiese”… Y, entonces, ya será muy tarde, mucho más tarde, para reaccionar.

    Con Petro y su pandilla de vividores, corruptos, embaucadores, resentidos, trepadores, ladrones, bodegueros y drogadictos, vendrá la ruina de los colombianos que es lo que figura en su retórica escondida “cuando los pobres dejan de ser pobres se vuelven de derecha”, salida de las bocas de López Obrador, Chávez y Petro.

    Será la noche más larga, fría y dolorosa a la que estaremos expuestos los colombianos. Veremos la ruina total de la economía, sin petróleo, sin gas, sin café, inundados de baratijas chinas, de “médicos” cubanos, de espías lobos esteparios de Rusia, sin ganado, escasearán los huevos y hasta las arepas, quizás vivamos recibiendo las bolsas Clap de Venezuela o de una libreta de racionamiento de la Cuba fidelista de artículos que la dictadura otorgará como un regalo bondadoso.

    Las escuelas, colegios y hospitales se deteriorarán física y funcionalmente, el servicio eléctrico será de apagones y hasta el agua escaseará. Nadie podrá chistar, el estado será, muy de lejos, el mayor proveedor de empleos inútiles, a cambio, los funcionarios serán obligados a asistir a todos los actos de adoración al gran líder salvador de Colombia: Gustavo Francisco Petro Urrego, enviado por los dioses del Olimpo desde el espacio sideral cien años de soledad atrás.

    Es, al parecer, la gran tragedia que nos espera porque ni hemos sido capaces de enfrentar el monstruo antes y mucho menos cuando se desate el terror rojo, del que la historia abunda en ejemplos que nunca creemos nos vaya a suceder.

    Coda: Petro y sus militantes de la elite izquierdista están arrasando con los pocos vestigios que aún subsisten de las culturas y cosmovisiones de los pueblos indígenas a través de asignaciones sin control de dinero del erario, de la formación de sus autoridades y líderes en la doctrina marxista, de inculcarles odio y de asignarles la misión de rescatar lo perdido. Es la obra neocolonizadora más perversa que afecta y destruye la riqueza étnica del país y estimula sentimientos antiindígenas en sectores de la población.

    Darío Acevedo Carmona, 4 de mayo de 2025

  • Hora de definiciones

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    Millones de colombianos quisiéramos escuchar de los candidatos a la presidencia (el número de ellos ya supera la treintena) si les parece que ante la situación de alto riesgo y gravedad que vivimos por acciones del actual gobierno, deben llamar a la población a la defensa activa de la Constitución e iniciar desde ya acciones políticas y judiciales para enjuiciar al presidente? O si lo correcto es esperar hasta las elecciones de 2026, como si hubiera la seguridad de que ellas tendrán lugar?

    Creo que también sería saludable escuchar desde ya sus propuestas en tantos asuntos de estado y sociedad en los que el presidente Petro ha procedido con evidente desgreño, irresponsabilidad y espíritu destructor.

    A título de ejemplo, ¿qué harían ante el reto de retomar radicalmente la aspersión de la fumigación aérea de los cultivos ilícitos con glifosato?

    ¿Restablecerían el Alto Mando Militar y autorizarían los bombardeos a las bases de grupos armados irregulares? ¿Aumentarían considerablemente el pie de fuerza?

    ¿Derogarían todos los decretos que se han aprobado a punta de artimañas y mermelada?

    ¿Restablecerían ipso facto la exploración petrolera, de gas y la exportación de carbón?

    ¿Cerrarían todas las misiones diplomáticas creadas sin fundamento? ¿Revocarían de inmediato a todos los embajadores y cónsules nombrados en clara violación de méritos?, ¿Romperían relaciones con Cuba?, ¿Restablecerían relaciones con Israel? ¿Levantarían el bloqueo a regiones afectadas por medidas de Petro contra Barranquilla, Antioquia y Medellín?

    ¿Propondrían una nueva reforma a la salud? y ¿Derogarían la pensional y la laboral?

    Se trata de que quien vaya a ser presidente de Colombia les diga con contundencia y claridad a los colombianos cuál es su plan de acción para realizar desde los primeros días de ejercicio del mando. Planteo estas inquietudes que ya circulan por las redes y que expresan un sentimiento de impotencia, de ausencia de orientación por parte de quienes aspiran a gobernarnos y también, porque se observa la insuficiencia de estar centrados en hacer diagnósticos de Petro y su camarilla, chistes y memes y de estar a la cola de sus idioteces y amenazas.

    Y es que en nombre de la corrección política o de miedo a un estallido social, de discursos melifluos de mediación o de búsqueda de compromisos se ha perdido la perspectiva del daño causado. Estamos siendo abofeteados a diario y con cargas de profundidad. Es hora de reconocer la gravedad del peligro. Pongámonos serios y bravos. Es decir, asumamos que

     

    nos debemos radicalizar y luchar a fondo y abandonar el temor a confrontar a quienes quieren imponernos el fracasado modelo de socialismo bolivariano o perecemos como sociedad libre.

    ¿Dejáremos que se torne en paisaje el desastre, el delito, la ignominia, la verborrea, la mentira, la corrupción, la ordinariez del poder, la patanería, la amenaza, recursos usuales del indigno presidente?

    ¿Seguiremos esperando que la Constitución sea convertida en un trapo por un mandatario que no ha cesado en mancharla, en violarla, en desconocerla en burlarla? El problema no es si el vicio corroe o ha afectado a otros gobernantes, esa no es disculpa válida como alega el gobernante señalado por su drogadicción. El problema no es el mensajero ES EL MENSAJE.

    ¿Se van a quedar callados, guardarán silencio para, supuestamente, evitar un nuevo estallido social? La pregunta es válida para los congresistas, todos y los de la Oposición en particular, cuyo deber es enjuiciar al presidente por faltas evidentes y recurrentes a la DIGNIDAD del cargo, ¿qué están pensando? ¿Por qué no han apoyado y presionado el juicio por indignidad (art. 109 C.N.) frenado con artimañas por tres miembros de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes que es un proceso independiente del que adelanta el Consejo Nacional Electoral?

    ¿Por qué la Corte Suprema, tan dura y eficaz en casos de igual gravedad en que se vieron comprometidos congresistas mafiosos o señalados de aliarse con paramilitares, y otros altos funcionarios, no procede de la misma manera?

    ¿Acaso la Corte Constitucional y las Fuerzas Armadas no tienen el mandato claro, contundente y preciso para salir en defensa de la Constitución y la institucionalidad?

    ¡Despierten y entiendan que el tipo que habita el palacio presidencial convirtió ese lugar en una pocilga, en una cueva de Rolando! Tenemos todos los elementos para darle un giro de 180 grados a la situación y poner a Petro a la defensiva.

    Los colombianos tenemos suficiente información del desastre y queremos dejar de ser humillados ante el mundo por un gobierno lumpen.

    Colombia, su historia y su institucionalidad no son perfectas, pero, no podemos dejar que se extermine lo que se ha construido a un alto precio y con tanto esfuerzo y hasta dolor a lo largo de su existencia. Colombia no es Petro y su pandilla, Colombia es mucho, pero mucho más que este gobierno tóxico y episódico.

    Darío Acevedo Carmona, 27 de abril de 2025

  • La revolución lumpen del gobierno petrista

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    Definición del término “lumpen” por la Real Academia de la lengua Española: “Sector social más bajo del proletariado desprovisto de conciencia de clase” Y según el Diccionario Panhispánico del español jurídico: “Grupo social que atenta sin ningún tipo de principios contra la seguridad de los individuos o colectividades, bajo un ánimo rapaz y delincuencial”.

    Aunque una revolución se caracteriza por el desconocimiento del orden vigente por la violación de las leyes y su reemplazo por otras, y que todo lo que en ella ocurre se da en un ambiente de destrucción, derrocamiento, violencia y caos, pero, no todo lo que se hace es válido ni moral ni filosóficamente. Hay un límite, digamos, una línea que no debe ser burlada por los protagonistas del cambio radical. Esto es de curso aplicable a todo tipo de revoluciones, en particular, a las que han tenido lugar desde fines del siglo XVIII hasta el presente.

    Esto quiere decir, al margen de opiniones y las valoraciones, que los líderes de las revoluciones actúan  con base en un programa y en unas ideas con las cuales se edificaría el nuevo orden social y que en tal sentido, no todo está permitido en el marco de una revolución. También puede indicarnos que los humanos a lo largo de su existencia han forjado un ethos, una moral común no explícita. Se que esto es muy polémico, pero, en un nivel muy asociado al instinto de supervivencia y conservación de la especie, ese algo existe. A título de ejemplo, y a pesar de lo depredadores que han sido los pueblos en sus guerras, hoy en día, ese algo común se puede apreciar en que se haya evitado una guerra mundial con armas nucleares.

    En otros tópicos también, como es la diferencia aceptada por todos los países en acoger los postulados de los Derechos Humanos, que no es poca cosa, y en algo que florece en los conflictos internos, a saber, la diferencia entre el delito político y el delito común que permite establecer la diferencia entre la motivación altruista y la egoísta o particular.

    Conductas como la tierra arrasada, el fusilamiento de personas fuera de combate, la tortura, la violencia sexual, la retención forzada o secuestro, la afectación de bienes civiles esenciales, el reclutamiento de menores entre otras, están prohibidas y pueden ser investigadas y castigadas por tribunales internacionales.

    Pero hay otro conjunto de hechos delictivos que sin constituir crímenes de guerra  son vistos como eventos de degradación moral o lumpen realizados por los militantes de movimientos o grupos de poder político, cliques, personas que ostentan poder y que lo usan con fines inaceptables y ajenos a los códigos de cualquier nación o de una revolución.

    En el ámbito de las revoluciones comunistas del siglo XX, el delito común o conducta lúmpen es aquella que devela una degeneración de las virtudes del ciudadano o del revolucionario o comunista, consistente en servir a la causa colectiva, el altruismo, la justicia proletaria, es lo que al menos se predica en su retórica. Por ejemplo el robo si se realiza con fines de enriquecimiento individual es sucio, diferente al que se hace para financiar operaciones y necesidades logísticas del movimiento donde se califica de delito político. Violar a otras personas, malversar fondos estatales o comunes para la guerra o de partidas del nuevo estado por parte de funcionarios o personas con fines de lucro personal. Para decirlo en términos más simples, delitos comunes de inspiración egoísta, es decir, en los que prima el lucro personal, no pueden ser calificadas como delito político ante las leyes revolucionarias ni ante las del orden que se quiere derribar.

    Y no son estas preocupaciones o actitudes las que estamos observando en el proceder de movimientos que actúan bajo la cobertura de un discurso supuestamente edificante, como son los casos de Chávez y Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Los Kirchner en Argentina y Petro en Colombia.

    No me refiero a los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en el marco de conflictos armados sino de los delitos de tipo moral ordinario que responden al interés individual o grupal que se cometen para beneficio propio. Entre ellos el robo de bienes públicos o privados, el narcotráfico, los relativos al amplio campo de la corrupción: coimas, nepotismo, prevaricato, concierto para delinquir, trata de blancas, etc.

    Cuando estas conductas son la cara de un gobierno, su sello, es decir, cuando se está ante una situación en la que florecen esos delitos y la justicia o no existe o es insuficiente o es cómplice o es ineficaz en combatirlos, y se cometen  a ojos vistas y de manera continua y sistemática se configura entonces un régimen corrupto o lumpen.

    Es lo que estamos presenciando en los países y sus gobernantes citados. Arruinaron a Venezuela, se robaron enterita a PDVSA, enriquecieron a sus familias allá y en Argentina, en Cuba solo hay miseria general mientras la clique comunista, en particular los altos mandos castristas acumulan fortunas y en Colombia no hay día o semana en que no conozcamos un escándalo de corrupción, muchos de los cuales pretenden ser obscurecidos o encortinados por el presidente Petro, quien a su vez, él mismo y su entorno familiar, sus funcionarios de confianza: ministros, embajadores, gerentes de empresas del estado y otros altos cargos, se han visto envueltos en conductas de delincuencia común. 

    Por eso es válido, entonces, caracterizar a esos gobiernos y a sus mandos centrales como gobiernos lumpen comunistas en tanto incurren en conductas degradadas contra su propia lógica moral.

    Darío Acevedo Carmona, 12 de abril de 2025

  • El Presidente Petro viola la Constitución

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    La convocatoria del presidente Petro a una toma de las calles este martes 18 de marzo y al declarar día cívico para facilitarla, con el fín de presionar el Congreso, es claramente violatoria de la separación de poderes puesto que significa un chantaje y una presión indebida del poder ejecutivo contra el poder legislativo.

    Estamos ante una violación flagrante de la Constitución Política en los artículos 113: "Los diferentes órganos del Estado tienen funciones separadas pero colaboran armónicamente para la realización de sus fines", y el 122 en su literal segundo: "Ningún servidor público entrará a ejercer su cargo sin prestar juramento de cumplir y defender la Constitución y desempeñar los deberes que le incumben".

    Además, el artículo 241 ordena: "A la Corte Constitucional se le confía la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución" y en tal sentido debe declarar la inexequibilidad del decreto que declara día cívico el 18 de marzo de este año y la movilización que convoca el presidente Petro saltándose las formas tradicionales de debate de las iniciativas oficiales del diálogo, la búsqueda de acuerdos y la armonía.

    Ese tipo de conducta ya fue impulsada por el presidente Petro cuando se adelantaba el proceso de selección de nuevo Fiscal General e instigó la movilización de sus partidarios para presionar con mítines a la Corte Suprema de Justicia, lo que lo hace reincidente y proclive a excederse en sus funciones.

    De igual forma, la Constitución en su artículo 217, inciso segundo estipula que "Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional." De modo que ese mandato los autoriza a proceder para hacer cumplir ese deber primordial dado el peligro que encierra la convocatoria del presidente Petro.

    De otra parte, el artículo 277 es contundente al señalar las responsabilidades del Ministerio Público: "El Procurador General de la Nación, por sí o por medio de sus delegados y agentes, tendrá las siguientes funciones: 1. Vigilar el cumplimiento de la Constitución, las leyes, las decisiones judiciales y los actos administrativos. 2. Proteger los derechos humanos... 3. Defender los intereses de la sociedad." Funciones que deben ser cumplidas en la actual situación en que el presidente Petro incurre en abuso de autoridad generando el consabido riesgo de que sus convocatorias desemboquen en caos, anarquía y otros hechos deplorables.

    Finalmente, es conveniente citar uno de los "fines esenciales del Estado" a saber el de: "... asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo" cuya violación por parte del jefe del Estado tiene el alcance  de ser una acto grave y doloso que justifica que cualquier ciudadano o grupo de personas amparadas en el numeral 6 del artículo 40 de la Constitución, puede(n) "Interponer acciones públicas en defensa de la Constitución y la ley".

    Y recordar el artículo 188 de la Constitución "El Presidente de la República simboliza la unidad nacional..." que de manera sistemática y en numerosas intervenciones públicas es violado por el primer mandatario apoyado en una retórica que promueve el odio de clases, la estigmatización de las personas adineradas y los empresarios, mostrándose como el presidente de los excluidos, los vulnerables, los explotados en contraposición a otros sectores de la sociedad que no tienen por qué ser marcados como enemigos de clase.

    Una última opción, si es que no intervienen los órganos de control para defender la Constitución, es la desobediencia pacífica o la objeción de conciencia ante órdenes y medidas que, clara e inequívocamente, como es este caso que nos ocupa, son contrarias a los derechos humanos.

    Darío Acevedo Carmona, 22 de marzo de 2025